Ť Se conmemoró en el Museo de la Ciudad de México el centenario de la redada de los 41
Festejo por la diversidad y la libertad
ANGEL VARGAS
Y
se reunieron para "chacotear" y reírse de sí. Fue una noche
de fiesta y de reivindicación histórica, de demostrarle al
resto de la sociedad que los tiempos han cambiado.
Sí, allí estuvieron, puntuales a la cita para conmemorar el centenario del "primer apañón" de homosexuales en México, aquel que la policía porfirista emprendió la madrugada del 18 de noviembre de 1901 contra un grupo de 42 homosexuales y bisexuales que celebraban una fiesta en la ciudad de México y que ha trascendido en el tiempo como "El baile de los 41".
Hecho de realce histórico entonces, el sucedido la noche del sábado en el Museo de la Ciudad de México, organizado por el Grupo Homosexual de Acción e Información (GHAI) y que convocó a cuando menos tres y media centenas de personas.
Todos estuvieron reunidos en uno de los patios del ex Palacio de los Condes de Santiago de Calimaya con la premisa del respeto a la libertad y la diversidad sexual. Fue un "festejo lúdico de desagravio, sin finales trágicos", que desde el principio fue concebido no como un baile de época, "sino un baile que haga época".
Una relatoría de los hechos ocurridos aquella madrugada de principios de siglo y la mención de la manera sensacionalista como éstos fueron tratados por la prensa, fue el punto abridor del programa.
Se recordó cómo ese "apañón" marcó la historia de la homosexualidad en el país, "dotándole de una visibilidad, pero llena de oprobio y escarnio, que identificaba a los homosexuales con la burla y la reprobación por todas las capas de la sociedad. Reforzando los adjetivos peyorativos como maricones, pollos y jotitos con el naciente de 41, ampliados por el correr del siglo XX".
La
parte analítica de la velada correspondió a Carlos Monsiváis,
quien escribió un texto ex profeso para la fecha, pero que
no pudo leer personalmente por encontrarse fuera del país:
"Conmemorar la gran redada es ocasión de analizar el avance en materia de los derechos humanos de los diferentes. Falta muchísimo por lograr y digamos, los alcaldes panistas proclaman su atroz anacronismo ordenando razzias para homosexuales, pero la capacidad de respuesta y resistencia, que se acrecienta, es la innovación que señala lo avanzado en 100 años. Y no sólo se acentúa la tolerancia sino el cambio en las modas. Ahora todos, homosexuales y heterosexuales, quieren verse muy chulos y coquetones".
La fiesta tuvo su cenit y final con el performance A cien años de los 41: De un baile sorprendido a un baile de sorpresa, en el que 42 hombres y una mujer, algunos de ellos del ámbito artístico y cultural y, otros, activistas sociales, representaron a cada uno de los participantes de aquella fiesta, como una manera de desagraviarlos ante los ojos del tiempo y la sociedad.
Uno por uno, o en parejas, fueron bajando por las escalinatas del museo para colocarse en el templete colocado en el centro del patio principal. La escena fue muy similar a un desfile de modas o a la pasarela para la entrega de un premio o de un festival de cualquier índole.
Ataviados algunos con elegantes vestimentas, vestidos de noche , pieles, smokings o fracks; otros, con fastuosos o extravagantes trajes, pero ninguno y ninguna de los 43 personajes dejó de ser ovacionado en su trayecto hacia el templete.
Una vez ahí reunidos todos, un par de "sacerdotes" procedieron a "bautizar" al muñeco Porfirio Vicente y luego se dio paso al baile, con música de época y durante el cual se "rifó" a un hombre.
El performance, al igual que aquel hecho histórico, concluyó con la entrada de la tira, el apañón policiaco, no sin antes subrayar que ahora ya no son 41, sino un montón. El arco iris de la bandera gay ondeó mientras de la manos de los personajes volaban pétalos de rosas.
La nota chusca de la noche la dio precisamente un policía asignado a la vigilancia del recinto que en "mala hora" se le ocurrió descender las escaleras del inmueble, justo durante el performance. Es de imaginarse el choteo del que fue blanco por parte de los concurrentes, los cuales lo ovacionaron con gritos, alaridos y chiflidos como si se hubiera tratado de uno más de los participantes. Notoriamente apenado, cara tono de jitomate y pies de pólvora, se esfumó del lugar.
El programa incluyó también la escenificación de la breve pieza teatral Dos mujeres de pueblo de principios de siglo, en la que un par de actores ataviados de mujer recordaron el escarnio público que se desató contra esa "bola de degenerados" que hace un siglo organizaron una fiesta con el pretexto del bautizo de un muñeco y que tuvo como consecuencia el encarcelamiento de algunos de ellos y el exilio de otros. Y de allí "pal real", un sinfín de hostigamientos, razzias y persecuciones...