LUNES Ť 19 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Montaño: empresa inexplicable

Lumbrera Chico

¿Quién recuerda a Ricardo El Negro Montaño? ¿Quién guarda memoria de sus lances, de sus quites, de sus triunfos, de sus campañas en el interior del país, en Europa, en Sudamérica? ¿Cuánto cobraba por torear en la México, desde novillero y después como matador? ¿Quién era su contador, quiénes lo asesoraban en materia de inversiones y sobre todo ?la obsesiva pregunta? de dónde sacó el capital que hoy lo trae de regreso a la fiesta convertido en uno de los empresarios taurinos mejor equipados del país?

Montaño, El Negro, fue un novillero mediocre pero guapo. No le gustó al público pero si a los cazadores de talentos de la Monumental Plaza Muerta (antes México), que lo hicieron matador de toros y le firmaron un buen paquete de corridas, pese a que en ninguna de ellas realizó faena alguna que le deparara el privilegio de repetir al domingo siguiente. Por eso se fue de los toros como vino: en silencio y por la puerta de atrás. Tan pobre como había llegado.

Ahora reaparece en plan grande. Según la propaganda que ya circula por ahí, en diciembre, cuyo aliento de hielo ya sentimos, y en enero cuyos fríos no deseamos imaginar, el municipio veracruzano de Boca del Río ofrecerá tres corridas de toros tres, en una plaza portátil y desarmable, techada y acondicionada con clima artificial, que reunirá en su arena a figuras como El Juli y El Zotoluco, así como al rejoneador debutante Gastón Santos junior y a ganaderías de negros antecedentes como Reyes Huerta.

¿Y quién es el empresario que arriesgará "su" dinero en esas tres fechas? Ricardo El Negro Montaño, la nueva pantalla de la organización del bajo mundo y la cosa nostra que encabeza Rafael Herrerías, mismo que desde luego aportará su elenco de matadores y criadores de reses bravas, aunque no sea él, en este caso, quien ponga la lana y recoja las hipotéticas ganancias o las habituales pérdidas. Fuentes de La Jornada aseguran que, en términos de finanzas, quien está detrás de Montaño es Miguelito Alemán Magnani, el hijo del paseador y acaudalado gobernador de Veracruz.

A mediados de esta semana, cuenta una viajera, el Juli volvió a México en un vuelo de Iberia que no registraba ni media entrada, como todos los aviones del mundo en estos tiempos, después de la mañana sangrienta de Nueva York. Y dice la mujer que, a la mitad del trayecto y en franca chacota con las sobrecargos, Juliancito se vistió con la casaca de la aerolínea, empujó el carrito de las bebidas y se puso a repartir tragos y chascarrillos a diestra y siniestra, confirmando que después de su accidentada temporada española ?en la que recibió dos cornadas y numerosos trofeos, de pelo y de metal? viene felicísimo a pasar sus anuales vacaciones mexicanas, en las que descansará del pesado ganado ibérico lidiando chivos y novillos dóciles. Pero eso sí, al llegar al aeropuerto y poniéndose la camiseta de la mafia que lo trae, se permitió recomendar a la prensa: "Hablar a favor de la fiesta, no en contra". Tal como lo hacemos lunes a lunes en este espacio.