DOMINGO Ť 25 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť Bernardo Barranco
El reposicionamiento del cardenal Rivera
Mediante elecciones, el cardenal Norberto Rivera ganó el custodio de la Universidad Pontificia de México (UPM) en el marco de la 72 asamblea plenaria de Obispos Católicos, derrotando por cerrada votación a Luis Morales, presidente de la CEM, convirtiéndose así en el gran canciller de la UPM.
En el acto se analizó el estado actual de la educación en México y el futuro de la alicaída universidad que ha venido operando con escasos recursos y bajo la sospecha de que algunos docentes simpatizan con la teología de la liberación. El triunfo del cardenal simboliza un regreso a los primeros planos en la conducción y representación de la jerarquía católica.
Muy al estilo Rivera, con apoyo suplementario del Vaticano, en este caso de la Sagrada Congregación para la Educación Católica, así como de los Legionarios de Cristo, y en un contexto de polémica, el cardenal se anota un triunfo que puede ser el anuncio de un viraje político de la jerarquía frente al gobierno de Vicente Fox.
El lector recordará a Norberto Rivera en el cenit cuando recibió en la ciudad de México (enero de 1999) al papa Juan Pablo II en el marco preparatorio del Gran Jubileo 2000, en el que fue presentado el documento Eclessia in America. Precisamente durante la visita papal, el cardenal recibió agrias críticas de los obispos mexicanos así como de otros prelados del continente debido a su excesivo protagonismo. Durante la preparación del viaje se enfrentó al entonces nuncio Justo Mullor, al que descalificó por ser español, "descendiente de Cortés" y porque "entiende poco la realidad de nuestro país". Su postura y presión logran la remoción de Mullor, como la había obtenido de Raúl Vera de San Cristóbal de las Casas gracias a sus aliados en la Secretaría de Estado.
El cardenal, otros obispos y los legionarios emprendieron una costosa aventura política al apoyar al que fuera candidato priísta a la Presidencia, Francisco Labastida, quien sin empacho se refirió a Rivera como "mi cardenal". Desde el arranque de la campaña de Fox, el arzobispo primado fue crítico severo ante sus arrebatos guadalupanos y le reprochó usar partidariamente la imagen de la Virgen, sin embargo, días después suavizó su postura mediante un documento en el que le recomendaba ponderación; Rivera se arriesgaba y se colocaba en una posición contraria a la del papa Juan Pablo II, quien aconseja constantemente a los políticos católicos explicitar su fe tal como lo hizo el polaco Lech Wallesa. Quizá el momento más álgido y de mayor tensión política durante el proceso electoral fue la coyuntura en que el Episcopado publicó: Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos (abril de 2000). Rivera, sus obispos aliados -Onésimo Cepeda- y sectores de la Secretaría de Estado del Vaticano, apelando a la moderación, opinaban que el documento debería salir a la luz pública después de concluidas las jornadas electorales. En el texto los obispos aplauden una posible "alternancia" en el poder y advierten una "regresión autoritaria aún por vía electoral". En el fondo era inocultable la simpatía hacia el candidato católico Fox por parte de la mayoría de los obispos mexicanos. A lo largo de este año, Norberto Rivera ha sido duramente criticado por defender e interceder ante el cardenal de Managua, Ovando y Bravo, a favor de Oscar Espinosa Villarreal y peor aún: por haber hecho una apología religiosa de la fortuna y de los dones del difunto profesor Carlos Hank González, ambos símbolos de la tradición más corrupta del antiguo régimen priísta. Dichas imprudencias políticas sólo muestran a un cardenal con profundos lazos de complicidad y dificultades para saber situarse ante las nuevas condiciones del país.
ƑCómo interpretar el nuevo protagonismo que se le otorga? Claro, algunos argumentarán que entregarle la UP no es para tanto, Ƒlo es? ƑQué lectura se puede hacer cuando un porcentaje importante de obispos votó por un personaje controvertido y emblemático, heredero de la cultura político religiosa del prigionismo eclesial? Creemos que esto es una señal, un signo de la toma de distancia reciente y acentuada de los obispos de cara al gobierno de Fox.
Ha pasado el periodo de gracia y al igual que muchos otros sectores políticos y sociales los obispos exigen resultados y retomarán sus reiteradas demandas ante un modelo económico que prácticamente es igual al de los últimos gobiernos priístas. Hay cierto desencanto entre el clero no sólo por las expectativas que levantó la alternancia, sino por las promesas incumplidas de un candidato católico que ofreció un decálogo que hoy parece letra muerta y que recogía reivindicaciones educativas, mediáticas, normativas y estructurales que la jerarquía ha demandado los últimos diez años. En suma, el nuevo posicionamiento del cardenal muestra un Episcopado que empieza a tomar distancia crítica y que muy probablemente está en vías de diseñar una nueva estrategia de presión. "Gran canciller", "gran canciller".