jueves Ť 6 Ť diciembre Ť 2001
Javier Oliva Posada
Doble nómina y el Gran Conspirador
La clase dirigente del PRI se apresta a dinamitar uno de sus muy escasos actos de legitimidad y democracia interna, como fue la reciente asamblea. Acostumbrados a las visiones y conductas patrimonialistas, que se agotan en el frenesí del corto plazo, han reaccionado con previsible, pero inusual enojo a la prohibición para ocupar un cargo de representación y desempeñar simultáneamente un puesto directivo partidista.
Ante la deposición del PRI del Poder Ejecutivo, los espacios laborales y políticos para sus cuadros y militantes quedaron drásticamente reducidos. La posibilidad para asegurar acuerdos mediante posiciones, por razones obvias, han propiciado un conjunto de desencuentros. Francamente, con la situación y características del naciente sistema político mexicano, desempeñar dos cargos hace difícil atender adecuadamente aquel que confirió el voto ciudadano. Recordemos casos de ausentismo como el del entonces senador por Sonora, Luis Donaldo Colosio, quien en ese momento también despachaba como presidente del CEN tricolor.
Con la tradición de una política sustentada en caudillos y, por lo tanto, con muy bajo nivel de argumentación ideológica y programática, esos mismos dirigentes han comenzado a manifestar sus dudas respecto del sentido de esa determinación de su militancia. Que si fue maniobra de uno para perjudicar a otro, que si la asamblea la ganó otro más, y así por el estilo. Esa percepción no denota sino el conformismo que genera la certeza de que hay un Gran Conspirador que puede manipular voluntades y votos a su antojo. Sea de un lado o del otro.
Ese argumento, el del Gran Conspirador (póngale el nombre que usted quiera), es un consuelo para pasar una mala noche. También supone que hay una visión de que ante el caos que puede desatarse, este agente habrá de contener y prever el desenlace de su maléfica obra. Pero cualquier persona que conozca o haya vivido una asamblea sabe perfectamente que para manipularla hay más riesgos de fractura y violencia que la obtención de los resultados forzados.
Mas también gravita en el ánimo de las caras y grupos tradicionales del PRI la percepción de que la democracia interna es el último bastión del autoritarismo generador de beneficios y recursos. ƑCómo creer que la militancia decidió por sí misma sin la "orientación" debida? ƑEs posible una asamblea soberana? Como no existe en sus parámetros analíticos semejante opción, luego entonces, fueron "los otros", las bases manipuladas al antojo de "ya saben quién". Pues sí, como expresaría Woody Allen: nuestros prejuicios nos ayudan a ver lo que queremos ver.
La anunciada lucha de titanes por la dirigencia nacional de ese partido, habrá de analizar si en realidad cuentan o no con el apoyo de lo que consideran "sus bases". Tal y como se observó en la asamblea y sus resultados, hay conclusiones que francamente llaman la atención, por ejemplo, 50 por ciento de las candidaturas a cargos de elección popular deberán ser ocupados por mujeres. Allí, por supuesto, también se lanzaron en contra los mismos que piden su doble nómina (Ƒcon doble moral?).
Por eso, señalar que habrán de "revisarse los resultados de la asamblea" deja traslucir con toda claridad que las resistencias a un ejercicio iniciado sin medir sus resultados, tomó por sorpresa a los más curtidos operadores priístas. Mientras tanto, el Gran Conspirador se retirará a sus aposentos a planear su siguiente golpe maestro luego de haber conducido con sapiencia y maestría la voluntad amable de los más de 11 mil delegados efectivos, organizados en cinco mesas y distribuidos en 17 tribunas. Qué tranquilidad, para propios y extraños.