JUEVES Ť 6 Ť DICIEMBRE Ť 2001

Martí Batres G.

Un año, dos gobiernos

No lo digo yo. No es solamente mi simpatía por el jefe de Gobierno del Distrito Federal. No es simplemente que su estilo de gobernar me entusiasma. Lo cierto es que el primer año de las gestiones de Vicente Fox y López Obrador arroja un balance negativo para el primero, y positivo para el segundo.

Prácticamente todos los estudios de opinión así lo indican. Vicente Fox vive un declive constante. Ni catastrófico ni total, pero sí consistente. Andrés Manuel López Obrador está, por su parte, en el punto más alto de aceptación ciudadana, incluso mayor al del momento de la elección del 2 de julio de 2000.

Las dificultades de ambos son las mismas: la recesión económica de Estados Unidos, los efectos negativos de los atentados del 11 de septiembre pasado en ese país, los retrasos estructurales, la escasez de recursos. Ambos gobernantes tienen, además, correlaciones adversas en los órganos legislativos correspondientes.

Sin embargo, López Obrador pudo salir a flote y Fox no. ƑPor qué? La clave en esta diferencia de resultados se encuentra en el tipo de decisiones que tomaron o que dejaron de tomar, y la estrategia que escogieron.

Fox prefirió mantener la constelación de aliados que venía de sus antecesores: gobierno de Estados Unidos, banqueros del Fobaproa, pequeñas elites empresariales, viejos grupos de interés. López Obrador, por su lado, decidió construir una base social popular de apoyo a su gobierno.

Mientras el Presidente de la República no ha tomado una sola decisión que tienda a cambiar los equilibrios prexistentes, el gobernante de la ciudad la ha inundado con bandos que anuncian cambios, incluso algunos controversiales.

Fox ofrece microcréditos con intereses usureros, y López Obrador otorga apoyos a la pequeña empresa con intereses bajísimos. Fox disminuye el subsidio al programa alimentario de Liconsa, y López Obrador amplía apoyos concretos a la tercera edad, discapacitados y madres solteras.

Fox se va de viaje al extranjero a la menor oportunidad, y López Obrador recorre colonias populares y unidades habitacionales.

Las prioridades de Vicente Fox son polarizantes y antipopulares: IVA a medicinas y alimentos, privatización de los energéticos, releccionismo. Los ejes básicos del programa de López Obrador encuentran gran respaldo social.

Fox no ha logrado posicionar en la población algún logro de su gobierno. En la ciudad la gente ubica la ayuda a la tercera edad como el principal resultado de la gestión gubernamental.

Fox ha recurrido al expediente de culpar al Congreso de sus desventuras. En tanto, aunque López Obrador cuenta con una Asamblea Legislativa opositora, ello no le ha impedido encontrar salidas a problemas para alcanzar objetivos, como lo demostró el caso de las preparatorias.

Ciertamente los adversarios de cada uno también han influido en estos resultados. La oposición a nivel nacional se ha distinguido por un discurso social y nacionalista, mientras que la oposición capitalina ha priorizado asuntos como el de los antros y tugurios.

Quedan cinco años. El gobierno de la ciudad tiene dos retos muy complejos: la reactivación de la economía local y el freno a la inseguridad. El gobierno federal todavía puede recuperarse, pero para ello tendría que dar un viraje profundo en sus alianzas y en sus objetivos programáticos. ƑEstará dispuesto?