VIERNES Ť 7 Ť DICIEMBRE Ť 2001
Phil Reeves
ƑTiene Sharon una estrategia para provocar la guerra?
Otro atentado suicida con bomba -el cuarto en cuatro días, aunque en esta ocasión, felizmente, falló- permitió que los incansables publicistas israelíes completaran, el pasado miércoles, transformación de Yasser Arafat en Osama Bin Laden II.
A medida de que desfilaban ante las cámaras de televisión para protestar contra la que pudo ser una nueva atrocidad contra civiles en Jerusalén, se observó un cambio en la línea diseñada por los voceros gubernamentales de Ariel Sharon.
Arafat -encerrado en sus cuarteles de Ramallah, Cisjordania- no sólo era culpable por su incapacidad para detener a atacantes suicidas que se infiltran en Israel con la misión de matar y herir, sino que los estaba enviando.
Esta aseveración -hecha a la BBC por uno de los principales spinmeisters oficiales, Arie Mekel- es la culminación de la campaña del gobierno de Sharon, que consiste en presentar el conflicto israelí-palestino como "una guerra contra el terror", que es parte de la nueva batalla global entre el bien y el mal, idéntica a la que con frecuencia hace referencia el presidente George W. Bush. En ella, Arafat y la Autoridad Palestina son los enemigos terroristas.
En Israel -donde áun existe confusión ante tres atentados suicidas que mataron a 25 personas en 12 horas- esta narrativa se vende fácilmente. El país ha enfrentado duros sobresaltos desde que comenzó la intifada, hace 14 meses. Incluso antes del horror del pasado fin de semana, muchos israelíes veían el conflicto en estos términos.
Pero no todos están convencidos. La Unión Europea dijo ayer que no comparte la opinión del gabinete israelí en cuanto a que la Autoridad Palestina sea "una entidad que apoya el terrorismo", y agregó que el Estado judío necesita un socio para combatir al extremismo y lograr la paz.
También existe considerable incomodid dentro de Israel. A sólo unos días de los actos de violencia de Hamas han empezado a elevarse voces críticas. Algunas se manifiestan contrarias a los bombardeos con F-16 y helicópteros artillados sobre las fuerzas de seguridad palestinas: las mismas instituciones que supuestamente deben capturar a los nacionalistas islámicos detrás de los atentados. Otros sostienen que la estrategia de Sharon no tiene nada que ver con la hacer la paz, sino que más bien es parte de un plan a largo plazo para declarar la guerra a Yasser Arafat, con la esperanza de reprimir finalmente las aspiraciones nacionalistas palestinas -al igual que los grupos armados que luchan por ellas- mediante la fuerza militar.
Alegaciones vuelan en todas direcciones dentro de la desolada ala izquierda israelí, de que el primer ministro de 73 años no es distinto en nada al comandante del ejército que utilizó asesinatos y bulldozers para ejercer la represión en la franja de Gaza en 1970, o del ministro de Defensa que inició la desastrosa invasión israelí a Líbano en 1982, en un intento por destruir a la OLP. Señalan también que ha dedicado toda su carrera a apoyar la ilegal construcción de asentamientos judíos, consolidando así la presencia israelí en la tierra capturada en 1967; un territorio considerado por la comunidad internacional (incluso por el aliado israelí, Estados Unidos), como una ocupación, pero que según Sharon, es parte de Israel.
''Los profetas del Apocalipsis estaban en lo cierto", escribió Tallie Lipkin-Shahak, prominente comentarista israelí con amplios contactos dentro del ejército. "Ariel Sharon está llevando a Israel al lugar que le es más familiar y querido: la guerra". Sostiene categóricamente que el primer ministro está emprendiendo un plan de combate a largo plazo que tendría el nombre clave de Pinos Altos.
"Para aquellos que han observado detenidamente, es claro y evidente que el primer ministro, actuando bajo los auspicios de un amplio consenso nacional y en busca de la unidad, socavará cualquier oportunidad de lograr un acuerdo, y capitalizará cualquier ocasión que se le dé, mediante actos de violencia e idiotez perpetrada por malignos dentro de la Autoridad Palestina y otras organizaciones de rechazo, con tal de alcanzar su objetivo".
Dentro del Partido Laborista, los nerviosos socios en la coalición de Sharon, las sospechas se centran en la posibilidad de que el plan del primr ministro es derrocar a la Autoridad Palestina y abandonar toda diplomacia para privilegiar la fuerza. Sus ministros, encabezados por Shimon Peres, abandonaron una reunión del gabinete israel la noche del lunes, antes de votar una declaración en la que se definió a la Autoridad Palestina como ''una entidad que apoya el terrorismo, y que debe ser enfrentada como tal".
Con todo, se espera que permanezcan en el gobierno. El ex ministro del Trabajo, Yossi Beilin, uno de los arquitectos de los acuerdos de Oslo de 1993, ha acusado a Sharon de planear una guerra que implicará un retroceso de años para Israel.
No es fácil pasar por alto la evidencia. Mientras que Sharon afirmó que estaba de acuerdo con el plan Mitchell, el proyecto estadunidense para la paz ha bloqueado dedicadamente su intauración al insistir en que, como condición para aplicarlo debe haber siete días de calma total, exigencia imposible de cumplir bajo cualquier circunstancia, especialmente mientras las ciudades y los poblados palestinos están bloqueados por tropas israelíes. Poco antes de la llegada, la semana pasada, del mediador estadunidense, Anthony Zinni, Sharon personalmente ordenó el asesinato de un líder militar de Hamas en Cisjordania.
Hamas respondió con un fin de semana de repugnante carnicería. Gush Shalom, un grupo pacifista israelí está entre aquellos que creen que Sharon tiene una estrategia para provocar una guerra."Visto desde la perspectiva de un primer ministro israelí con la determinación de mantener la ocupación israelí y los asentamientos en Cisjordania y Gaza, y aplastar cualquier emergente estadidad palestina, la campaña de Sharon de los últimos días tiene muchísimo sentido", dijo el vocero de la organización, Adam Keller.
Traducción: Gabriela Fonseca.
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