¿JUSTICIA O VENGANZA?
Kandahar,
el primero y último bastión del régimen talibán,
será entregada hoy. Los jefes militares atrincherados desde hace
semanas en esta ciudad del sur de Afganistán acordaron la rendición
con el futuro primer ministro del país, Hamid Karzai.
Según la versión de Abdul Salam Zaif, antiguo
embajador talibán en Pakistán, Karzai ha prometido una amnistía
al mullah Mohamed Omar y sus seguidores si renuncian a las prácticas
de terrorismo, posición que fue rechazada de inmediato por el secretario
de Defensa estadunidense, Donald Rumsfeld, quien anunció que no
habrá perdón para los capturados y que serán tratados
conforme a las leyes de guerra.
Es decir, que Estados Unidos tiene intención de
juzgar al mullah Omar y demás líderes talibanes en tribunales
militares estadunidenses, que pueden condenarlos a penas de muerte tras
juicios sumarísimos y sin apelación.
No sería ninguna sorpresa que en los próximos
días se llevaran a cabo este tipo de juicios con sus consecuentes
condenas capitales, en lugar de proceder ante jueces civiles y tribunales
con todas las garantías, en los que también se castiguen
todos los crímenes de guerra. ¿Justicia o venganza?
El presidente de EU, George Bush, se niega a aceptar las
condiciones de los rendidos por haber dado cobijo y apoyo al enemigo número
uno y principal sospechoso de los atentados del 11 de septiembre, Osama
Bin Laden. Y si Karazi y los grupos pashtunes que encabezan el asedio a
Kandahar hacen algo contrario a los planes de Bush -así sea apegado
a la justicia-, corren el mismo riesgo fatal que los talibanes, porque,
de algún modo, estarían protegiendo a los defensores del
sospechoso saudí.
Sin embargo, Karazi pactó para evitar más
muertes y ganar legitimidad en el cargo que le fue encomendado en la reciente
reunión de Bonn. En este sentido, la negativa de Bush puede generar
un innecesario derramamiento de sangre como el de Mazar-e-Sharif y complicar
aún más la situación para el gobierno interino.
Mientras rechazaba la amnistía, Rumsfeld relató
en pocas palabras la historia del poderío hegemónico de Estados
Unidos: "Si nuestros objetivos se vieran frustrados, preferiríamos
trabajar con otra gente". Derrocar gobiernos, imponer dictadores, financiar
guerras civiles y, en fin, construir un mundo a su antojo, siempre fiel
a sus intereses. Esa es la esencia del poder estadunidense, misma que hoy
se manifiesta -disfraza- como lucha por la libertad y la democracia.
Bombardearon un país en ruinas porque el talibán
protegía a Bin Laden, y no aceptarán algún tipo de
negociación hasta capturarlo o verlo muerto. Sin embargo, la anunciada
guerra contra el terrorismo evidentemente no termina en este punto. Afganistán
ya pagó con sangre y de no alinearse continuará el asedio
militar.
¿Quién sigue? ¿Los palestinos por
Arafat y la Jihad Islámica, enemigos de sus aliados incondicionales
israelíes, o el Hezbollah libanés, o los iraquíes
por Hussein gobernante, o cualquier otro gobierno, grupo o persona que
aparezca en sus listas de la inteligencia como "terrorista" o manifieste
oposición a las políticas estadunidenses? Una vez derrotado
el talibán, ¿hacia dónde apuntan los intereses de
Bush?
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