Espejo en Estados Unidos México, D.F. viernes 7 de diciembre de 2001
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Editorial

¿JUSTICIA O VENGANZA?

SOLKandahar, el primero y último bastión del régimen talibán, será entregada hoy. Los jefes militares atrincherados desde hace semanas en esta ciudad del sur de Afganistán acordaron la rendición con el futuro primer ministro del país, Hamid Karzai.

Según la versión de Abdul Salam Zaif, antiguo embajador talibán en Pakistán, Karzai ha prometido una amnistía al mullah Mohamed Omar y sus seguidores si renuncian a las prácticas de terrorismo, posición que fue rechazada de inmediato por el secretario de Defensa estadunidense, Donald Rumsfeld, quien anunció que no habrá perdón para los capturados y que serán tratados conforme a las leyes de guerra.

Es decir, que Estados Unidos tiene intención de juzgar al mullah Omar y demás líderes talibanes en tribunales militares estadunidenses, que pueden condenarlos a penas de muerte tras juicios sumarísimos y sin apelación. 

No sería ninguna sorpresa que en los próximos días se llevaran a cabo este tipo de juicios con sus consecuentes condenas capitales, en lugar de proceder ante jueces civiles y tribunales con todas las garantías, en los que también se castiguen todos los crímenes de guerra. ¿Justicia o venganza?

El presidente de EU, George Bush, se niega a aceptar las condiciones de los rendidos por haber dado cobijo y apoyo al enemigo número uno y principal sospechoso de los atentados del 11 de septiembre, Osama Bin Laden. Y si Karazi y los grupos pashtunes que encabezan el asedio a Kandahar hacen algo contrario a los planes de Bush -así sea apegado a la justicia-, corren el mismo riesgo fatal que los talibanes, porque, de algún modo, estarían protegiendo a los defensores del sospechoso saudí. 

Sin embargo, Karazi pactó para evitar más muertes y ganar legitimidad en el cargo que le fue encomendado en la reciente reunión de Bonn. En este sentido, la negativa de Bush puede generar un innecesario derramamiento de sangre como el de Mazar-e-Sharif y complicar aún más la situación para el gobierno interino.

Mientras rechazaba la amnistía, Rumsfeld relató en pocas palabras la historia del poderío hegemónico de Estados Unidos: "Si nuestros objetivos se vieran frustrados, preferiríamos trabajar con otra gente". Derrocar gobiernos, imponer dictadores, financiar guerras civiles y, en fin, construir un mundo a su antojo, siempre fiel a sus intereses. Esa es la esencia del poder estadunidense, misma que hoy se manifiesta -disfraza- como lucha por la libertad y la democracia. 

Bombardearon un país en ruinas porque el talibán protegía a Bin Laden, y no aceptarán algún tipo de negociación hasta capturarlo o verlo muerto. Sin embargo, la anunciada guerra contra el terrorismo evidentemente no termina en este punto. Afganistán ya pagó con sangre y de no alinearse continuará el asedio militar. 

¿Quién sigue? ¿Los palestinos por Arafat y la Jihad Islámica, enemigos de sus aliados incondicionales israelíes, o el Hezbollah libanés, o los iraquíes por Hussein gobernante, o cualquier otro gobierno, grupo o persona que aparezca en sus listas de la inteligencia como "terrorista" o manifieste oposición a las políticas estadunidenses? Una vez derrotado el talibán, ¿hacia dónde apuntan los intereses de Bush?
 

 

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