Lunes en la Ciencia, 17 de diciembre del 2001
Miguel Angel Porta Gándara y José Luis Fernández
El truco es sencillo y el resultado perfecto: se toma la grabación original, se eliminan por filtrado los sonidos de fondo, se recortan las letras o palabras de la voz con ayuda de un simple y didáctico software que se consigue gratis en internet (www.goldwave.com), se pegan donde se desee, se restablece el ruido de fondo, y ya está. Para los iniciados en el manejo de las ondas es fácil revisar el espectro magnificado en la pantalla, detectar posibles discontinuidades que resulten del pegado de letras y palabras en sitios distintos de la posición original del mensaje grabado, y con sólo arrastrar los trazos con el cursor, se corrigen. Simple, elegante, entretenido y muy didáctico. Sirve para recordar algunos asuntos básicos de la física de las ondas, para aprender sobre las características físicas del sonido y la acústica de fondo, para distinguir y, si se quiere, analizar dónde y cuándo se hizo la grabación, y es muy divertido. Esta fascinante tecnología puede también servir para detectar ilícitos (al analizar llamadas telefónicas de secuestradores, por ejemplo) y para cometer crímenes (al imputarle a alguien afirmaciones que nunca hizo, por ejemplo). La técnica es especialmente aplicable cuando se trata de personajes públicos, a quienes grabar acústicamente es sencillo. Lo malo es que ya no se le puede creer a la palabra grabada.
Estas técnicas digitales, que resultan en distorsiones y falsificaciones
indistinguibles de la realidad, pueden aplicarse lo mismo para "editar"
discursos o video, por ejemplo. Ya no sabremos si lo que vemos en televisión
u oímos en radio es cierto o falso. Desde luego, la próxima
vez que se pretenda fabricar una noticia con una grabación o una
filmación ilegal, sólo se engañará a los analfabetas
digitales.
Miguel Angel Porta Gándara es ingeniero en comunicaciones y electrónica e investigador nacional y José Luis Fernández es vicepresidente de la Academia Mexicana de Ingeniería
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