Lunes en la Ciencia, 17 de diciembre del 2001
Los peligros de vivir en la tiranía de la tecnología The big brother Miguel Rubio Godoy Nos gustaría creer que 1984 queda en un futuro todavía lejano. 1984, el símbolo. Los ciudadanos en el mundo imaginado por George Orwell en la famosa novela futurista se sabían observados todo el tiempo por el implacable sistema, llamado eufemísticamente "hermano mayor" (big brother). Y en el mundo de la mercadotecnia y la libertad absoluta que algunos nos quieren vender quizá ya estemos cerca de esa tétrica realidad.
Nuestro rostro es prácticamente igual de certero que una huella digital para identificarnos entre la multitud. El número telefónico que nos asignan proporciona un mapa de acceso a nuestra casa y el teléfono celular funge como etiqueta electrónica que rastrea nuestros movimientos. Las tarjetas de crédito dejan un rastro que eventualmente conduce a nuestro dinero en los bancos, las múltiples cámaras de video públicas y privadas en todas las grandes ciudades nos captan hasta 40 veces en un día. La mayor parte de esta información se usa para fines correctos o al menos esa es la premisa que justifica su obtención. Las cámaras de video en los principales cruceros urbanos sirven para observar el tráfico y ajustar los semáforos adecuadamente. Las credenciales de elector y las licencias de conducir con fotografías digitales sirven para procurar que sólo las personas que tengan derecho a votar y sepan manejar lo hagan. Los directorios telefónicos sirven para localizar a las personas en las grandes metrópolis. Incluso se han resuelto casos criminales al rastrear la posición exacta, minuto a minuto, de los malhechores gracias a que durante sus fechorías hicieron llamadas con sus teléfonos celulares. Todo suena muy bien; Ƒpero qué pasa cuando se es mal pensado y se le ocurren a uno otros usos de este espionaje "lícito"?
El lector atento con toda razón se preguntará a que viene a cuento en una sección de ciencia una diatriba semejante y tan disparatada colección de ejemplos. Todos ellos se han hecho posibles gracias al avance de la tecnología y ésta es la hija práctica del conocimiento científico. Desde luego no estoy ciegamente en contra de la tecnología ni su uso, pero el empleo adecuado y reglamentado de la misma es un aspecto que es necesario analizar y del que es importante estar conscientes. Conviene abordar estos asuntos antes de que, por ejemplo, se pueda secuenciar el material genético de cada sujeto y almacenar en alguna base de datos. Las piedras sirven para hacer puentes o para descalabrar; la manera en que se utilicen debe estar regida por sólidos principios éticos y sujeta al escrutinio público. No nos podemos permitir vivir en la tiranía de la tecnología y los abusos del hermano mayor. El autor es biomédico y actualmente cursa un doctorado en inmuno-parasitología de peces, en la Universidad de Bristol, en Inglaterra |