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Ť El coreógrafo francés ofrecerá
el día 23 su Sinfonía para un hombre solo
Celebrará Maurice Béjart 75 años
de vida con funciones de lo más selecto de su obra
Ť Presentará Lumière, su más
reciente pieza, que aborda el origen y el destino humano
Ť Durante sus varias visitas a México, el artista
ha construido una bitácora vital
PABLO ESPINOSA Y PL
Berna, 17 de diciembre. El gran coreógrafo
francés Maurice Béjart, fundador del Ballet del Siglo XX,
celebrará su cumpleaños 75 con cuatro programas que incluyen
lo más selecto de su obra. El aniversario del bailarín es
el 1o. de enero, pero el 23 de diciembre ofrecerá con su compañía
y escuela su ya clásica Sinfonía para un hombre solo,
que data de 1955, así como el solo de Hamlet, bailado
por Martin Vedel y un filme en el que aparece Vedel y otro donde se verá
al propio Béjart en ese papel.
El
público de Lausana, urbe donde el bailarín tiene su propia
compañía, vio la semana pasada algunas de sus coreografías
más inspiradas.
Su obra más reciente se titula Lumière
y es precisamente un estudio de la luz, una reflexión sobre el origen
y el destino final de la vida: la luz.
En febrero de este año preparaba este nuevo opus
en su estudio iluminado por una luz de paraíso en Lausanne, Suiza,
donde vive desde 1987 precisamente por su conjunción afortunada
de elementos vitales: además de la luz inigualable, el verde de
la vegetación, el colorido de las flores y la cercanía de
lagos y montañas nevadas donde habita la eternidad.
En México, Bejart es venerado desde siempre. A
principios de los años ochenta impactó con una trilogía
que presentó durante igual número de noches en el Palacio
de Bellas Artes: un programa Stravinsky (El pájaro de fuego,
Petroushka y La consagración de la primavera), un
programa Mahler (Lo que el amor me dice, Canciones de un caminante
y Adagio, entre otras obras) y un programa encabalgado en dos de
sus versiones de Bolero: la danza para un hombre solo y la danza
para cuerpo de baile masculino. Más recientemente, su homenaje a
la vida, con las figuras emblemáticas de Freddie Mercury, la música
de Queen, Mozart y la música de Mozart y Jorge Donn, su alter
ego, hicieron estallar en mil pedazos el palacio marmomerengue
entero y vuelto a juntarse esos pedacitos en vil y sublime carne humana.
Estilo ecléctico
El maestro confesó que de vez en cuando hace una
lista con los ballets que le gustaría rescatar y que incluyen Bolero,
con música de Ravel, su Consagración de la primavera
y El pájaro de fuego (Stravinski) o El mandarín
maravilloso, de Bela Bartok.
La consagración..., creada en 1959 para
el Thèatre de la Monnaie, de Bruselas, recibió respuesta
estusiasta del público, así que Béjart montó
la compañía Los Ballets del Siglo XX, basada en ese teatro.
Sin embargo, en 1953 había creado la Ballets Romantiques,
luego dirigió los Ballets de l'Etoile, más tarde el Ballet
Theatre de Maurice Béjart y actualmente el Béjart Ballet
Lausanne (BBL).
Sus propias preferencias coinciden con las del público,
que sigue pidiendo el Bolero, que data de 1961, o El pájaro...,
creado en 1970, el cual reúne desde un punto de vista coreográfico
todo lo que Béjart ha experimentado en 15 años de bailarín.
Esta semana Béjart presenta, entre otras piezas,
Lumière (Luz), inspirada en cantantes como el belga
Jacques Brel o la francesa Barbara. Entre sus obras más populares
figuran también Nijinsky y Clown de Dieu (1971), y
Ninth Symphony (La novena sinfonía), de 1964.
Caracterizado por un estilo ecléctico, que toma
elementos de muchos estilos de danza, Béjart ama el lado espectacular
de sus coreografías, puesto de manifiesto sobre todo en Heligábalo,
Molière imaginario o Nuestro Fausto. En 1997, con
Los supervivientes de Queen, el coreógrafo rindió
homenaje al que fue su primer bailarín, Jorge Donn y a Freddie Mercury,
líder de Queen, quienes murieron de sida. La primera representación
parisiense fue un suceso único, porque interpretaron en directo
The show must go on, con Elton John como cantante.
Entre los temas del grupo roquero británico, Béjart
intercaló piezas de Mozart, que murió a los 35 años,
diez años menos de vida de la que tuvieron Mercury o Donn. Este
montaje demostró que no puede existir distinción entre el
ballet clásico y el contemporáneo. ''Es una tontería
separarlos. Sólo tenemos que estudiar la historia. Yo he bailado
a Mozart y a Stockhausen. Igual que Pierre Boulez puede enfrentarse a Mozart
o a las más avanzadas partituras. Cuantas más técnicas
domine un bailarín, será mucho mejor", expresó Béjart.
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