Sami David

El papel de las instituciones en México

Resultado de luchas y esfuerzos sociales, las instituciones en México, aun las más estables, son susceptibles de ser redefinidas o adecuadas a la actual circunstancia que se vive. El pluralipartidismo, la ciudadanía cada vez más crítica y participativa, así como la preponderancia de los medios de comunicación, han cuestionado el papel y funcionalidad de estos organismos. ƑEs válido, entonces, observar la vigencia de las mismas, partiendo de la circunstancia de que modernizar presupone distinguir entre identidad y cambio? ƑHasta dónde es válido adecuar las instituciones para que realicen su acción dentro del actual contexto, o bien irrumpir en un movimiento de variación, articulando objetivos históricos fundamentales?

Acción y pensamiento concilian aspectos materiales e ideológicos con sentido práctico dentro del tejido social. Mas el problema de las instituciones sociales en México es que involucran la normalidad de la vida del país. El cambio, o adecuación, no debe darse hacia el vacío. Ni caer en lo que algunos denominan gatopardismo: cambiar para que las cosas sigan igual. Recordemos que un requisito sustancial para la vida democrática significa conservar el adecuado equilibrio de poderes. Ninguno debe predominar sobre el otro ni tratar de coaccionar en ningún sentido para fortalecer su esfera de influencia y de acción.

El papel de la crítica, el debate y la formación de consensos a través de los medios, se fundamentan en el pluripartidismo y en una política constructiva democrática, cada día más acorde con el tiempo que vivimos. Así, una política presidencial está obligada a conciliar la libertad de expresión con la responsabilidad social de prensa, radio y televisión. Aunque en tiempos electorales la injerencia de la publicidad, el uso del tiempo y espacio televisivos puede poner en riesgo el proyecto de nación a que aspiramos, al vender la simple imagen del aspirante, soslayando la experiencia, la capacidad e incluso su ideología. La sociedad ignora cómo dicho aspirante puede enfrentar los retos y desafíos que la nación tiene. La soberanía, la justicia, la democracia, la prosperidad social no son frases o lemas de campaña, sino valores fundamentales por los cuales se han peleado batallas capitales en nuestra historia. He aquí, entonces, las trampas de la fe mercadotécnica a las cuales las instituciones corren el riesgo de caer.

En este orden de ideas, también las estructuras y las instituciones económicas se llegan al tapete de la revisión. No sólo en el discurso y en el programa, sino en su misma aplicación. Hay conflicto en las instituciones políticas y en las prácticas de la lucha por el poder. Por supuesto que la nueva geografía política conforma una rica gama de posibilidades. Por ende, el tamaño de las burocracias y la rigidez de las relaciones internas en los organismos políticos entran en conflicto con la rapidez o con la dirección de las modificaciones -aplicaciones, diría- de las estructuras o modelos económicos. El afán del poder para servirse, no para aplicar la voluntad y vocación de servicio, va en detrimento de la institución política y social. La incompetencia a nada conduce. El discurso populachero, a veces contestatario, beligerante, provoca tensiones y tal vez sea nota periodística, pero no contribuye a la sana convivencia, a la dimensión social y democrática a la que en verdad aspiramos.

México se merece instituciones fuertes, robustecidas con una nueva mentalidad, abierta al cambio pero sustentada en los valores que le dan solidez y consistencia. Desechar, sí, lo que se deba cambiar, pero preservando la doctrina profunda, mesurada, de la experiencia para no deteriorar aún más la unidad nacional. "Una casa dividida no prevalecerá", sostiene la sentencia bíblica. México no debe caer en una crisis de legitimidad. Ninguna institución debe tambalearse. Hay signos claridosos que indican un ataque frontal, a veces soterrado, que pretenden minar, socavar la convivencia pacífica y civilizada. Sí, las instituciones son factibles de transformación. Hagámoslo, pero no en detrimento de la estabilidad nacional.

[email protected]