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Ť La nueva rebelión social se extiende
a la periferia de Buenos Aires y algunas provincias
Reprime la policía con balas de goma y gases
lacrimógenos nuevo cacerolazo
Ť Sindicatos piden a Rodríguez Saá despedir
a actuales funcionarios que estuvieron con Menem
Ť Renuncia el asesor de la jefatura de gabinete, Carlos
Grosso, quien es acusado de "corrupto"
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, 29 de diciembre. Poco antes de la
medianoche esta capital ar-dió de nuevo, en una nueva rebelión
popular que se extendió al conurbado y a algunos estados. Esta suerte
de manifestación expontánea se originó en los cacerolazos
que tuvieron lugar en distintos puntos de la capital y que confluyeron
en la Plaza de Mayo y la Plaza del Congreso.
Cuando
hubo intentos de provocar fuegos cerca de la Casa Rosada, la represión
policial se desató contra los manifestantes con gases lacrimógenos
y balas de goma.
En un principio no estuvo clara la naturaleza de esta
nueva movilización, pero pasada la medianoche diversos sindicatos
y una multitud de clase media dijeron que se entregaron cartas al presidente
interino, Adolfo Rodríguez Saá, en la que le exigían
la renuncia de "todos los corruptos", es decir, funcionarios de los gobiernos
del presidente Carlos Menem a los que designó para la nueva administración,
la renuncia de la Corte Suprema de Justicia, y la regularización
bancaria inmediata.
Esto último con el fin de que la gente pueda retirar
de los bancos sus ahorros, salarios e indemnizaciones de despido para sobrevivir.
Si bien en un principio reinó el te-mor de que
la movilización degenerara en saqueos y violencia, la consigna fue
manifestarse con banderas argentinas, eliminando toda alusión gremial
o partidaria.
Además, abundaron los carteles con fotos de Menem
y la leyenda "Cuidado, anda suelto". Miles de jóvenes habían
trepado por los monumentos públicos buscando una respuesta a sus
exigencias, entre ellas el fin de la injusticia y la impunidad en el país.
Por lo pronto el asesor de la je-fatura de gabinete designado
por Rodríguez Saá, Carlos Grosso, presentó su renuncia;
era uno de los principales corruptos señalados por los manifestantes.
Grosso fue alcalde de Buenos Aires designado por Menem,
y uno los primeros funcionarios en salir de dicho gobierno por acusaciones
de corrupción.
Las mafias en acción
La disputa por el poder peronista obligó a Rodríguez
Saá a aceptar a personajes que representaban a distintas líneas
de su partido, pe-ro que son considerados "siniestros" por la población.
La ciudadanía decidió ignorar acusaciones
de corrupción que surgieron contra Rodríguez Saá como
gobernador de la provincia de San Luis, pero no está dispuesta a
aceptar en el gobierno de emergencia a más personajes de
"las mafias" que caracterizaron los mandatos de Menem,
y también rechazan a políticos de la Unión Cívica
Radical, del ex presidente Fernando de la Rúa.
Nelson Castro, un analista, señaló que la
gente "repudió todo el pa-sado reciente, y con la grave situación
bancaria la interna peronista impuso figuras desgastadas por la corrupción
en un país que está a sólo centímetros del
abismo."
De su lado, una mujer que participaba en la protesta señaló:
"No hicimos esta rebelión para que se fuera un gobierno inmóvil
y el que lo remplazó nos trajera los fantasmas del pasado corrupto,
los mismos que nos dejaron en la calle".
Por la tarde la estación de trenes General Sarmiento,
en el populoso barrio de Once, desde la que parten trabajadores de la capital
hacia los barrios más humildes del conurbado, fue destruida e incendiada
por personas que habían ido a la capital a cobrar, sin éxito,
sus salarios, y que se encontraron con que había un paro de trenes
y que no podían pagar sus boletos.
En Buenos Aires desde esta tarde había automóviles
policiales y tanquetas recorriendo lugares del centro, en previsión
de una nueva reacción de la población ante la multiplicación
de los cacerolazos por toda la ciudad.
Entre otras cosas, abogados laborales que se manifestaron
ante la Corte Suprema de Justicia denunciaron que un juez de una cámara
federal pidió un amparo y logró retirar 200 mil dólares
de una caja de ahorro.
Como habíamos adelantado, las cacerolas estaban
esperando me-didas que solucionaran las emergencias de la población
desesperada, y a sólo ocho días después del cacerolazo
que derrocó a De la Rúa la gente volvió a salir a
las calles para advertir a los políticos que no puede esperar un
día más.
En al menos siete barrios de la capital como Caballito,
Congreso y otras zonas de Palermo y el centro, las cacerolas y la cohetería
volvieron a las calles, y había mi-les de familias caminando para
reunirse en distintos puntos para continuar la protesta que al parecer
se mantendría toda la noche.
El mensaje fundamental de esta noches cuando las cacerolas
y las exigencias han vuelto a las calles, indica que ya la clase política
ar-gentina está advertida de que la ac-ción popular no es
contra un partido u otro, sino que es una rebelión contra los 12
años en que el país lo ha perdido todo y ha llegado a una
situación insostenible.
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