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Alicia Alonso, directora del Ballet Nacional de
Cuba
Me recordarán en 200 años como bailarina,
no como ser humano
HUGO GARCIA FERNANDEZ JUVENTUD REBELDE
Matanzas, Cuba. Debemos cerrar la ventana porque
el trompetista de la casa de enfrente será entonces el entrevistado,
comenta divertida Alicia Alonso, quien nos recibe en su oficina del Ballet
Nacional de Cuba.
''Es un niño de unos doce años, que si no
llega a ser buen ejecutante, por lo menos sí es muy aplicado, porque
ensaya todos los días a la misma hora."
A
esa edad, según cuentan, también ella era muy dedicada a
sus clases. Algo de complicidad se esconde detrás de su rostro por
la recurrente coincidencia.
?En los comienzos de su aprendizaje fue criticada por
sus condiscípulas ante la imposibilidad de ellas de mostrar las
facultades que usted poseía, y su mamá tuvo que intervenir.
?Mi mamá era una persona encantadora. Ella no se
metía en nada del baile ni de las clases. Pero fui a casa y le dije,
llorando, que no podía levantar la pierna tan alto porque se veía
indecente (esa fue la palabra que usaron aquellas señoras delante
de mí, que era una niña chiquita). Yo tenía vergüenza,
y ella me dijo: '¡cómo dicen!' Entonces le preguntó
al profesor Nicolai Yavosrky cuán alta había que subir la
pierna y él le contestó que lo más alto posible. ''¿Entiendes,
Unguita? La que puede más, más'', terminó mi mamá.
--¿Esa actitud de su mamá fue el factor impulsor
de su vocación y de su genio artístico?
--No de mi vocación ni de lo que usted afirma, mi
genio artístico. Fue una lección de la vida, de cómo
escuchar y cómo utilizar el momento oportuno. Ella me enseñó
que cuando las cosas están bien hechas hay que seguir haciéndolas.
--¿Entonces su carácter fuerte con el cuerpo
de baile cuenta con un precedente?
--Con disciplina es como más se aprende, pero tengo
que reconocer que me pongo brava con facilidad.
De dama de la corte a Giselle
--El 29 de diciembre de 1931 marcó un hito para
usted.
--Ese día fue inolvidable, mi debut, en una función
de Pro Arte en el teatro Auditorium con lleno total. Inicialmente no bailaba,
figuraba como Cupido corriendo por el escenario con una guirnalda de flores
entre las manos. Pero como tenía tanta facilidad para memorizar
todos los papeles de una obra, empecé a repasar a mis compañeritas
el gran vals de La Bella Durmiente, y al sorprenderme el profesor
Yavosrky vio en mí más posibilidades y posteriormente me
dieron un papel, como una más, entre las doce damas de la corte.
Danzaba con un abanico en las manos al compás de la música
de Chaikovsky. Recuerdo el apuro en que me vi envuelta al trabarse el abanico
durante una evolución y sin experiencia salí del atolladero
con un movimiento rápido.
"Creo que la mayor satisfacción fue al terminar
la actuación. Además de los impresionantes aplausos, uno
de los contrabajistas de la Orquesta Sinfónica de La Habana se me
acercó para que le firmara un autógrafo en el programa de
la función y me profetizó que sería una gran artista."
--Su personalidad se identifica con Giselle. ¿Por
qué usted ha inmortalizado este ballet?
--Yo pienso que todos los ballet, los grandes clásicos
como El lago, Coppelia, el propio Giselle o La princesa
Aurora, no se pierden; duermen y tiene que venir alguien, les da un
beso, los despierta y así continúan.
Cuestión de tiempo
--Formó varias generaciones de bailarines en estos
años. ¿Cómo valora en el relevo el futuro del BNC?
--Nosotros tenemos una de las mejores compañías
del mundo, según dice la crítica especializada. Tenemos muchos
talentos, tanto femeninos como masculinos, bailarines hechos, varias generaciones,
y ha pasado suficiente tiempo para tener varias generaciones de bailarines.
"Lo que no se puede decir es quién es mejor que
otro, porque el tiempo es el que determina quién hace historia y
quién no. Un bailarín es cuestión de tiempo. No es
como un atleta que va a competir y en ese momento rompe el récord
y ya se hizo, llegó al máximo. El arte del ballet tiene el
esfuerzo físico grande de un atleta, pero el desarrollo artístico
viene con el tiempo. Es escribir un libro, pero esta vez el libro de su
arte.
--Ha sido motivo de inspiración para diversos poetas
y compositores.
--Es una cosa muy linda poder decir eso y creo que es uno
de los grandes aplausos que puede recibir una bailarina.
--El BNC es un fiel exponente de nuestra identidad. ¿Cómo
se demuestra ante el mundo?
--El BNC ha roto esquemas en la forma y es un fiel exponente
de nuestra identidad nacional. Los mismos pasos que hacen otros bailarines,
compañías y escuelas, nosotros los combinamos coreográficamente
y los interpretamos musicalmente. Desde luego, nuestros coreógrafos
usan diferentes temas y hoy en día hemos introducido en la propia
coreografía pasos inspirados en nuestro folclor latinoamericano
y con combinaciones internacionales.
"Hemos enriquecido el mundo del ballet con nuevos gestos
en nuestra interpretación, pero donde más se da cuenta uno
es en los grandes clásicos. Por ejemplo, en Giselle hacemos
la misma coreografía internacional, los mismos pasos, pero le damos
un acento, un valor diferente en la forma de proyectarnos, de ligar un
movimiento con otro, y sobre todo, la interpretación musical. Nosotros
bailamos con el acento arriba, muy aéreo. Eso es típico nuestro
y bailamos mucho con el compañero. Cuando bailamos con el compañero
lo miramos, se siente el masculino y el femenino."
''Viviré 200 años''
--La crítica dice, metafóricamente, que Alicia
siempre bailará.
--(Sonríe y luego se pone seria.) Estoy de acuerdo
con ellos. Cuando en un futuro, después de 200 años, porque
yo aspiro a vivir 200 años (vuelve a sonreír con cierta picardía),
cuando piensen aquellos que se acuerden de mí o hablen de Alicia
Alonso, no pensarán en Alicia Alonso como un ser humano, sino como
una bailarina.
--¿Cómo piensa que pasará a la historia?
--No sé cómo pasaré a la historia,
pero sé que he bailado toda mi vida y seguiré bailando eternamente.
--¿No se imaginaría un argumento para el
ballet sobre su vida?
--Sí. He tenido una vida muy rica. Cuando leo la
historia de otras bailarinas, pues veo que la mía es muy completa,
muy llena. Creo que si usted escoge diferentes facetas de mi vida artística,
física (el padecimiento de mi vista) o política, se da cuenta
de que ha sido una vida muy llena y son como tres o cuatro vidas en una.
--¿Qué personalidades le han impresionado
más?
--Todas las que he conocido, que son personas que han logrado
vencer la barrera de su arte, esa barrera que tiene uno que o la pasa o
se queda. Esas que han llegado a asumir un puesto en la historia, en su
posición artística en general, para mí son de admirar.
--¿Considera a Igor Youskevitch su mejor pareja
de baile?
--He tenido buenos bailarines. He bailado con figuras hechas
y con las que he formado. Igor cubrió una etapa de la carrera nuestra,
porque él se retiró después que dejó de bailar
conmigo. Bailamos juntos como 12 años, y cuando uno baila doce años
con una figura como él, uno de los mejores del mundo, siento que
eso ha sido y es hacer historia, porque es un tremendo bailarín
internacional.
Picasso, persona fabulosa
--¿Cómo fue su encuentro con Pablo Picasso?
--Fue un día de su cumpleaños. Me invitó
a ir allá y fue muy gracioso. Le bailé Don Quijote,
el pas de deux, y él estaba encantado con la cubana, pero
encantado... Nos reíamos mucho. Recuerdo que saltó de pronto
sobre la mesa y empezó a bailar, porque estaban ofreciendo una comida
al aire libre. Estamos hablando de un genio, de una persona fabulosa.
--¿Qué emociones experimenta cuando asiste
al teatro como espectadora?
--Como sé las cosas que van a salir, mis músculos
empiezan a trabajar como si estuviera en el escenario, y ¡qué
va!, salgo muerta.
--Dicen que es tremenda aficionada a la música.
--Cómo no. Pero con la música me pongo a
bailar. Yo la música la oigo porque la veo en movimiento. Cuando
oigo una sinfonía estoy creando en mi mente un ballet. Lo que a
mí me relaja mucho es la música de piano, me encanta acostarme
a dormir por las noches y poner un concierto de piano solo, sin orquesta.
Enseguida me duermo.
--Para Alicia ¿cuál es la misión de
un artista?
--Una vez que uno llega a tener un nombre y está
ante un público, ya contrae un compromiso, porque el artista es
un modelo. Tenemos que pensar en nuestra responsabilidad ante la juventud
y la cultura del ser humano. Un artista da cultura artística. Se
hace difícil, pero tiene que asumir esa misión si quiere,
a mi parecer, crecer en su arte.
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