Agoniza la XELA; trasmitió durante 60 años buena música

JAIME WHALEY

Los melómanos sufrirán un duro golpe, una patada dicho literalmente, cuando a partir del 2 de enero la XELA, emisora identificada con la trasmisión de buena música, salga del espectro de la amplitud modulada para dejarle su frecuencia a una de carácter deportivo.

Luego de 60 años de trasmisiones en los 830 kilohertz del cuadrante, la XELA pasará ahora a la Internet, donde continuará con su programación dedicada a la música clásica.

Aunque reconoce que el cambio será de difícil asimilación para el auditorio, Haydee Catalán Olvera, una de las locutoras, acepta que hay que ir con los tiempos tecnológicos "si tenemos deseos de trasmitir cultura, lo podemos hacer por cualquier medio. Cuando empezó la televisión pensamos que la radio se acabaría y no fue así'', señala desde una de las modernas cabinas de la emisora perteneciente al Grupo Imagen, en las Lomas de Chapultepec, donde la gerente de la XELA, María del Rayo Monteagudo, no pudo ser localizada para un comentario al respecto.

La medida pone fin a una historia comenzada el 5 de julio de 1940, cuando la estación fue fundada por José Luis Fernández Soto y, de acuerdo con la expresado por Catalán Olvera, cuya licencia de locutora data de 1966, obedece a que a los patrocinadores ''les interesa más lo que vende, en este caso el deporte".

La XELA, sin duda, ha sido compañera obligada en muchos hogares de la capital y no han sido pocas las legiones de adictos a la música que ha fomentado en todo este tiempo. La actual barra de programación contiene espacios como Los grandes maestros de la música, El piano y sus intérpretes, Discoteca del coleccionista, El compositor de la semana y En el siglo de la música barroca.

Incluye también emisiones tradicionales como La hora sinfónica Corona, quizás el programa más antiguo de la radio en México con el mismo patrocinador y 59 años ininterrumpidos al aire, "para acompañar la hora de la comida", diariamente de 15 a 16 horas. Los cortes entre programas o para dar la señal de la llamada de la estación son identificados con el tañido de uno de los relojes más celebres, el Big Ben de Londres.

Hasta hace un par de días la estación no daba aún cuenta a su auditorio del cambio que se hizo público la semana pasada cuando la Radio Sportiva anunció, en un desplegado en los diarios deportivos capitalinos, su salida del Grupo ACIR para incorporarse, a partir del 2 de enero, a la frecuencia de los 830 kilohertz, y aunque se continuará con las emisiones por medio de la cibernética, en un principio sin anunciantes, no han sido pocos los escuchas que se han comunicado a la estación para manifestar su inconformidad.

Catalán Olvera, quien trabaja el turno vespertino, dice que no debe haber tristeza, pues a lo largo de la vida hay ciclos que terminan; mientras tanto quienes por razones económicas no llegan aún a poseer una computadora seguramente echarán de menos las rúbricas de la estación, Así hablaba Zaratustra, de Richard Strauss, y el preludio al acto segundo de la ópera Lohengrim, de Richard Wagner.

Ni hablar. Pero, como diría la misma Haydee Catalán Olvera, en frase secuestrada a D'Amicis, la vida está llena de separaciones.