17an1esp
ANDANZAS
El futuro ya pasó
Ť Colombia Moya
Y NO SE trata de pesimismo, negatividad, o poca fe, porque al menos el futuro que vislumbramos en nuestra educación judeo cristiana, lleno de fe, esperanza y caridad, ya no existe. Es cosa del pasado. Es un saco de sueños que se precipitó velozmente por la empinada pendiente del parte aguas de la historia reciente del siglo XXI.
EL ESPECTACULO DE la maga de la intriga, la cuna del ballet, resplandecientes genial y portentoso, donde se tocaba, bailaba y cantaba, y también se envenenaba, se asesinaba y se llevaba a cabo una de las más feroces luchas religiosas de la historia, bajo el reinado de Carlos IX de Francia, y el verdadero cerebro protagonista de este pasaje desafortunado, Catalina de Médicis. Una madre que sólo deseaba, según algunos historiadores, lo mejor para sus hijos, inclusive enviarlos a mejor vida en el Paraíso.
LA MATANZA DE hugonotes en París en el siglo XVI, en aquella memorable noche de San Bartolomé, las jaurías de fanáticos asesinos católicos, con la consigna "por la misa y el Papa", con su insignia blanca atada al brazo, como guante, o en el sombrero, entraron a las casas de los hugonotes o creyentes de la religión reformada o protestantes, previamente marcadas sus puertas con una cruz blanca, mientras éstos dormían, indefensos y desprevenidos, confiados en las negociaciones de una paz largamente anhelada y con todas las señas de la mejor intención.
LA MEMORABLE TRAICION de los franceses, la encarnizada matanza y saqueo de hombres, mujeres, niños y ancianos en las vidas y pertenencias de los hugonotes, llenó de vergüenza, durante siglos el espíritu humano y demostró, una vez más, que en nombre de la religión, en nombre de Dios, los políticos, los gobernantes sin entrañas ni escrúpulos, asusados por la ceguera de su propia ambición y codicia sin límites, eran capaces de enardecer pueblos enteros y llevarlos al precipicio de las más vergonzosas acciones y viles guerras sin cuartel.
TIEMPOS QUE CREIAMOS pasados, lecciones de la historia que descubrimos en los libros de la escuela, no sin un estremecimiento de terror, y que un tanto aliviados decíamos en nuestro interior... ''qué tiempos aquellos, qué horror, menos mal que ya pasaron", ahora somos "civilizados", hemos avanzado, las organizaciones mundiales, la justicia y la democracia en la mano de los hombres ha mejorado. Pero que va. Ahora, el espectáculo de la muerte no se realiza en los grandes bailes de palacio, se celebra en la televisión y los medios masivos con cara de "noticia", donde todos mentimos y dos mil años de civilización se van por la coladera en esta guerra total, al menos de nervios, porque todos somos rehenes de la ''democracia". Su santo nombre, su irrefutable consigna de muerte a los terroristas, pone en vilo y emplaza a muerte al hombre o a quienquiera que piense tan solo diferente a la democracia, se enreda y devora su propia lengua; y la mentira, balsa de los sobrevivientes, navega en el caldo espeso del miedo y el terror cotidiano; nos hemos quedado sin piso, con los pies colgando en el vacío al capricho de los vientos globalizados de la guerra de los ricos, donde todos somos nada ni nadie, sólo cifras o consumidores.
AHORA ES DIFERENTE a todo. La humanidad inicia, ya sin máscaras ni escondrijos, a partir de la gran explosión de septiembre, una nueva etapa. Nos dirigimos, como sucedió con las historias de Julio Verne, a la materialización, tal vez de la guerra total del planeta y sus recursos, donde los años son los grandes imperios económicos, y los parias, los rebeldes, apenas podrán encontrar refugio pasajero en las entrañas, la tierra; la señora democracia, enloquecida, se lanza a la conquista del espacio y otros mundos que descubrir y por supuesto "liberar" o dominar, otra vez, en nombre de Dios.
LA FANTASTICA IMAGINACION de escritores y cineastas, con sus aliens y bastardos engendros robotizados, tal vez no esté muy lejana de nuestra realidad, pues no sabemos realmente nada de lo que se trama a nuestras espaldas, mientras somos vendidos como esclavos; un nuevo orden mundial se fragua y el futuro que soñamos ya no existe. Sigamos pues bailando, rezando o creyendo en los héroes deshojados por la infamia. Guardemos la vida y la esperanza con dos pesos más de entusiasmo. Qué hacer, así son las cosas. Inventemos un nuevo futuro. Ahí está, ya lo conoceremos, ya nos mostrará su nuevo rostro y el nuevo catecismo. Aprendamos a convivir con el cotidiano rostro de la muerte en las noticias a la hora del café, todos somos hermanitos; aprendamos a vivir con el rostro camaleónico del cinismo, la infamia, la burla, la deshonra, la ignominia. Pero sobre todo, apreciemos aún este trozo de cielo, esté país invencible en su propio drama y su propia esperanza, hagamos votos porque nunca seamos anexados a nada o nos planten una base cualquier en nuestro territorio. Deseamos, sin embargo, un mejor futuro para todos.
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