021a1eco Alejandro Nadal Quiebra soberana: experimenta el FMI en Argentina Durante las crisis financieras de los años 90 varias organizaciones civiles propusieron establecer un mecanismo similar al del capítulo 11 de la legislación sobre quiebras y concursos mercantiles en Estados Unidos. Ese mecanismo tendría dos ventajas: permitiría una distribución de riesgos más equitativa y ayudaría a restructurar la deuda sin un costo social tan elevado. En lugar de un rescate para los acreedores, se sugería un mecanismo para levantar una economía. Pero, como dice el refrán, cuidado con lo que deseas. Puede ser que lo obtengas. Ahora, en el seno del FMI se ha introducido una propuesta similar para la restructuración de deudas soberanas. Se trata de un proceso análogo al de una quiebra comercial en la que la empresa en bancarrota recibe crédito de habilitación para continuar pagando sus deudas. El mecanismo formal para restructurar la deuda externa permitiría a un país deudor solicitar al FMI una suspensión de pagos para renegociar calendarios de vencimiento, quitas al principal y reducciones en tasas de interés. El proceso permitiría restructurar ordenadamente una deuda soberana cuyo servicio fuera insostenible y serviría para garantizar la continuidad de los pagos. Durante el proceso de ajuste y renegociación se aceptaría incluso la posibilidad de un régimen (temporal) de control de cambios con el fin de evitar salida masiva de fondos. Esto confirma que el FMI considera una revisión a fondo del artículo IV sobre régimen cambiario del Convenio Constitutivo. El nuevo mecanismo es la primera gran propuesta del FMI relacionada con la arquitectura financiera internacional que comenzó a discutirse a raíz de la crisis mexicana de diciembre 1994. Y coincide con la negativa de apoyo al gobierno de la Rúa el mes pasado. La crisis argentina sería la primera quiebra soberana que serviría de conejillo de Indias para diseñar el nuevo mecanismo del FMI. Desgraciadamente, el rechazo del fondo al pedido de ayuda contribuyó a llevar a Argentina al colapso institucional, y no se hizo para facilitar la restructuración ordenada de la deuda,. De hecho, el mismo FMI alega que la ayuda se negó porque el gobierno argentino no había cumplido la meta de cero déficit. La restructuración de la deuda externa argentina es indispensable. Ese débito rebasó los 142 mil millones de dólares (mmdd) a finales de septiembre de 2001. De ese monto, más de 42 mil millones de dólares tenían fecha de vencimiento inferior a un año. Y la restructuración de la deuda argentina se hizo con una tasa de interés real que llegó a alcanzar 10 por ciento. El servicio de la deuda es insostenible y la ayuda del FMI sería útil para restructurarla. Pero el FMI considera que puede darse el lujo de dejar caer la economía argentina porque supone que el riesgo de contagio es muy reducido. España, Brasil y Chile, las tres economías más susceptibles de verse contagiadas por el colapso argentino se habían preparado desde hace meses, incluso a través de operaciones de reaseguro. Los mercados ya habían descontado el efecto de una devaluación del peso argentino de 40 por ciento. Un indicio de lo anterior es que en Brasil, por ejemplo, el real se apreció y la bolsa se desempeñó bien. Así que el FMI no arriesga nada. Puede ensayar a escala piloto el mecanismo de quiebra soberana sin arriesgar el contagio a otros mercados. El colapso argentino deletrea claramente otro fracaso del modelo neoliberal. La apertura comercial en el marco de paridad artificial es probablemente el caso más extremo de liberalización comercial, como muestra del deterioro de las cuentas externas argentinas. La corrupción se dio en un proceso de privatización y desregulación irresponsable. Así que el FMI intentará un nuevo rescate político del modelo neoliberal, pero exponiéndose menos que en otros casos. En ese ensayo, el papel del FMI no será distinto al de otros proceso de ajuste estructural. Sólo que esta vez no arriesgará recursos para rescatar a inversionistas privados. La posición del organismo es muy clara. Primero, no ayudará a restructurar la deuda a menos que se alcance la meta de déficit fiscal cero. Segundo, deberá imponerse la reforma laboral a la manera que aconsejan los funcionarios del FMI y del Banco Mundial. Tercero, se aplicarán las demás condiciones del paquete estándar del FMI sobre política macroeconómica. La crisis puede agravarse, pero no habrá ayuda para restructurar la deuda si no se cumplen estas condiciones. El colapso institucional del Estado argentino sólo puede resolverse en el plano político. El ensayo del FMI no puede ofrecer nada en ese plano. El pueblo argentino deberá dar la última respuesta.
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