07aa1esp Ian Herbert Un café, un té y dos churros, por favor El negocio va viento en popa en el primer café cannabis de Inglaterra, el Dutch Experience en Stockport. Herbert se incluye entre la multitud y descubre que su propietario, Colin Davies, ya tiene grandes planes para el futuro. La primera sospecha de que algo está ligeramente prohibido está cerca del estudio de tarot de Marge y el gimnasio Uniline, en las calles de Stockport; viene de la actitud de unos escolapios que andan rondando la esquina de la calle Bridgefield. "Lánzate y tráenos algo, hermano", le ruega Dave, cuya complexión y acompañantes -tres ex uniformados- en poco colaboran para darles fe a su arrojado reclamo de que ya tiene 18 años. ¿Traerles qué? Lo que venden ahí. Se refiere a la yerba. Cualquier escolar -que se respete- de Stockport sabe que la Dutch Experience (La Experiencia Holandesa), el primer café británico de estilo americano, está en el sótano del salón de Marge, aun cuando esté aprendiendo dolorosamente que no podrá poner las manos en la mercancía tal como lo hace con sus barras de Mars (chocolate), y no se diga en los paquetes de la resina libanesa dorada que cuestan 15 libras esterlinas o del pasto de zorrillo. En el lugar ya hay un cementerio de tarjetas de identidad falsas colocado atrás de la barra, donde se sirve el café, que es el testimonio del rigor con que se aplica la disposición de no vender la mercancía a menores de 18 años; la tarjeta de Dave ya está en ese lugar, lo que evidencia que él ya anduvo por ahí hace algún tiempo. Entre la animada charla y un delicioso aroma de mariguana a media tarde, Colin Davies, el propietario de 44 años, semeja un hombre que bien podría disfrutar de un churrito. Los chicos menores de edad han intentado entrar desde la hora de la comida, alguien ya atascó la mesita del futbolito y los incesantes pedidos de los tés de 40 peniques y los cafés de 50 peniques han disminuido su provisión de leche y aún quedan seis largas horas para el cierre del negocio. "Comencé a pedirle al lechero que me trajese cuatro litros diarios", aclara Davies, en tanto observa a uno de los meseros servir de unas botellas de leche descremada. "Incrementé los pedidos a 12 litros y ni así nos damos abasto." Davies se tropezó con una mina de oro cuando puso el café en sociedad con Nol van Scheik, creador del concepto café.cannabis en Amsterdam, hace apenas un par de meses. A la fecha, el negocio atrae unos 500 clientes a la semana y nunca hay menos de 50 entre el mediodía y la hora del cierre, las 10 de la noche. Una segunda sucursal de la Exp Holand se abrió recientemente en Worthing y ya se tienen planeados otros sitios en Dundee, Preston y la vecina Manchester. Un reporte publicado recientemente en el periódico científico Drug and Alcohol Findings (hallazgos de Drogas y Alcohol) que versa sobre los asuntos locales, sostiene que no será lesivo para la operación de un negocio de este tipo, ya que en él se hace un llamado para instalar más establecimientos de estos, pues resuelven muchos de los problemas de salud tradicionalmente asociados con el uso de la cannabis y podrían ayudar a reducir el índice de muertes relacionadas con las drogas. Para Davies esto representa un largo andar desde que estuvo en el salón fumador para pacientes de un hospital en Sheffield, lugar en el que se reponía de una lesión en la espina dorsal y en el que durante la Navidad de 1995, en tanto estaba con los dolores apaciguados por la morfina, se topó con la víctima parapléjica de un accidente automovilístico, quien le recomendó la cannabis para los dolores. Ella compartió su churro con él y cuando comenzaba a recibir los beneficios de la fumada, se apareció su padre para llevarlo de nuevo a su cuarto. A Davies le hubiera venido bien más cannabis de inmediato, pero debido a que su accidente había terminado con su promisoria carrera en las artes de la carpintería y los beneficios sociales proporcionados por el Estado, únicamente le proveían de 65 libras esterlinas al mes para su subsistencia, así comenzó a cultivar su propia mariguana. Al cabo de un año que Davies había conocido a otros cuatro pacientes que se encontraban en el mismo predicamento y cada uno empezó a colaborar para comprar las semillas que se cultivaban en un cuarto de su casa y se enviaban a sus destinatarios por correo. Así quedó establecida la Cooperativa de Mariguana Medicinal, empresa como las que según sabía funcionaban de manera similar en Estados Unidos... Davies comenzaba a atraer la atención de la comunidad médica cuando una redada policiaca lo atrapó y se le siguió un juicio en la Corte de Manchester por intento de proveer droga. Cuando le fueron retirados los cargos por los testimonios de pacientes de Edinburgo y de Leeds, ello le representó un nuevo giro. "Fue uno de esos obsequios que te da la vida", señala. Eso significaba que se había esparcido la palabra en cuanto a la existencia de su cooperativa y docenas de personas que padecían del dolor de la esclerosis múltiple y artritis reumatoide ya no tendrían que hacer los viajes clandestinos para sus encuentros con los vendedores callejeros. De inmediato 200 pacientes se apuntaron con la debida autorización por escrito de sus médicos de cabecera. Muchos de ellos optaron por seguir recibiendo sus dosis de cannabis en los sobres cafés en lugar de ir al cafecito bohemio con sus lámparas victorianas y sus persianas color salmón y mesitas de color chícharo. Ahora las escenas de sillas de ruedas que son empujadas hacia vehículos en la calle Bridgefield son algo común. En ellas va gente como Jane, la paciente milagrosa de Davies, quien ingresó en 1986 ciega a causa de una esclerosis múltiple. Su médico de cabecera da fe de las mejoras notables en su salud desde que empezó a usar la cannabis de alta calidad de Davies, hace 12 meses. "Es la calidad de la yerba, mucho mejor de lo que puedes encontrar en la calle", dice, y agrega que la yerba es gratis y le llega a los huesos de mejor forma; es un analgésico mejor que los que le receta su médico. Otros clientes incluyen a Kate Bradley, ex integrante de la fuerza antinarcóticos de la policía de West Midlands, quien ha fumado cannabis desde que le fue diagnosticada una esclerosis múltiple en 1991 y apoya el proyecto. También está Laurence Brearley, de 57 años, quien era chofer y llega cada 15 días en taxi pagado por Davies. "Esto es el servicio de salud de la mariguana", bromea Davies, quien se muestra satisfecho de la concurrencia tan ecléctica que tiene su café, que ha cumplido el propósito de proveer mariguana subsidiada por los fumadores sociales a quienes la necesiten para uso médico. "La gente que anda en silla de ruedas debe recibir sus dosis en forma gratuita y eso es lo que estamos logrando", aclara Davies. Traducción: Jaime Whaley
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