Ť Olvidada y oculta, la realidad indígena, dice el cardenal
Etchegaray: la paz nerviosa en Chiapas preocupa al Vaticano
Ť ''Es un volcán en calma que puede explotar en cualquier momento''
BERNARDO BARRANCO V.
Convencido de que el papel de la Iglesia debe ser el de ''concientización'' en América Latina y que una de las causas de la actual crisis de la religión es porque ''los cristianos viven de una manera muy conformista'', el cardenal Roger Etchegaray reafirma el interés del Vaticano en México y, particularmente, por la situación en Chiapas, donde se vive ''un periodo de paz ilusorio, tenso, nervioso. Aún no se llega a la verdadera paz''. Lo resume en una metáfora: ''Es como un volcán en calma'' que puede explotar en cualquier momento.
Alto y en plena forma a sus casi 80 años, Etchegaray concede una entrevista a La Jornada, minutos antes de recibir el doctorado honoris causa que le otorgó la Universidad Iberoamericana. No elude ninguna de las preguntas. Concede, con una sonrisa y una expresión pícara, que la sucesión de Juan Pablo II ''no es una cuestión que me preocupe mucho'', aunque la mayoría de los especialistas siempre mencionan su nombre en la lista de los papables y se le reconoce un destacado trabajo diplomático en China y, en especial, en Cuba, donde su labor de mediación con el régimen culminó con la histórica visita de Juan Pablo II a la isla caribeña en 1998. Etchegaray es ubicado por los vaticanólogos como contrapeso a la figura del poderoso secretario de Estado, cardenal Angelo Sodano.
Sin ahondar en el tema de la canonización de Juan Diego, Etchegaray prefiere abundar en el papel de la Iglesia católica frente a las comunidades indígenas y subraya que la situación con respecto a esta población ''no está resuelta, no está arreglada, es una cuestión de solidaridad nacional'' . Afirma que el trabajo principal de la Iglesia es ''promover a los indígenas por ellos mismos, conscientes de su propia dignidad y también de su propia responsabilidad''.
Actitud católica frente a la globalización
Etchegaray también reflexiona sobre la actitud católica frente a la globalización: ''El hombre, como dice la Iglesia, no es sólo homus economicus. El hombre tiene otras dimensiones, horizontal y vertical. Es la dimensión religiosa que cuenta mucho''. El cardenal afirma que ''el desafío más grande para la Iglesia es cómo los cristianos pueden hacer frente a este choque de una nueva civilización''.
La presencia en México de este alto jerarca vaticano refrescó el opaco ambiente eclesial mexicano y constituyó un preludio a la posible próxima visita del papa Juan Pablo II, por quinta ocasión. Etchegaray se ha desempeñado como primer presidente de la Conferencia Episcopal Europea (1971-1979), como presidente de la Pontificia Comisión Iustitia et Pax y del pontificio Consejo Cor Unum (1984-1988), y nombrado por el Papa como presidente del Consejo y del Comité Central para el Jubileo del Año Santo 2000. Se le reconoce como un contrapeso a las polémicas posiciones políticas del cardenal Angelo Sodano en temas como la apasionada defensa de Augusto Pinochet, las posiciones pro estadunidenses en la Guerra del Golfo Pérsico y sus oscuras alianzas con personajes de la derecha italiana, como Gianfranco Fini.
A continuación, la entrevista realizada en la biblioteca de la Universidad Iberoamericana.
-ƑCuáles son sus principales impresiones de su visita a México?
-Es difícil hacer una evaluación sobre una visita breve de apenas una semana. Pero fue una semana densa, muy completa, llena de contactos. Además, no es mi primer viaje a México, he tenido la oportunidad de estar en este país en otras ocasiones. Ahora vine con mucha alegría, ustedes saben que México es un país atrayente. Sinceramente, me atrae por su complejidad. México es difícil de comprender, hace falta tiempo y paciencia. Uno debe dejar sumergirse un poco en el país. Los periodistas mexicanos tienen olfato, son muy perspicaces y de inmediato han comprendido el interés que tiene el Papa, que yo represento actualmente, por las poblaciones indígenas que están marcadas por las situaciones de pobreza, de desigualdad social y de ausencia de respeto por su dignidad. Y la violencia en torno a todos ellos.
''Si pudiera hacer una evaluación diría que mi breve visita me ha permitido ver, junto con la población mexicana, que este problema no está resuelto, que no está arreglado y que es una cuestión de solidaridad nacional. Esto es lo importante. Lo indígena es un problema tan complejo que necesita del concurso y aporte de todas la fuerzas vivas de todo el pueblo mexicano. Especialmente creo que gracias a los medios de comunicación, la reflexión también podrá avanzar.''
-ƑQué quiso usted decir cuando declaró que en Chiapas se vive una ''paz nerviosa''?
-En efecto, los periódicos retoman esta expresión curiosa de ''paz nerviosa'', es decir, supuestamente se vive una paz ''aparente''. No hay como había antes, los conflictos armados, las luchas, a simple vista se vive un periodo de ''paz aparente'', a pesar de que hay todavía y de manera esporádica ciertos enfrentamientos, ahora este periodo de paz es ilusorio, tenso, nervioso. Es decir, aún no se llega a la verdadera paz. Es como un volcán, el volcán en calma y el volcán en erupción. Como todos sabemos, en cualquier momento el volcán en calma se puede despertar.
-ƑCuál es el papel de la Iglesia ante los indígenas mexicanos?
-La Iglesia tiene un papel importante que jugar, hay una tradición que va más allá de México, una tradición en que la Iglesia aporta, como decimos, una atención prioritaria a aquellos que están entre los más pobres: éstos son los indígenas. Este problema se encuentra en diferentes partes de la tierra, y la Iglesia tiene la exigencia, para empezar, de observar bien esta realidad. Una realidad, lamentablemente demasiado olvidada, ocultada, que nos avergüenza mostrar a los demás. Por lo tanto, el papel de la Iglesia, y aquí tomo una expresión latinoamericana, es de ''concientización''. Ante todo la Iglesia no juega un papel político, sino de educación de la conciencia; el rol de la Iglesia es el de despertar las conciencias, es el de formar para que ningún hombre ni ninguna mujer sean sobre esta tierra marginalizados ni olvidados.
El cardenal no quiere entrar al tema de Juan Diego. ''No conozco suficientemente el expediente'', nos dijo; sin embargo, muchas voces sugieren que vino a sondear el ambiente de una canonización jaloneada por grupos e intereses que buscan capitalizar para provecho propio, y el abierto cuestionamiento que sacerdotes intelectuales han interpuesto.
''Ya se verá -nos plantea con reserva-, habrá que esperar cómo el Papa presentará esta figura extraordinaria de Juan Diego en la ceremonia de canonización. Creo que el problema de la cultura indígena es una cuestión que la Iglesia de hoy debe asumir con mayor complejidad porque la realidad es compleja. El rol de la Iglesia, como me preguntó hace un momento, es el de promover a los indígenas por ellos mismos, conscientes de su propia dignidad y también de su propia responsabilidad. Por tanto, responsable de los otros. El rol de la Iglesia es de educación; la Iglesia, como tiene una visión universal, juega el rol de la solidaridad. La Iglesia tiene una larga experiencia acumulada a lo largo del mundo hasta las extremidades más lejanas. La Iglesia tiene la obligación de establecer lazos entre todos los hombres y todos los pueblos.''
-ƑCuál es el estado que guarda la Iglesia universal, después del Jubileo?
-Cierto, su pregunta la tomo con mucho interés porque el Jubileo fue un tiempo fuerte en la vida de la Iglesia, y no solamente de la Iglesia, porque el Jubileo, en todo caso, removió cuestiones más allá de la Iglesia y ha interesado a diferentes sectores. Tengo presente la película de Charles Chaplin, Candilejas, donde los juegos pirotécnicos son bellos y después se desvanecen. ƑY qué hay después? La pregunta es qué sigue. El Jubileo ha sido un éxito real en el plan técnico y espiritual, pero usted sabe que el Papa, al final del último día del Jubileo, es decir, exactamente el 6 de enero de 2001, ha firmado una Carta Apostólica que se llama, y discúlpenme porque voy a nombrarla en latín: Tertio milenio inaunte (Al inicio del tercer milenio), en donde estamos actualmente.
''El Papa lanzó una idea muy evangélica a través de la imagen de ir a la mar; él desea que todos los cristianos, porque él se dirige en principio a los cristianos, a que no se instalen ni se cierren en sí mismos, con el riesgo de quedarse dormidos. Por lo tanto, la cuestión actual es cómo saber despertarse. La cuestión es cómo continuar, no parar, no detenerse. Yo tengo confianza en la Iglesia de México, en los cristianos mexicanos que deben permanentemente estar despiertos y formados. Esta Iglesia tiene una tradición muy rica, también a través de las pruebas de martirio y persecución, es decir, es una Iglesia probada que sabe lo que es luchar, que sabe lo que es avanzar a pesar de las dificultades.''
Al preguntarle sobre los principales desa-fíos actuales de la Iglesia, el cardenal mostró en su rostro preocupación: ''A pesar de los esfuerzos realizados por los obispos, se vive una crisis que se explica, aunque no solamente, porque todo cambia actualmente en el mundo. La Iglesia es la misma y los cristianos viven de una manera muy conformista, muy rígida, en un conjunto que no evoluciona en tanto que todo actualmente cambia en la cultura, en los medios y a una gran velocidad. La mentalidad se transforma, si usted pregunta por los desafíos, por tanto, el desafío más grande para la Iglesia es cómo los cristianos pueden hacer frente a este choque de una nueva civilización. No se puede exagerar que vivimos un nuevo mundo y demanda a la Iglesia una enorme atención''.
-ƑPor qué la Iglesia tiene una mirada desconfiada y crítica de la globalización?
-No creo y depende de cómo utilizamos esa palabra. Cuando estuve al frente de Justicia y Paz pude seguir este debate que tiene más de diez años. La idea de mundialización ha sido lanzada por un espacio que he frecuentado, gracias diferentes invitaciones, me refiero a Davos, The World Economic Forum. Ahí se congregan grandes personajes políticos, jefes de empresas, ministros de economía, de finanzas, que analizan la evolución del mundo. Bien, vivimos una plena mundialización en el plan económico y frente a esto la Iglesia no se opone. Lo que la Iglesia demanda es la preocupación de decir a los hombres, a los unos y a los otros y para todos: šatención, no olviden al hombre! frente a la mundialización; el hombre peligra de naufragar ante los intereses muy particulares, colectivos o no, de tipo económico, de tipo materialista. El hombre, como dice la Iglesia, no es sólo el homus economicus, el hombre tiene otras dimensiones, tiene una dimensión horizontal y vertical, es la dimensión religiosa que cuenta mucho. Cuando un hombre se siente truncado, frustrado en sus aspiraciones religiosas, sin duda reacciona en contra.
-Los últimos consistorios han abierto nuevas posibilidades y nuevas hipótesis de sucesión. ƑSeñor cardenal, cómo ve el panorama actual?
-No es una cuestión que me preocupe mucho -el prelado sonríe y sostiene una expresión pícara-, no lo digo para huir o escapar de su pregunta. No sabemos cuándo se presentará el momento, hay que esperar; no sabemos cuándo se realizará un nuevo cónclave. Ustedes deben saber que el Señor provee siempre sobre esta tierra y a su Iglesia... hay que hacer confianza al Señor.
-Es un dato confirmado, si la salud del Papa lo permite, Juan Pablo II visitará por quinta ocasión México, este año, para canonizar a Juan Diego. ƑCuál es su opinión?
-Si el Papa viene a México será un acontecimiento extraordinario para los mexicanos que adoran al Papa. Yo lo sé y lo he detectado con muchos testimonios al respecto porque lo he vivido estos días aquí. Creo que México, después de Polonia, es el país más visitado...
-Creo que también Francia...
-Bueno, no nos vamos a poner a hacer estadísticas competitivas. El hecho es que los mexicanos están felices y estoy seguro que el Papa también, porque ama muchísimo este país. No olvidemos que en algunos días se cumple un aniversario más de aquella primera e histórica visita fuera de Roma, algunos meses apenas después de su elección pontifical. Yo lo sé porque él mismo me lo ha dicho, en ocasión de Puebla, ha descubierto aquí su vocación universal. Gracias a su primer contacto con el pueblo mexicano es que, sin dejar de ser el obispo de Roma, él descubre poder desarrollar su misión al servicio de todos los pueblos como peregrino universal.
''Por ello, si el Papa viene aquí para un evento tan importante como la canonización de Juan Diego, hay que recordar que el Papa ha canonizado a otros mexicanos mártires, será un gran acontecimiento no sólo para México, sino para toda América Latina''.