Ť Su faceta de artista plástico ofrece una fusión entre Oriente y Occidente
El Nobel Gao Xingjian exhibe sus pinturas por vez primera en el Reina Sofía de Madrid
Ť El escritor presenta su novela más reciente El libro del hombre solo, en España
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 22 de enero. Gao Xingjian, pintor de ''profesión'' laureado con el Nobel de Literatura 2000, busca fusionar a Oriente y Occidente mediante la tinta china, el papel arroz y el pincel. Su pintura, cultivada desde que era un niño prodigio en virtudes artísticas, visita por vez primera España, con una exposición de 40 obras en formatos pequeño y mediano que se exponen desde hoy en el Museo Nacional del Centro de Arte Reina Sofía, en la que además estuvo presente el Nobel portugués José Saramago.
El arte como refugio
Xingjiang nació en Ganzhou, China, en 1940. De su madre, educada bajo los cánones de la ''cultura americana'', aprendió las virtudes de Occidente: la mentalidad abierta, ''lo que podía ser la libertad'' y el arte lejos del espíritu moralista imperante en su país. De su padre, un apasionado de la cultura tradicional y de la poesía china, conoció la filosofía zen y los saberes milenarios de Oriente.
''Desde mi tierna infancia, el arte, la pintura, ya eran un lugar de refugio y a través de la pintura yo tenía toda la libertad para imaginar y para expresarme con lo cual el arte, primero, fue un placer y un lugar de refugio en el que me expreso y en el que mi espíritu vuela.''
De esa fusión Oriente-Occidente nació el viejo empeño de este pintor, novelista, poeta, traductor y crítico literario, quien en todo cuanto crea busca ''el espíritu del zen, es decir, la gran holgura interior''.
Gao reconoce que la literatura es más un hobby que una profesión, pues antes que escritor se reconoce pintor, actividad que le ha permitido sobrellevar la vida desde que los años setenta le dejaron una impronta trágica: su padre se suicidó, su madre se ahogó en un río y él fue destinado por el régimen comunista a las tareas agrícolas, acusado de ''contaminación espiritual, lo que provocó su exilio en Francia, en 1989.
Gao empezó a pintar al óleo a los 12 años. ''Paré y luego volví a pintar. Al cumplir 38 años, salí de China por primera vez rumbo a Francia e Italia. Tras contemplar tantos originales de famosos pintores de Occidente, advertí que no podía seguir realizando pinturas al óleo. Al principio, Picasso me conmovió, no por sus óleos sino por sus bocetos en tinta china. Cambié mi rumbo hacia la tinta porque reconocí que los grandes pintores occidentales no habían descubierto suficientemente (ni siquiera Picasso) el encanto de la pintura china'', explica el Nobel durante la presentación de su exposicion.
El terror rojo
El primer Nobel de Literatura de origen chino, Gao Xingjian, aprovecha su visita a Madrid para presentar su reciente novela, El libro del hombre solo (Ediciones del Bronce), que cuenta su tragedia bajo el acoso del régimen comunista chino, que da continuidad al clásico La montaña del alma. El autor reconoce que ''todos conocemos el terror fascista, pero no el terror rojo que los chinos hemos tenido que sufrir. Durante la llamada revolución cultural (cuyo apogeo ocurrió en los años setenta) se destruyó todo y estábamos aterrados y en El libro..., cuando lo lean comprenderán por qué debimos destruir cualquier intimidad, cualquier trabajo artístico en esa época, porque además de la propaganda política del Partido Comunista nada estaba permitido y todo se hacía en nombre de la revolución''.
Gao explica que ''todas las obras de narrativa en la literatura china no están escritas para ser editadas; muchas se publican cuando sus autores ya han muerto y hay ocasiones en que se ignora quién las escribió. Para mí la literatura era eso, por ello cuando me instalé en París, después de la matanza de la Plaza de Tiananmen, decidí terminar La montaña del alma y me llevó siete años''.
En cuanto a su faceta de poeta y a lo que este género significa en su vida, Gao señaló que ''lo poético no es un lirismo, sino ante todo una observación; cuando se observa este mundo exterior y nos observamos a nosotros mismos y hacia adentro, cuando se concentra la atención, surge la poesía. Entonces empieza una aventura emocional, del idioma y el zen, que también se expresa a través del idioma''.