Ť Cartas a Bertha. Historia de un amor loco refleja cuatro décadas de vida común
José Luis Cuevas da a conocer las misivas a su esposa y se somete al escrutinio público
Ť El pintor fue convencido por Editorial Aguilar de publicarlas íntegras
ARTURO JIMENEZ
El artista plástico José Luis Cuevas decide someterse de nuevo al escrutinio público para compartir una zona de su vida hasta ahora casi desconocida: la historia de la relación con Bertha, su esposa, fallecida en mayo de 2000.
Se trata del libro Cartas a Bertha. Historia de un amor loco, compilación que Cuevas encontró en un baúl de su compañera el año pasado y que decidió publicar, sin censura, a instancias de Editorial Aguilar. Además, el pintor accedió a comentar esos textos, los cuales comenzaron a generarse a mediados de la década de 1950, cuando ella era su novia y se fue a Estados Unidos para estudiar.
Y en el contexto de una relación compleja aparece el perfil de la persona Cuevas: sus críticas a la familia de su esposa, el distanciamiento con su propio progenitor, las dificultades con Bertha y las tres hijas de ambos (Mariana, Ximena y María José) ante las largas estancias del artista en otros países por motivos de trabajo.
Pero también aparece el Cuevas creador: sus reflexiones acerca del arte, sus temores y neurosis, sus sarcasmos e ironías, su opinión sobre otros creadores que conoció, como Luis Buñuel, Pablo Picasso, Marc Chagall, Francis Bacon, Diego Rivera. Todo ello matizado por las reconsideraciones desde un presente en el que Bertha ya no está a su lado de manera física.
Romeo y Julieta, y la familia
En entrevista en su casa de San Angel, José Luis Cuevas reconoce que en diversas misivas se registran ''ciertos momentos" de crisis en el matrimonio, pero aclara: ''En esas cartas en las que me peleo con Bertha no soy sincero en lo más mínimo, porque yo nunca pensé en divorciarme de ella".
-ƑQuién fue Bertha Riestra? ƑQuién es ella para José Luis Cuevas?
-Es una mujer que me sedujo desde el primer encuentro por su belleza. Estaba muy chiquita, ella tenía 18 y yo 21 años. Fue como el encuentro de Romeo y Julieta: nos miramos y enseguida nació el sentimiento amoroso. Esa primera vez sucedió en el manicomio de La Castañeda. Después surgieron problemas por la oposición de su familia, como en Romeo y Julieta.
Sin embargo, Cuevas considera el saldo muy favorable: ''Mi relación con Bertha fue de un amor profundo, mutuo, porque ella también me quiso mucho. No toleraba los ataques que me hacían. Yo siempre era atacado en mi propio país. Le dolía profundamente la incomprensión de mis compatriotas, las horrendas envidias de los otros pintores.
''Envidias que yo mismo he propiciado -sonríe con malicia-. Si escribo un librote de Gato macho en el que hablo como de 600 viejas, aunado a los reconocimientos a mi obra, pues, lógicamente, produce una irritación horrenda a cualquiera."
-ƑDar a conocer esas cartas no va en contra del mito Cuevas?
-No. Creo que existe una gran unidad entre las cartas y los libros autobiográficos. Lo que pasa es que Cartas a Bertha tiene algo de intimidad. Muchos me han preguntado si ella habría estado de acuerdo en que se publicaran. Y digo que sí, porque mi esposa las conservó.
-ƑQué temas o grupo de cartas te resultaron más difíciles de dar a conocer?
-Las que resultaban agresivas, de pleitos, cuando estábamos un tanto distanciados. Pero no nos dejábamos de escribir, aunque fuera para agredirnos. Eso fue lo más difícil, cuando surgió en mí la duda de si debía autocensurarme y quitar ese material. Pero Raquel Tibol me dijo como consejo: ''Debes de publicar todo, ni una línea quites".
Pigmalión y Galatea, y la pedantería
-En varias cartas haces reflexiones sobre el arte. ƑQué rescatarías de todo ello?
-Desde luego eso no quiere decir que yo pueda sostener ciertas opiniones que pude haber dicho en diferentes épocas de mi vida. Las ideas cambian. Por ejemplo, en los primeros capítulos del libro, cuando Bertha y yo apenas nos acabábamos de conocer, soy una especie de Pigmalión y Bertha es Galatea, como lo dijo Sergio Pitol en la presentación en la Universidad Veracruzana, en Jalapa. La iba orientando, le recomendaba lecturas. Pero de todos modos, yo como Pigmalión, no dejo de encontrarme muy pedante.
-En 1982 se suspende el intercambio de cartas durante casi dos décadas, luego, en 2001, le escribes dos últimas misivas que podrían considerarse postmortem.
-Son cartas en las que le hablo a la esposa ausente. Eso es terriblemente conmovedor porque son los sentimientos de soledad ante su ausencia, la tristeza terrible, el duelo que vivo y que creo llevaré hasta el final de mi existencia.
-En esa parte le pides perdón a Bertha.
-Le pido perdón por ciertas cartas. Le digo que hubiera querido no haber tenido que escribir las cosas desagradables que le dije.
-ƑBertha te hubiera dado ese perdón?
-Cuando la persona ya se ha ido, uno hubiera querido ser todavía mejor. En realidad no he sido un marido ejemplar pero creo que por lo menos tuve siempre un sentido de lealtad muy grande y un sentido de responsabilidad frente a la familia, cosa que no se da con frecuencia en algunos intelectuales, que suelen ser un poco irresponsables con los hijos y cambian mujeres. Yo sólo tuve una esposa.