Directora General: Carmen Lira Saade

México D.F. Viernes 25 de enero de 2002

Contra

Eliminan a testigo clave contra Sharon

Personaje en la matanza de Sabra y Chatila, Elie Hobeika declararía en el juicio al premier israelí

ROBERT FISK THE INDEPENDENT


Beirut, 24 de enero. ¿Quién en este mundo quería asesinar al testigo clave en el proceso por crímenes de guerra que se lleva a cabo en contra del primer ministro israelí Ariel Sharon? ¿Por qué alguien deseaba eliminar en un atentado con bomba al ex líder de la milicia falangista libanesa y ex ministro Elie Hobeika, en Beirut, menos de dos días después de que éste acordara proporcionar evidencia contra Sharon ante una corte belga que someterá a juicio al líder is-raelí por el asesinato de más de mil 700 civiles palestinos en los campos de refugiados de Sabra y Chatila en 1982?

Hobeika, por supuesto, ya no dará evidencia alguna contra Sharon. Su cuerpo en pedazos y algunos huesos ennegrecidos por el fuego es todo lo que quedó del hombre más odiado de Líbano, desperdigados a 50 metros de su Range Rover en llamas.
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Llamémosle "eliminación selectiva", término con el que, por casualidad, los israelíes suelen describir sus asesinatos de militantes palestinos en Gaza y Cisjordania.

El hombre que condujo a sus matones hacia los campos de refugiados por órdenes de Israel hace 19 años, está muerto, para júbilo de millones de palestinos. "Nuestra sangre no fue en vano", gritaban ayer en el campo de refugiados Bourj el-Barajneh.

Cuando minutos más tarde llegué al suburbio cristiano de Hazmiyeh, en Beirut, lo único que quedaba era la Range Rover de Hobeika hecha añicos y ardiendo lentamente, un Mercedes en llamas (en el que se depositó la bomba), charcos de sangre de un lado, esqueletos carbonizados del otro.

Se necesitaron al menos cuatro hombres para asesinar a Hobeika, uno a 100 metros fuera de su casa para alertar a los detonadores, otro para vigilar el coche bomba, otros dos para no perder de vista el blanco y presionar el detonador, y quién sabe cuántos más para empacar los explosivos dentro del Mercedes.

Poco después, los abogados belgas que buscan procesar a Sharon -momentos antes el Ministerio de Defensa israelí acababa de dar las razones por las que se opone al juicio que se inicia el miércoles- dijeron estar "profundamente impactados" por el asesinato de Hobeika.

 Según una declaración de los abogados, "varias veces el señor Hobeika expresó su deseo de colaborar con la justicia belga sobre las masacres de Sabra y Chatila. Su determinación de hacerlo se conoció ampliamente en la víspera de su asesinato. La eliminación de este protagonista clave, que ofreció su asistencia en la investigación, es un intento claro de debilitar nuestra causa".

En el este cristiano de Beirut sería muy complicado para los hombres de la milicia del Hezbollah o los agentes sirios tender una emboscada similar. Por eso no encontré un solo libanés que no creyera que Israel está detrás del atentado. "Nada más mire usted quién sigue en la lista", murmuró un policía. "Los familiares buscarán venganza y podremos averiguar quiénes fueron los asesinos".

Menos de dos días antes del asesinato -a las 5 p.m. del 22 de enero, para ser exactos- Hobeika se había entrevistado en Beirut este con dos senadores belgas, Josy Dubie y Vincent van Quickenborne, a quienes ofreció ser testigo en cualquier juicio para aclarar los hechos de Sabra y Chatila. Después de todo, Hobeika fue el hombre de la milicia libanesa que en 1982 encabezó a los falangistas a que irrumpieran en los campos para cumplir con la misión encomendada de realizar un asesinato en masa.

Se suponía que la reunión iba a ser secreta -Hobeika dijo a los belgas que había recibido amenazas de muerte-, pero se filtró a la prensa libanesa. Esto selló su sentencia de muerte.

Justo antes de las 10 de la mañana de ayer (jueves) salió de casa y conducía su Range Rover azul por la Marroukoz Street con sus tres guardaespaldas, Dmitri Ajram, Walid Zein y Faris Suedan, cuando un Mercedes blanco 280, estacionado en el garage al nivel de la calle, estalló.

Aproximadamente cien kilos de explosivos arrojaron el vehículo de Hobeika por los aires a través de la estrecha carretera, haciendo volar a los cuatro hombres.

Arshalouis Katchadourian, una armenia que vive del otro lado de la calle, corrió a su ventana para ver si su abuela Verikine había sobrevivido en su departamento situado arriba del coche-bomba.

"Primero escuché la explosión", dijo. "Luego vi una bola de fuego y demasiado humo. Había un hombre con un rifle Kalashnikov en mano disparando muchas balas y pensé 'alguien va a matarlo'. Pero... ¿quién era él?" Nadie lo sabe.

Charbel Moussalem, cuya hermana fue herida en el balcón de su departamento, dice que solamente vio humo café y fuego que consumía el edificio arriba del coche-bomba. "Elie Hobeika frecuentemente tomaba esta calle para ir a su oficina", dijo. "No lo hacía diario. Pero lo conocíamos". Sus asesinos también lo conocían.
 
 

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Traducción: Marta Tawil.