Incongruencias taurinas
Leonardo Páez
CON LOS FESTIVALES taurinos benéficos, teletones de luces y ayudas de llenaplazas, la fiesta de toros en México se ha reducido -como señaló un maldoso- a "hormona de la caridad".
LA ARBITRARIA SUSPENSION de la corrida del domingo pasado por parte del empresario de la Plaza México, que puso al descubierto su total dependencia de los toreros españoles con imán de taquilla, corroboró definitivamente que cada país tiene, también, la fiesta de toros que se merece.
NO OBSTANTE HABER violado, con su antojadiza medida, varios artículos de la Ley para la Celebración de Espectáculos en el DF, de exhibir por enésima vez la descarada connivencia de la delegación Benito Juárez con la empresa y de anteponer sus diferencias con Enrique Martín Arranz, apoderado del diestro madrileño José Tomás, a su responsabilidad con el público que posibilita su negocio, el inefable empresario no es tocado por las autoridades ni con el pétalo de una amonestación o de una multa, no se diga con la advertencia de cancelarle la licencia de funcionamiento que alegremente usufructúa.
Afición indiferente
A LO ANTERIOR ha de añadirse la nula capacidad de protesta exhibida por una afición indiferente, que lo mismo acepta que le den gato por liebre -mansos novillos despuntados por toros bravos-, que le suspendan un festejo o que le endilguen siniestros carteles de cuatro toreros y ocho o más reses, por la modalidad nuevorriquista de la empresa de incluir a dos espadas españoles y de regalarles "toros" si no triunfan con su lote.
TODO EXPLICA EN PARTE el sereno desprecio del apoderado español Martín Arranz con la prensa taurina de México -hace años reducida por voluntad propia a vocera oficiosa de la empresa-, al preferir enviar por Internet un boletín desde Madrid, en el cual intenta explicar por qué su poderdante José Tomás, importantísimo en España y semidesconocido en México, no actuó en la plazota.
QUITADO DE LA PENA, el intocable empresario se consuela y pretende consolar al público anunciando, en vez de Tomás, la contratación de Paco Ojeda, joven de 46 años que cuando fue primera figura de España, en los ochenta, no se interesó en venir, pero que hoy, ya retirado, se decidió a confirmar su alternativa en la México.
Y SI BIEN al inicio de su gestión Andrés Manuel López Obrador declaró que su gobierno no sería rehén de mafias o de grupos de interés y que aplicaría la ley con firmeza, en materia taurina la ley no existe, y menos para la delegación Benito Juárez.
¿SERA NECESARIO VESTIR a Juan Diego de torero, a ver si nos hace el milagrito de acabar con la impunidad siquiera en lo taurino?