Iván Restrepo
Y la energía solar, Ƒcuándo?
La futura reforma legislativa para dar mayor participación al sector privado en la generación y distribución de energía en México olvida un asunto de enorme importancia: el desarrollo de fuentes alternas de energía y, concretamente, el aprovechamiento de la que proviene del sol. Aunque somos un país que por su situación geográfica registra al día muchísimas horas de sol, desperdiciamos este enorme yacimiento energético.
No se trata de algo que tecnológicamente resulte difícil o un camino que no podamos recorrer por falta de conocimientos o experiencias, o porque sea poco efectivo y requiera inversiones elevadas. Por el contrario, en otras partes se aprende cada vez más a utilizar la energía solar en diversas actividades como calentar agua y la calefacción o el alumbrado. Pero entre nosotros sigue privando el esquema tradicional, basado en el derroche de hidrocarburos y plantas hidroeléctricas; se cree que aprovechar la energía solar es asunto de ecologistas, de algunos cuantos convencidos de que hay que evitar a toda costa la destrucción de recursos y la contaminación.
Sin embargo, el panorama mundial al respecto es bien distinto. En Europa llevan más de 30 años de experiencia en la materia, al grado de que hoy poseen una tecnología eficaz y consolidada para aprovechar nuestra principal fuente natural de energía; cuentan con 8 millones de colectores solares en funcionamiento y marchan a gran velocidad en la reforma de los sistemas de construcción de casas y demás unidades habitacionales, edificios públicos y privados, centros comerciales y de servicios.
Entre nosotros ocurre lo contrario, a pesar de que tenemos más horas sol que cualquiera de los países del viejo continente y de que en el medio rural muchas comunidades carecen de servicio eléctrico, que podría ser proporcionado con sistemas tecnológicos simples, fáciles de manejar, autónomos y de bajo costo. Llevarles el fluido eléctrico resulta en subsidios elevadísimos, por lo que urge otra alternativa viable desde todos los puntos de vista, y precisamente la que ofrece más ventajas es la energía solar.
Pero no se trata de buscar soluciones inmediatas a problemas antiguos que el país arrastra en ciertas regiones, llegando al absurdo de que en entidades donde se genera la energía eléctrica existen muchas comunidades que no se benefician de ella. Tampoco de aprovechar el sol únicamente mediante placas solares para unos cuantos usos (agua caliente y calefacción), sino de construir lo que los especialistas llaman "de cara al sol", para captarlo por la estructura misma gracias a la orientación de las fachadas, los materiales utilizados, el diseño de las paredes externas y los cimientos. En fin, diseños que permitan viviendas y oficinas más sanas, gratas y económicas, adecuadas al entorno y al clima, mucho más baratas de calentar en el invierno y de refrescar en el verano, y que para su funcionamiento dependan en lo posible de poca energía tradicional.
En México no partimos de cero en el aprovechamiento de la energía solar. Diversos centros universitarios y del propio gobierno, así como empresas privadas, llevan décadas trabajando en el tema. Lamentablemente no han contado con los apoyos necesarios para aplicar en el campo sus conocimientos e instalar sus prototipos tecnológicos. Mientras tanto, nuestros arquitectos siguen pensando en el derroche energético a la hora de diseñar y levantar viviendas, edificios de oficinas, centros comerciales y escuelas. Y para cerrar el círculo de incongruencias, a las autoridades les pasa de noche alentar sistemas de construcción que tiendan a lo ideal: que se calienten, refresquen, aíslen y ventilen por sí mismos, o con una aportación mínima de sistemas externos y convencionales. Lo que es peor: mientras hacen un llamado a la racionalidad ambiental, al desarrollo sustentable, predican lo contrario a la hora de realizar la obra pública o de patrocinar construcciones diversas. Siguen el modelo de la trasnacional Enron: el derroche generalizado de recursos naturales y los negocios particulares a costa de la sociedad.
Lo que ahora tanto se comenta sobre las relaciones perversas entre Petróleos Mexicanos, el sindicato petrolero y el PRI es un buen ejemplo al respecto, pero no el único, por supuesto