MEXICO S.A.
Carlos Fernández-Vega
PARA BUENA PARTE del gobierno del cambio y sus regiones afines, incluidas las de los tres sexenios anteriores, Petróleos Mexicanos no puede tener otra lectura que no sea la de la ineficiencia, asociada siempre con derroche, malversación, corrupción y burocratismo. La primera empresa de la nación, pues, como sinónimo de caos.
PERO ALGO BUENO debe quedar en la caótica paraestatal si anualmente se da el lujo de aportar más de una tercera parte de los ingresos gubernamentales -de los que todos se benefician-, amén de que su tesoro -la factura petrolera- ha sido utilizado en no pocas ocasiones como garantía para que los generosos gobiernos "amigos" de México, los solidarios bancos privados internacionales y los organismos multilaterales aprueben multimillonarios paquetes de "ayuda" para sortear las innumerables crisis económico-financieras que este país ha sufrido en las últimas dos décadas y media.
PEMEX, PUES, DE nueva cuenta en el ojo del huracán, y sus ex directivos -junto con los del sindicato del ramo y demás personajes- involucrados en otro escándalo de corrupción, mismo que abonaría el terreno barbechado desde tiempos de Miguel de la Madrid para lograr el objetivo de buena parte del gobierno del cambio y regiones afines. A pesar de los reiterados "compromisos" gubernamentales en sentido inverso, la paraestatal corre el riesgo de ser privatizada y junto a ella todo el sector energético nacional, utilizando para ello la apretadísima lectura de ineficiencia, con sus asociados de derroche, malversación, corrupción y burocratismo.
SIN DUDA, PEMEX no es la octava maravilla -ni lo será-, pero a lo largo de su existencia la nación ha obtenido de la paraestatal más, mucho más, beneficios que escándalos de ineficiencia, derroche, malversación, corrupción y/o burocratismo. Una muestra de su ineficiencia puede medirse en billetes verdes: desde el segundo año del sexenio de José López Portillo, pasando por la administración del presunto implicado en el más reciente caso de malversación en la paraestatal, Ernesto Zedillo, hasta el primer año del gobierno del cambio, Pemex y su caos aportaron al país aproximadamente 230 mil millones de dólares -en términos nominales- sólo por exportación de crudo. Entre 75 y 80 por ciento de ese monto -de 170 a 190 mil millones- abonaron las arcas nacionales por concepto de impuestos y derechos, y el remanente se destinó a la administración y la operación de la paraestatal.
PETROLEOS MEXICANOS, sin embargo, no siempre ha reportado una factura tan generosa como la actual: de 1938 a 1977 consolidó su infraestructura y potencial, aunque sólo captó 0.34 por ciento de los ingresos totales (internos y externos) registrados en 63 años de existencia y alrededor de 1.5 por ciento de los recursos en divisas derivados de la exportación de crudo.
EN POCO MAS DE seis décadas, Petróleos Mexicanos ha producido cerca de 30 mil millones de barriles de crudo, de los que 15 por ciento se produjeron entre 1938 y 1976 (38 años) y 85 por ciento en el periodo 1977-2001 (24 años). Desde la expropiación, la producción anual de crudo en el país se ha incrementado en alrededor de 2 mil 600 por ciento: este indicador se mantuvo por abajo de la centena de millones de barriles anuales hasta 1961, cuando se logró un volumen de 106 millones 784 mil barriles. A partir de ese momento, se observan incrementos sostenidos hasta representar ahora mil millones de barriles cada 12 meses.
TODO PARECE INDICAR, pues, que la intención del capital privado y sus representantes en el gobierno de clavarle el colmillo a la industria petrolera nacional no encontraría su verdadero "fundamento" en la mencionada lectura de ineficiencia (más derroche, malversación, corrupción y burocratismo, elementos por demás erradicables desde cualquier administración pública con decisión para hacerlo), sino en el enorme y generoso paisaje pintado de billetes verdes que ofrece la -hasta hoy- paraestatal.
PERO HAY OTROS personajes a los que el panorama no les está resultando tan grato. Uno de ellos es el vicepresidente estadunidense, Richard Cheney, a quien los coprolitos color Watergate ya le llegan a la altura de los ojos, todo por el honroso caso de la quiebra de la empresa Enron, noble y digno ejemplo de la eficiencia (acompañada del cero derroche, anticorrupción y pureza) de las empresas privadas del sector energético internacional.
LOS PRETZELS NO sólo se le atoran al amigou George W. Bush, sino a buena parte de su gabinete y de sus contlapaches republicanos. El caso es que mister Cheney advirtió que la Casa Blanca no entregará documentos al Congreso de Estados Unidos sobre las reuniones con funcionarios de Enron en el marco de la elaboración de la política energética presidencial. "No hay secretos en lo que hemos hecho con el grupo de trabajo sobre la energía", sostuvo un poco convincente vicepresidente durante una entrevista televisiva con la cadena Fox (así se llama).
EL AMIGOU BUSH designó a Cheney como encargado de la política energética del gobierno republicano, por lo que el vicepresidente se reunió en varias ocasiones con las cabezas visibles de la empresa Enron, que ahora está implicada en diversas investigaciones federales por malversación de fondos (o sea que no sólo en las paraestatales se cuecen habas).
EL REBELDE Y confiado Cheney explicó que "a lo que me opongo, y a lo que el presidente también se opuso, es a hacer algo de forma que a mí o a cualquier otro futuro vicepresidente le sea imposible mantener una conversación privada con alguien, sin tener inmediatamente que explicar a los parlamentarios de qué hablamos. Ya le dijimos (Bush y él) al órgano controlador del Congreso (General Accounting Office, GAO) que no lo haríamos'', añadió Cheney.
ASI QUE EL vicepresidente más poderoso del mundo se niega a explicar cuán involucrado está el gobierno estadunidense y el Partido Republicano en el lodazal llamado Nerón. Así empezó el amigou de Luis Echeverría y de la guerra sucia mexicana con el estercolero Watergate. Cómo acabó Richard Nixon, ya lo sabe todo el mundo. Ahora es cuestión de sentarse a observar cómo acaba el amigou de Vicente Fox, quien debería explicar -es una simple sugerencia al Congreso- la masiva y evasiva -fiscalmente hablando- macropresencia de Enron en México.
Las rebanadas del pastel:
MISTER AMIGOU, JUANITO Hernández, no pierde oportunidad para asegurar que con todo y los atentados del 11 de septiembre, la mexicanada la sigue pasando de maravilla en Estados Unidos. Sin embargo, un reporte del Pew Hispanic Center advierte que los hispanos -entre ellos, de manera destacada los mexicanos- son el grupo más afectado por la recesión económica de Estados Unidos, y sus dificultades podrían extenderse por un periodo tan prolongado que se corre el riesgo de perder los avances de la década de los noventa. Los índices de ingreso y pobreza entre los hispanos sólo se recuperarán a los niveles anteriores a la recesión a fines de 2004, mucho después que los otros grupos poblacionales numerosos, indica el reporte de la organización.
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