El ISSSTE, en el límite de su crisis financiera
Ť La actual situación no sorprende; desde el principio se perdió el rumbo, señala ex funcionario
ANGELES CRUZ
Víctima de actitudes inmediatistas de sus directores, utilizado como agencia de colocaciones y presa de organizaciones sindicales a las que únicamente les ha interesado mantener sus prebendas, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) se encuentra en el límite de una crisis conocida desde hace varios años y que hoy lo tiene en quiebra financiera.
Sin visos de solución real, el instituto enfrentará este año, además, serias restricciones presupuestales. Los recursos para la compra de medicamentos se redujeron en un tercio con relación a los ejercidos en 2001, mientras que para la inversión en equipo médico dispondrá de apenas 300 millones de pesos, cuando sus necesidades son del orden de mil 400 millones de pesos para estar en capacidad de revertir la obsolescencia actual.
De hecho, según admiten las propias autoridades, el presupuesto de 45 mil millones de pesos para 2002 es el más restringido en los 43 años de vida del ISSSTE.
Las deficiencias financieras y/o administrativas, presentes en los ocho fondos y 21 prestaciones que otorga a cerca de 10 millones de derechohabientes, se reflejan en deficientes servicios de salud por el desabasto de fármacos, hospitales sin capacidad resolutiva y equipo con alto grado de obsolescencia, según establece un diagnóstico oficial.
El problema más severo está en el fondo de pensiones, deficitario desde 1993, para el cual el ISSSTE recibirá este año un subsidio fiscal de 60 por ciento. De los 24 mil millones de pesos que requiere para pagar el salario de 400 mil trabajadores en retiro, el gobierno federal transferirá 14 mil millones de pesos y el resto (10 mil millones) provendrá de recursos propios.
El origen del desequilibrio financiero, dice el diagnóstico incluido en el Programa Institucional 2001-2006, se encuentra vinculado al incremento en el número de prestaciones, así como en la creciente flexibilidad que se registró para su otorgamiento. Estas reformas no estuvieron sustentadas al momento de su creación, en los estudios actuariales correspondientes, que permitieran refozar las reservas necesarias para dotarlos de viabilidad financiera. Las cuotas y aportaciones para la constitución de dichos fondos han permanecido sin ningún cambio desde su origen.
Con el fin de buscar subsanar las deficiencias, las autoridades han dispuesto durante años de los recursos de los ocho fondos, lo que llevó a la descapitalización de cada uno, o bien a la merma en el número y calidad de los servicios que amparan.
"Desde el principio se perdió el rumbo"
Para Manuel Moreno Islas, iniciador en la década de los 50 del proyecto para brindar servicios de salud y seguridad social a los trabajadores del Estado, la actual situación del ISSSTE no es sorprendente, porque casi desde el principio se perdió el rumbo. Recuerda cómo él, junto con el doctor Rafael Cervantes, recorrieron todo el país para instalar clínicas y hospitales.
Con el mismo esquema de organización que 14 años antes había tenido el Instituto Mexicano del Seguro Social, Moreno Islas -a iniciativa del entonces secretario de Hacienda, Antonio Ortiz Mena- organizó clínicas y hospitales, dispuso de los recursos para pagar a los médicos y equipar las unidades. "En mi época el cálculo era muy sencillo: no gastar más de 44 por ciento del ingreso en nómina, no más de 33 por ciento en medicamentos y no más de 23 por ciento en hospitalización. Nunca me falló", dice.
Sin embargo, comenta en entrevista que con el cambio de régimen -en 1958 había llegado a la Presidencia de la República Adolfo López Mateos- "copiamos los modelos estadunidenses de áreas operativas, técnicas, de ejecución. La nómina se fue a las nubes, pero sobre todo, el gasto en medicamentos".
Además, los viejos dirigentes de la burocracia empezaron a interesarse por el ISSSTE. En sus memorias, Manuel Moreno Islas comenta que a la cabeza de ellos se encontraba Alfonso Martínez Domínguez, quien "pronto fue designado coordinador general. Ello dio lugar a que los sindicatos de la burocracia se sintieran con derecho a designar representantes regionales, estatales y directores. Eso no era posible, porque en esa época se requería una administración muy austera, principiando por la nómina de los trabajadores de confianza.
"Los choques no se hicieron esperar y pronto aparecieron las ambiciones, y le salieron 100 padres al ISSSTE". Aun así, continuó la organización, y en tres años el instituto "se había desarrollado hasta un nivel no esperado", señala.
La llegada a la Presidencia de la República de Gustavo Díaz Ordaz marcó un nuevo rumbo para el instituto, dice Moreno Islas: "ingresaron amigos y vividores de la política; nadie preguntó el porqué de la organización del ISSSTE y los resultados estaban a la vista de todos". Y por ahí se siguió. Los directores del instituto estaban ligados estrechamente a la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE) y, a la fecha, los sindicatos, empezando por el de los trabajadores del ISSSTE, "son un lastre" para el avance de la institución, señalan ex funcionarios consultados por La Jornada.
En 1982 se inició el periodo en que el ISSSTE fue utilizado como refugio para los políticos. Pasaron por ahí Ignacio Carrillo Castro, quien fue el único que duró en el cargo de director todo un sexenio, el del presidente Miguel de la Madrid Hurtado. El resto tuvo cortas estancias: Manuel Lozoya (1988-1993), Gonzalo Martínez Corbalá (1993-1994), Manuel Aguilera Gómez (1994-1997), José Antonio González Fernández (1994-1997) y Socorro Díaz Palacios (1998-2000).
Los ex funcionarios que aceptaron comentar parte de su experiencia aseguran que a pesar de las fallas, junto con el IMSS, el ISSSTE es una de las instituciones de profunda raíz social y, sin duda, debe preservarse en beneficio de los trabajadores.
Varios fueron los intentos de mejorar la calidad de la atención médica. Moreno Islas participó en algunos. Se trataba de formar escuelas de enfermería en los hospitales y de utilizar la técnica de fórmula magistral para la prescripción de medicamentos, que consiste "en que el médico haga la receta con los fármacos que requiere el paciente y por el tiempo necesario. Y es que la medicina es una, pero la alternativa terapéutica es múltiple e incluye la homeopatía, la acupuntura, hasta las hierbas". No se necesitaba dinero, dice Moreno Islas, "sólo voluntad, que no hubo, y los proyectos se pararon sin mediar explicación".
Situación actual
El desorden administrativo-financiero es el común denominador en los ocho fondos y 21 prestaciones sociales que otorga el ISSSTE. El más sensible de ellos es el relacionado con los servicios médicos, donde las deficiencias saltan a la vista.
El diagnóstico del instituto señala que la prestación de los servicios se obstaculiza por la centralización de recursos e insumos, que han determinado desigualdad en la infraestructura física y humana, en contraposición a la transición demográfica y epidemiológica de la población derechohabiente.
Además, es grave la obsolescencia de la infraestructura. Existen 25 mil equipos médicos mayores con una antigüedad promedio de 18 años, de los cuales más de 10 mil deben sustituirse, lo que tendría un costo de mil 200 millones de pesos. De los 4 mil equipos electromecánicos de que se dispone, mil 900 han concluido su vida útil y 554 requieren sustitución inmediata para continuar en operación. Esto implica una inversión de 200 millones de pesos.
Sin embargo, el presupuesto autorizado para 2002 en este rubro es de apenas 300 millones de pesos. El año pasado estuvieron disponibles 240 millones de pesos.
Por el lado de los medicamentos, el ISSSTE reconoce que existe desabasto en diversos grados en los tres niveles de atención. Esto propicia interrupciones de tratamientos o la utilización de fármacos de segunda o tercera elección, lo que repercute en el tiempo de tratamiento y, por consiguiente, en los costos. No obstante, este año dispondrá de dos mil 400 millones de pesos para la compra de fármacos, cuando el año pasado tuvo tres mil millones.
En cuanto a las unidades médicas del primer nivel de atención, no existe una cultura del autocuidado de la salud, ni programas preventivos y de medicina familiar integral que evitarían el excesivo gasto actual en la curación de enfermedades. El diagóstico señala que los hospitales no tienen capacidad resolutiva, por lo que las referencias y contrarreferencias "llegan a ser onerosas, excesivas y en ocasiones injustificadas".
La subrogación, sobre todo de servicios especializados, representa una erogación considerable, lo que desequilibra el presupuesto de los nosocomios y las finanzas del instituto. Por otro lado, la saturación en la demanda ha limitado la atención con calidad, trato digno y oportunidad, indica el estudio.
De hecho, apunta el texto, el fondo médico registra un déficit desde 1997, derivado de la transición epidemiológica y la creciente demanda de atención médica para enfermedades crónico degenerativas, que requieren medicamentos costosos y durante largo tiempo.
Desequilibrios y reglas poco claras
Para cubrir los requerimientos del fondo de pensiones, el ISSSTE tendrá este año un subsidio federal de 14 mil millones de pesos. Parte de la problemática de la dependencia proviene de la relación entre el número de trabajadores activos y los jubilados y pensionados. Mientras en 1982 había 20 trabajadores activos por cada retirado, en la actualidad la relación es de cinco a uno y se estima que un 16 por ciento de los empleados tiene derecho a pensión.
Por lo que se refiere al fondo de préstamos personales, el diagnóstico admite que su descapitalización se debe a que con sus recursos se ha financiado el déficit de otros fondos, además de que el proceso de otorgamiento recuperación "enfrenta inercias".
Aunque no señala directamente la intervención de las organizaciones sindicales, el texto menciona que "la programación anual de la prestación ha correspondido más a patrones históricos que a criterios de equidad y transparencia", resultado de lo cual "casi una quinta parte de los afiliados nunca ha gozado de un crédito".
Una situación similar se presenta en el Fondo para la Vivienda (Fovissste). Si bien ha beneficiado a uno de cada cuatro derechohabientes, existen problemas para la recuperación de los créditos y otros relacionados con su limitada capacidad de gestión administrativa y financiera. Plantea entre los retos a resolver, el mejoramiento de las reglas para el otorgamiento de los créditos.
Las irregularidades se extienden al Sistema de Tiendas y Farmacias (SITF), pues a pesar de ser una de las redes comerciales más grandes del país, no tiene utilidades. Sus gastos de operación son mayores que sus ventas. En 2000 tuvo ventas por 9 mil 557 millones de pesos, con un costo de 9 mil 61 y una utilidad primaria de 496 millones, frente a gastos de operación del orden de mil 208 millones de pesos. Es decir, la pérdida fue de 712 millones de pesos.
Como en los otros casos, también se han tomado recursos del SITF para apoyar a otros fondos. Pero, además, incide la falta de control sobre inventarios y una deficiente estrategia de comercialización, entre otros factores.