Ť Impúdico desfile de sosos repetidores de Fernando de la Mora
Apoteosis con la mansedumbre: Zotoluco y Garibay, dos orejas; El Juli, sólo una
Ť Empeñosos los diestros Ť Divertido el público Ť Lamentables el encierro y el juez
LEONARDO PAEZ
Ahora en los toros se busca y premia la docilidad, no la bravura; la repetitividad, no la codicia; la sosería, no el peligro.
A lo largo de la tarde de ayer en la México probablemente se dieron más de 200 muletazos por ambos lados a dizque toros cinqueños que mal fueron al caballo; hubo aplausos a los restos de tres astados e incluso un arrastre lento ordenó el siempre manirroto juez Manuel Gameros, pero tauromaquia, lo que se dice tauromaquia -técnica y arte de torear toros bravos, no su remedo-, poco pudo paladear el público, que hizo algo más de media entrada.
Por ello apenas se puede creer la tergiversación de valores que prevalece entre las figuras de hoy, disputándose el privilegio de jugarse la vida -es frase hecha- frente a encierros cuya fama sólo es proporcional a su mansedumbre.
Toreros como José Tomás y Julián López que en su país enfrentan al toro con edad, trapío y a veces bravura, aquí se pelean por triunfar -es lugar común- con novillotes descastados, sin gota de transmisión, tauridad ni emoción, mientras la Plaza México es reducida a plaza de tienta de los diestros peninsulares, eso sí, con el beneplácito de empresa, espectadores y autoridades del cambio.
Para la decimotercera corrida de la temporada la sensibilidad empresarial volvió a desbordarse aunque el ya no tan franciscano público lejos estuvo de abarrotar la plazota, no obstante estar en el cartel El Juli, cada vez más parecido a Hermoso de Mendoza por espectacular pero predecible.
Originalmente estaba anunciado el rejoneador Rodrigo Santos, pero sin que mediara explicación alguna por parte de la empresa fue sustituido por Octavio Sánchez, quien la víspera del festejo tuvo la mala fortuna de fracturarse una mano, por lo que a última hora debió ser remplazado por un caballero de nombre Luis Carredano, cuyo lamentable desempeño sólo cotizó aún más a Hermoso.
ƑCuál fue la finalidad de poner a un rejoneador por delante? ƑContinuar con la moda impuesta por Cavazos? ƑDarle a Eulalio López trato de figurón? ƑOfrecerle a la gente más espectáculo? En cualquier caso fue otra de las combinaciones más ociosas y desafortunadas de la novena trágica -nueve años de intentar promover la fiesta- a cargo de la empresa.
Figuras y desfiguros
Quién sabe si en esta época ser figura del toreo o pretender serlo sea mejor o peor que mantenerse en torero modesto que va por las plazas de Dios a su propio aire y que torea para sí mismo antes que para los dineros, la mercadotecnia y las estadísticas.
Al Zotoluco la empresa hace como que le da trato de figura y lo pone de primer espada un día sí y otro también, aunque ahora con rejoneador por delante, cuando aquí para consolidarse debería medir armas con los mexicanos que aún figuran.
Enfrentó primero a Piel Chinita, al que remató con media de lujo y quitó por ceñidas chicuelinas. Brindó al Capea y a su señora y toreó por ambos lados con soltura y precisa colocación, haciendo las cosas bien... ante un boyancón repetidor cuya sosería no daba para el éxtasis. Cuando tenía una oreja en la bolsa se le ocurrió pinchar y luego dejar media caída. No faltaron los villamelones que aplaudieron los restos de aquel remedo de bravura.
Con el cuarto, Nube Negra, que brindó a Germán Dehesa, quien a diferencia de otros famosos y arriesgándose a un resfrío se descubrió al recibir la montera, El Zotoluco inició su trasteo de hinojos en tablas, para luego emprender nueva sucesión de derechazos y naturales en un palmo de terreno a otro manso repetidor. Como dejara tres cuartos de acero algo caídos, usía Gameros, a quien las llamadas de atención del gobierno del DF le hacen los mandados, soltó dos orejas.
Y como una o dos docenas de aficionados protestaran la pueblerina premiación, que se ofende Lalo, que le da las orejas a un subalterno y que indignado se mete al burladero para luego salir a los medios y agradecer la ovación. Vaya.
El Juli, no por sobreadministrado con menos deseos de agradar, volvió a banderillear con ventajas a sus dos sosotes e hizo alarde de dominio, de sitio y de entrega frente a la mansedumbre. Como matara pronto a su primero recibió un apéndice. Es una verdadera lástima que en México no lo quieran poner con ganado serio y bravo. Su sólida tauromaquia da para mucho más.
A Ignacio Garibay, tiesecito pero valiente, alguien tiene que decirle que en el toreo se puede destacar por la personalidad, por la entrega o por la expresión interior, no por el gesto adusto o las temeridades inoportunas.
Le tocó en suerte el mejor del encierro, vamos como para cortarle el rabo, pero de eso se enteró ya que Paso Fino lo había arrollado al intentar un farol a porta gayola. Mermado de facultades embarcó muy bien en las chicuelinas y remató con cadenciosa larga, instrumentó series con ambas manos que dejaron ver la calidad del burel y la decisión del muchacho, dejó tres cuartos y volvió a salvarse de la cornada, para que Gameros -autoridad taurina subdesarrollada- le soltara dos orejas en reconocimiento a... su umbral del dolor.