Ť Las delegaciones no toman en serio su trabajo y regresan con las manos vacías
Faltan interés, conocimiento y profesionalismo a empresarios mexicanos para invertir en Cuba
Ť Una tupida regulación y serios retrasos en los pagos conforman un panorama desalentador
GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL
La Habana, 28 de enero. El presidente Vicente Fox llegará a Cuba dentro de dos semanas con promesas de impulso a las relaciones económicas bilaterales, pero detrás de los buenos deseos persisten piedras en ambos lados del camino que, junto con el reciente distanciamiento entre los dos gobiernos, explican el desplome de la inversión mexicana en la isla y el escaso crecimiento del comercio.
Una tupida regulación, la necesidad invariable de financiamiento total y serios retrasos en los pagos integran un panorama desalentador para quien intenta hacer negocios con Cuba, explicó a La Jornada un empresario mexicano curtido en tratos comerciales con la isla. A esos problemas visibles, señaló, hay que agregar el invisible, pero notable, de la orientación (o línea, una instrucción u orden discreta) que, sin dejar huella en la superficie, modifica, matiza, condiciona, retrasa o acelera la ejecución de un contrato o la aplicación de una ley.
''Por ejemplo, Ƒde qué sirve que se reduzcan o eliminen aranceles para cierto producto, si debajo de la mesa están dando la orientación a los gerentes de que esa mercancía sólo la puede comprar una de las corporaciones importadoras? Esa es la verdadera política, porque todas esas empresas, finalmente, dependen del Estado'', dijo el hombre de negocios, que pidió mantener su nombre en reserva. ''Tú crees que ya encontraste un filón, pero en la práctica tu mercado no es el que veías y calculabas, sino uno más reducido. Cuando conoces y entiendes el mecanismo, ya invertiste tiempo y recursos y estás esperando que te paguen.''
Deficiencias mutuas
Pero en la parte mexicana también hay deficiencias, reconoce autocríticamente la fuente: ''Nos falta interés, conocimiento y profesionalismo''. Relata que en los últimos diez años ha coincidido en sus viajes a La Habana con numerosas delegaciones empresariales, sobre todo regionales. ''Vienen por primera o segunda vez, no saben lo que quieren, no estudian el mercado, muchas veces faltan a las citas o no las toman en serio, ni siquiera toman notas; vienen a Cuba de vacaciones, regresan con las manos vacías y se justifican diciendo que es un mercado muy cerrado y difícil.''
El diagnóstico lo comparte, en sustancia, el consejero comercial de la embajada de México, Manuel Orella. ''Aquí tenemos todo para ayudar a los empresarios, les damos toda la información que requieren y cobramos sólo unos cuantos servicios'', dice el funcionario, pero reconoce que hace falta más decisión y compromiso a los hombres de negocios de ese país.
El turismo, cuyo principal polo de crecimiento en el mundo es la cuenca del Caribe, es ''el gran nicho de mercado'' que tienen las empresas mexicanas en Cuba, dice Orella. ''Ahí es donde están las oportunidades: materiales de construcción, bombas de agua, partes, refacciones, alimentos procesados, materias primas y, en general, todos los insumos que requiere la industria turística.''
La balanza comercial terminó en 2000 en 328 millones de dólares (ventas mexicanas de 290 millones y exportaciones cubanas de 38 millones). En 2001 ''terminará ligeramente por encima'', estimó. En los últimos cinco años la cifra ha permanecido en una franja con pocas variaciones, desde poco menos de 300 millones y sin llegar a los 400 millones en los que se movió en la primera mitad de los noventa.
Las fuentes oficiales (el Ministerio de Comercio Exterior de Cuba y la Secretaría de Economía) discrepan en la contabilidad de las operaciones bilaterales, porque la parte mexicana sólo registra las transacciones directas, mientras que la cubana incluye las que se realizan a través de terceros países, que así evitan represalias derivadas de la política estadunidense de bloqueo contra la isla.
Por eso en los reportes mexicanos aparecen como principales productos exportados a Cuba materia prima de papel, cartón, plástico, fundiciones, aluminio y vidrio y sus manufacturas, o de fuerte crecimiento como preparados de carne y medicinas, entre otros. No aparecen, pero sí registra la isla, algunos como piezas para informática, tejidos, tubos de acero y ácido sulfúrico. De ahí que las cifras mexicanas originales del comercio bilateral son muy inferiores a las consolidadas en la nación caribeña.
El sector privado mexicano carece de oferta viable para responder a los dos grandes rubros de importación de Cuba: petróleo, que en cualquier caso corresponde a la estatal Pemex, y alimentos para la población, que la isla requiere en muy grandes volúmenes, estima Orella. Coincide con el empresario en que una pieza clave en el trato con La Habana es el financiamiento.
Tres distintas fuentes de la comunidad cubana de negocios, consultadas por este diario, dijeron que su idea de la falta de liquidez de las empresas locales es tal, que se sorprendieron cuando el presidente Fidel Castro anunció en diciembre pasado que compraría en efectivo 40 millones de dólares en alimentos a Estados Unidos. ''Aunque todo el mundo sabe que es una operación política, la gente que está esperando sus pagos saltó de la silla; los franceses se disgustaron, los canadienses se asombraron, los mexicanos no lo podían creer'', dijo uno de los entrevistados.
A pesar de la modesta balanza comercial, Cuba ha acumulado deuda con México a lo largo de la última década. Un primer ajuste ocurrió en 1994, mediante un swap que absorbió el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext) y permitió a la empresa mexicana Domos, de Javier Garza Calderón, tomar 49 por ciento de la telefónica cubana. Pero la cuenta volvió a crecer y el saldo actual, de unos 450 millones de dólares, entró en restructuración el año pasado. El estado de ese pasivo, incluso la oferta de una nueva línea de crédito por unos simbólicos 7 millones de dólares, es uno de los puntos que pueden emerger durante la visita de Fox a Cuba, el 3 y el 4 de febrero próximos.
Unas 500 empresas mexicanas comercian con Cuba y cerca de 70 tienen oficinas aquí. La inversión mexicana directa se estima entre 70 y 80 millones de dólares, ubicada en la telefonía celular, el turismo, la alimentación y el azúcar. La situación y hasta la identificación de esos negocios es materia casi secreta, aunque hay dos casos muy conocidos: el grupo DSC es copropietario del hotel Tuxpan, en Varadero, y Telecomunicaciones Internacionales de México (Timsa) conserva un pequeño porcentaje de Cubacel, el monopolio de la telefonía celular, del que fue socio único hasta hace tres años. Según el Ministerio de Inversión Extranjera y Cooperación Económica, a finales de 2000 Cuba tenía 12 empresas conjuntas con firmas mexicanas, de las 392 corporaciones mixtas que había entonces en la isla.
En una señal de compromiso para arrastrar capitales, los dos países firmaron en mayo del año pasado un acuerdo para la promoción y protección de inversiones, que en esencia establece una equidad en los derechos comerciales y mecanismos de controversia. En México hay un incipiente capital cubano, de unos 11 millones de dólares, concentrado en franquicias, operadoras turísticas, azúcar y biotecnología.
Una de las escasas investigaciones académicas sobre las relaciones bilaterales fue realizada en la Saint Mary's University, de Halifax, Canadá, en 1999. Las autoras, Julia Sagebien y Demetria Tsourtouras, concluyeron que aunque el comercio cayó, los productos se han diversificado. Las empresas mexicanas tienen la desventaja de la escasez y la carestía de financiamiento, pero hay ventajas para los productores mexicanos que tienen bajos costos y pueden exportar directamente a un mercado cercano, de potencial crecimiento y sin de competencia de Estados Unidos.
Ante el eventual levantamiento de las sanciones estadunidenses a Cuba, ''una cosa es segura: habrá un rápido crecimiento de la competencia. El futuro para las compañías mexicanas interesadas en invertir en Cuba, tras el levantamiento del embargo, incluiría el empleo de su conocimiento del mercado cubano y sus bajos costos para formar alianzas estratégicas con compañías estadunidenses deseosas de operar'' en la isla, dice la conclusión del reporte Solidaridad y empresariado: la economía política de las relaciones comerciales México-Cuba a fines del siglo XX.
Las autoras dicen que los empresarios mexicanos se enfrentan a una disyuntiva a futuro: ''O se mueven ahora y mantienen sus ventajas comparativas (si pueden asegurarse el financiamiento), o esperan y planean una forma de integrar sus estrategias con empresas estadunidenses fuertes, una vez que se levante el embargo''.
El capital que vino a principios de los noventa de la mano del presidente Carlos Salinas (telefonía convencional, textiles, cemento) se fue entre dos y tres años después de aterrizar en la isla. Otro (petroquímica, vidrio) fue comprometido, pero luego anulado. El total negociado rondaba los 2 mil millones de dólares.
El desplome de esa exposición de recursos que involucró, además de Domos, a Vitro, Cemex y Pemex, entre otras, puede interpretarse como resultado de la amenaza que representaba la ley Helms-Burton, promulgada por Estados Unidos en marzo de 1996, que prevé represalias contra terceros países que negocien con la isla, como producto de la crisis del peso, o bien como efecto de una silenciosa presión del gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León.
En cualquier caso, Zedillo terminó por cerrar durante su mandato el grifo de petróleo que aún quedaba abierto para Cuba, y precipitó las relaciones bilaterales hasta su peor situación en toda la historia, cuando provocó un agrio debate público con el presidente Fidel Castro durante la décima Cumbre Iberoamericana, en Panamá, en noviembre de 2000. Gracias a su antecesor, todo lo que a Fox le salga bien en Cuba será ganancia.