Martes 29 de enero de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
Carpeta

Humanizar los partidos

n Sergio Cortés Sánchez

Los ciudadanos son algo más que votos: tienen problemas materiales que afrontar y nada, o casi nada, hacen los partidos políticos al respecto. Las megafusiones económicas y monetarias han centralizado el poder y magnificado las desigualdades sociales. Ante tales hechos, los partidos políticos no tienen propuestas: sólo discursos, denuncias y buenas intenciones. El reclamo ciudadano a los organismos políticos es su desinterés por reivindicar sus demandas sociales y económicas más que la ausencia de prácticas democráticas en la elección de la dirigencia partidaria. Ofrecer simulacros de elección interna sin cambiar la línea programática y formas de acción es letra muerta. El poder ya no puede ser el fin en sí mismo para los partidos; deben asumirlo como un medio para elevar las condiciones de vida de las mayorías, y para ello no bastan los buenos propósitos; es necesario que haya acciones inmediatas que van desde la regulación económica y política de la globalización (Carlos Fuentes, El País, 27/01/02) hasta la ejecución de políticas públicas que garanticen un mínimo de bienestar social.
El abstencionismo ha superado a la participación electoral después del 2 de julio del año 2000; la desilusión ha menguado la credibilidad en los partidos políticos, y se les confiere una nula aportación al bienestar familiar. La semana pasada, el 84 por ciento de los ciudadanos angelopolitanos que tienen teléfono en casa consideraban que poco o nada aportan los partidos políticos, y sólo el 16 por ciento les confería alguna contribución; en cuanto a simpatías por algún partido, el 60 por ciento de los ciudadanos del municipio de Puebla no manifestó interés alguno. Además de que no contribuyen a su bienestar, la imagen que los ciudadanos tienen de los partidos políticos es mala: hay dos opiniones negativas acerca del PAN, PRI y PRD por una positiva respecto a esa terna. Corrupción, crimen, mentiras, obsolescencia, desorden, fracaso y "bueno para nada" son algunos de los calificativos con los que los ciudadanos asociaron a los partidos en pregunta abierta. Las dirigencias partidarias están abocadas a autoperpetuarse en los órganos de dirección y refrendan el mecanismo que se los permita, no importándoles alejarse aún más de los ciudadanos a los que aspiran a representar.
Crecimiento económico no es ya sinónimo de creación de empleos ni de aumento del salario real, si es que alguna vez lo fue: la desigualdad social se intensifica y amplía a mayores sectores de la población. No hay, por parte de los partidos, definiciones sobre políticas de empleo y de salarios que garanticen una percepción mayor, como tampoco hay exigencia de una mayor cobertura del gasto social o reivindicación de derechos de grupos minoritarios; tampoco hay definiciones sobre calidad y cobertura de infraestructura básica ni una política pública sobre seguridad, educación o salud. Urge un pacto entre partidos y poderes en el que se consigne el mínimo de calidad de vida que los comprometa y defina, a su vez, las políticas públicas que lo garanticen.