Víctor M. Toledo
Rio Grande do Sul: otra izquierda es posible/ I
Muy pocos dudan, casi nadie, que la izquierda está en crisis: hoy en día no existe una propuesta alternativa al modelo que el neoliberalismo busca imponer, a sangre y fuego, por todos los rincones del mundo. Desaparecida a golpe de represión, venida a menos por su incapacidad para integrar los nuevos fenómenos del mundo global, o simplemente autoeliminada por su anacronismo ideológico, la izquierda como opción política del siglo XXI, como utopía realizable, como modernidad alternativa, ha quedado ausente del escenario mundial de los últimos tiempos (ahí están la primera guerra del siglo y la crisis argentina para comprobarlo).
Su ausencia corre al unísono de la desesperanza de millones de seres humanos que marginados del proceso de globalización, dominado por el capital (los condenados del mundo contemporáneo), encontraban en las organizaciones políticas de izquierda una luz para su oscura realidad. Y es que el problema no es el qué, sino el cómo alcanzar los objetivos de emancipación, justicia social y bienestar humano que distinguen a todo proyecto de izquierda en un mundo que se ha vuelto más complejo, más interrelacionado, más vertiginoso, más dominado por las gigantescas corporaciones, más determinado por la ciencia, la tecnología y el mercado y, sobre todo, de mayor riesgo.
Y no se trata solamente de aquella vieja izquierda dogmática en la cual el marxismo se convirtió en una especie de catecismo laico. Hoy ni las socialdemocracias, ni las terceras vías, logran articular un modelo de modernización realmente alternativo que beneficie a los grandes núcleos de población marginada, y por lo mismo tarde o temprano terminan convirtiéndose en una versión cosmética o atenuada de la utopía neoliberal (Argentina es quizá el mejor ejemplo). Y ni el estatismo a ultranza (Cuba) ni el populismo corporativista (Venezuela) o las versiones mercadológicas de la "dictadura del proletariado" (China) son hoy sociedades que inspiren confianza y promuevan esperanza. En la otra perspectiva, la de las iracundas protestas sociales, se hace necesario trascender las valiosas, pero finalmente inocuas demostraciones de los movimientos antiglobalizadores, o las del radicalismo indígena.
Y sin embargo, más allá de la predicación de Maturama, la historia se mueve. Y no sólo eso: hoy el planeta vive una ebullición en el mundo de las ideas y en el de los movimientos de nuevo cuño que proliferan y se multiplican, a pequeña escala, por todos los rincones del orbe. Se trata de propuestas originales, fruto de la creatividad del imaginario colectivo, de la resistencia popular y de la discusión y decantación de nuevas ideas. Si se ven con los ojos abiertos se trata de fenómenos que están perfilando o vaticinando el surgimiento de una nueva izquierda. Los nuevos proyectos societarios tienen que ver, de manera combinada, con la justicia social, la reaparición de la naturaleza, las reivindicaciones culturales o étnicas, el poder de lo local y lo pequeño, la descentralización de las decisiones, la humanización de la tecnología, la domesticación del mercado, el retorno de la espiritualidad, el manejo ecológico del territorio y, sobre todo, la participación social como eje de una nueva ética y de una praxis política renovada. Veremos el que es quizá el ejemplo más exitoso de esta nueva izquierda.
II
ƑRGS? No se trata del nombre de un nuevo medicamento para la depresión o la angustia, ni son las iniciales de una nueva compañía de seguros o de una empresa constructora de sueños. Son las siglas de una pequeña región del planeta (el estado de Rio Grande do Sul en Brasil), donde se lleva a cabo uno de los experimentos más esperanzadores del mundo contemporáneo.
Sede nuevamente del Foro Social Mundial, hoy en RGS existe un gobierno de participación popular, innovador y pragmático, que ha dado lugar a un proyecto original de izquierda. Se trata, para decirlo rápido, de una izquierda policroma o, por lo menos, roja, café y verde, pues como fenómeno político es el resultado de la evolución y confluencia de tres procesos: el propio devenir exitoso del Partido de los Trabajadores, basado en una efectiva democracia participativa; el surgimiento, consolidación y expansión del Movimiento de los Sin Tierra (que nació justo en ese estado del sur de Brasil), y los esfuerzos de un movimiento ambientalista (ecologistas urbanos, organizaciones de productores agroecológicos, conservacionistas) que originado en los años setenta hoy es ejemplo de experiencia y madurez (principalmente en el campo).
El "presupuesto participativo" es el principal instrumento de gestión pública de ese gobierno y su mayor aporte político. Parece un sueño, pero ese programa conforma una práctica efectiva de democracia directa, voluntaria y universal, por medio de la cual todos los ciudadanos que lo deseen pueden debatir y decidir acerca del presupuesto y las políticas públicas. En este proceso de democracia directa, todo ciudadano, independientemente de su organización partidaria, asociación civil, credo religioso o situación social, tiene asegurada su participación en el control colectivo del Estado mediante las asambleas públicas (locales, municipales, regionales).
Se trata de un procedimiento que, para utilizar el término introducido por Tarso Genro y Ubiratan de Sousa, sus dos principales arquitectos, induce "la socialización de la política". El mecanismo tiene la virtud no sólo de remontar la crisis de legitimidad del Estado contemporáneo (incluido el que fue creado en el "socialismo realmente existente"), sino el de combinar democracia formal o representativa con democracia participativa o directa, e incluso el de neutralizar el clientelismo o la privatización de la actividad pública. Y es que en el fondo promueve prácticas reales de descentralización del poder político y mayor control local sobre los procesos de carácter estatal, nacional o global.
En permanente perfeccionamiento, el sistema establece un procedimiento realmente democrático de toma de decisiones y mantiene un canal directo de comunicación entre el gobierno y la ciudadanía. El llamado "presupuesto participativo" fue implantado doce años atrás en Porto Alegre, cuando en 1988 el Partido de los Trabajadores ganó por vez primera el gobierno de la capital, y desde 1999 es aplicado en todo el estado. El nivel de participación es, además, un proceso en pleno ascenso. Durante 2000 se registró una participación de 281 mil ciudadanos de 497 municipios de la entidad por medio de 670 asambleas públicas municipales, 22 asambleas regionales y 847 delegados. En 2001 aquella cifra se elevó a 378 mil participantes de todos los municipios. De mantenerse el ritmo, este año llegará al medio millón de participantes.
El segundo proceso, que corre en paralelo, es el de la democratización de la propiedad de la tierra, asunto decisivo en un país donde la concentración de la propiedad agraria es una asignatura pendiente y cada vez más urgente. Brasil posee el récord de ser el país con la más injusta distribución de la tierra en el planeta: 50 mil propietarios que representan apenas el uno por ciento detentan más de la mitad de la tierra del extenso territorio brasileño, mientras se estima existen 12 millones de demandantes de propiedad agraria.
En RGS la estructura agraria reproduce infelizmente la del resto del país: mientras sólo 7 mil 850 propietarios (con más de 500 hectáreas cada uno) detentan 42 por ciento del total del territorio gaucho, 422 mil pequeños productores se apropian el otro 58 por ciento, principalmente en la porción norte del estado. Frente a esta enorme desigualdad en la distribución de los recursos, tanto el Movimiento de los Sin Tierra como el gobierno de participación popular han desarrollado un programa intensivo para su redistribución.
El proceso de reforma agraria impulsada por el actual gobierno alcanza casi 60 mil hectáreas que han beneficiado a cerca de 4 mil familias rurales en más de 100 nuevos asentamientos. Esta política se plantea como alta prioridad la creación de empleo en el medio rural. Según la FAO generar un empleo en el campo cuesta al sector público 33 veces menos que hacerlo en las ciudades. La reforma agraria, que es básicamente un apoyo a la pequeña agricultura familiar, retiene la mano de obra en el campo, reduce la migración y baja el costo de los alimentos. Además, todos los nuevos asentamientos surgidos de la reforma agraria están adoptando el cambio tecnológico para orientarse hacia la agroecología.
La tercera dimensión que orienta las políticas públicas se nutre del pensamiento y la acción del movimiento ambientalista gaucho. Hoy existe una secretaría del medio ambiente y acciones concretas en relación con la producción agropecuaria, lo forestal, la biodiversidad, el agua, la energía y la contaminación industrial. RGS es además un estado libre de cultivos transgénicos. En la actualidad el gobierno ha apoyado la producción agroecológica entre casi 4 mil familias, las cuales siembran granos y hortalizas en 13 mil hectáreas y distribuyen sus productos en 42 ferias ecológicas. También mantiene un audaz proyecto de comunicación y educación ambientales a través de un programa de televisión, y la transmisión de mensajes y programas en 37 emisoras radiofónicas de todo el estado.