Leonardo García Tsao
El humor no circula
Si hay algo admirable en Vivir mata es la voluntad de riesgo de su director, Nicolás Echevarría. Nada en su filmografía previa -sus documentales y la épica espiritual de Cabeza de Vaca (1991)- había ofrecido elementos de humor o siquiera de ligereza. Por ello, la idea de Echevarría acometiendo una comedia urbana se antoja un imprevisible cambio de dirección.
Los malpensados podrían sospechar un oportunismo comercial. Después de todo, ese tipo de comedia ha sido el género que más ganancias ha rendido al cine mexicano reciente. Sin embargo, Vivir mata parte de la premisa usual de la pareja en el Distrito Federal para intentar otro tipo de enfoque.
A partir de un guión original de Juan Villoro, adaptado por Echevarría y el propio escritor, la película propone una variante del esquema boy-meets-girl fundamentada en el recuerdo engañoso. A lo largo de un viaje automovilístico a ninguna parte por la ciudad, Diego (Daniel Giménez Cacho) le cuenta a sus amigos Helmut (Emilio Echevarría) y Chepe (Luis Felipe Tovar) cómo se hizo pasar por novelista al conocer a Silvia (Susana Zabaleta), locutora de radio que finge desear entrevistarlo; a su vez, ella le describe ese mismo encuentro del día anterior a Regina (Alejandra Gollás), amiga y compañera de trabajo. Ambos se sintieron atraídos por las mentiras inventadas sobre la marcha, y a pesar de haber descubierto la verdadera identidad del otro, sienten un deseo de volverse a ver.
El problema central de ese planteamiento es su naturaleza anticlimática. Una vez establecida la inmediata y mutua atracción entre Diego y Silvia, queda escaso margen para un desarrollo dramático. Quizá no fue una analogía voluntaria, pero Vivir mata se mueve con la misma inercia de un automóvil en el Periférico a las sietea
de la noche. La intriga sólo logra meter segunda en su último tramo, cuando ya es demasiado tarde para establecer un tono de búsqueda frenética (que también se resuelve de manera prematura).
Los relatos y crónicas de Villoro se han distinguido, entre otras cosas, por su apreciación irónica de ciertos aspectos de la realidad nacional. Aunque esos apuntes existen teóricamente en el guión, no han encontrado su correspondiente visual. En esencia, el reto de sobrevivir y enamorarse en el DF está planteado en los literarios diálogos, sin apoyo de las imágenes. En lugar de darle a la ciudad de México una atmósfera amenazante, abrumadora o al menos sórdida, Echevarría ha optado por una especie de pintoresquismo caprichoso. Además, hay un gusto por lo excéntrico fuera de contexto; la afición de Silvia por lamer insecticida en polvo, la aparición de una vaca refrigerada o de un locutor ciego en plan apocalíptico no responden a ninguna motivación fuera de la excentricidad per se.
La comedia es un género en especial difícil porque requiere de la precisa definición de un tono y un ritmo, de esa rara cualidad llamada timing, tanto en la narrativa como en el desempeño de los actores. Vivir mata comete el error de enfatizar su humorismo; llamar la atención sobre un chiste equivale a explicarlo: es la muerte segura del chiste. Así, un desfile inusitado de avestruces por una calle congestionada deja de ser un ocurrente gag visual en el momento en que Helmut señala su extrañeza, al son de un chispeante tema musical.
Igual se advierte en el resultado un contradictorio choque de intenciones. Por mucho que el realizador haya intentado apartarse de la norma, se adivina un interés de Titán Producciones por querer repetir el éxito de Sexo, pudor y lágrimas. Esas líneas de tensión han producido un híbrido incómodo, una comedia demasiado convencional para quien haya apreciado Cabeza de Vaca; y no lo suficientemente complaciente para quien sólo busca divertirse mientras traga palomitas.
VIVIR MATA
D: Nicolás Echevarría/ G: Juan Villoro, adaptado por Juan Villoro y Nicolás Echevarría/ F. en C: Pablo Reyes Monzón /M: Mario Lavista/ Ed: Tlacateótl Mata, Jorge García, Mario Sandoval/ I: Daniel Giménez Cacho, Susana Zabaleta, Luis Felipe Tovar, Emilio Echevarría, Alejandra Gollás, Diana Bracho/ P: Titán Producciones, Argos, Imcine, Foprocine. México 2002.
