Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 1 de marzo de 2002
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Sociedad y Justicia

Piden al Cimmyt reconocer públicamente la existencia de esa contaminación aquí

Demandan 140 organizaciones a autoridades y expertos frenar la difusión del maíz transgénico

Instan a FAO a dar garantías a agricultores en el código de conducta sobre biotecnología

MATILDE PEREZ U.

El Centro de Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt), el Comité de Recursos Genéticos del Grupo Consultivo de Investigación Agrícola Internacional (CGIAR) y la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) deben trabajar conjuntamente para frenar y prevenir la contaminación del maíz criollo con variedades transgénicas, como ocurrió en Oaxaca y Puebla, exigieron 140 organizaciones campesinas y sociales. A las secretarías de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) y de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) les pidieron hacer a un lado sus controversias sobre el tema y reconocer los daños y riesgos potenciales de la situación.

En la "Declaración conjunta internacional sobre el escándalo del maíz en México" las organizaciones -entre ellas el Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano, Vía Campesina, Grupo Etc, Red por una América Latina Libre de Transgénicos y Greenpeace México- expresaron su descontento por el silencio del Cimmyt y del CGIAR en torno a la detección de material transgénico en variedades criollas de maíz en México. "El Cimmyt debe hacer lo que su mandato exige: declarar lo que consideran es una situación real y anunciar los pasos que están tomando o piensan asumir para conservar la biodiversidad y respaldar a los campesinos. Cualquier cosa menos que eso es complicidad corporativa".

Las organizaciones aseguraron que el director del Cimmyt, Tim Reeves, aceptó -vía telefónica y correos electrónicos- que sí había contaminación transgénica en los maíces en México y que sería sólo cuestión de tiempo antes de que alcanzara los bancos genéticos. Por ello, en la citada declaración, piden al organismo que reconozca públicamente la existencia de esa contaminación genética y confirmar que bajo las circunstancias actuales, la contaminación en los bancos genéticos es inevitable.

A la FAO la exhortan a asegurar que el código de conducta sobre biotecnología -en proceso de elaboración- incorpore mecanismos para controlar la difusión de los materiales genéticamente modificados hacia regiones vulnerables y garantizar que los costos de la restauración de los ecosistemas, así como las compensaciones para los agricultores y las naciones sean asumidas por aquellos que contaminan.

Dispuestos a continuar presionando para que en la agenda de la sexta conferencia de las partes del Convenio sobre Diversidad Biológica -a celebrarse en La Haya, Holanda, en abril- se introduzca el tema de la contaminación transgénica en los centros de origen y diversidad genética, las organizaciones campesinas y sociales demandaron a la FAO y al CGIAR revisar su acuerdo de fideicomiso para asegurar la protección de la integridad del germoplasma que está bajo la responsabilidad de esa figura y que no existe ningún reclamo de propiedad intelectual que afecte a ese germoplasma.

Otras de las solicitudes a ambos organismos son: emitir recomendaciones para salvaguardar las variedades locales de los agricultores y los bancos genéticos; proponer una moratoria inmediata sobre los cargamentos de semillas o granos genéticamente modificados a países o regiones que forman parte de los centros de origen o de diversidad de las especies.

En el documento denuncian las presiones que ejerce la industria de la biotecnología contra los investigadores Ignacio Chapela y David Quist, de la Universidad de Berkeley, quienes denunciaron, por conducto de la revista científica Nature, la contaminación con transgénicos del maíz criollo en el sureste del país. "Académicos cercanos a la industria están desarrollando una campaña antiética de desprestigio, pretenden callarlos como a Arpad Pusztai, quien en un estudio reveló que la alimentación de ratas con papas genéticamente modificadas interfirió en su crecimiento, desarrollo de órganos y sistema inmunológico".

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