LETRA S
Marzo 7 de 2002

A la letra

A Letra S, a sus lectores y público en general:

Leí junto con mi familia el artículo titulado "Del trato inclemente a los enfermos" de la sección VIHvencias que refleja el sentir de Carmen Molina, quien relata su calvario por encontrar la mejor atención para un afectado por el virus, en este caso su hermano Eric.

Mi familia y yo tuvimos la misma suerte que los hermanos Molina en lo referente al IMSS, pues una vez que no pudimos continuar con el pago de 60 pesos por la atención brindada a mi tío Felipe dentro de la gran institución Ser Humano, A.C., nos vimos en la necesidad de trasladarlo a la clínica 30 de un instituto que gasta millones de pesos en publicidad en lugar de abastecerse de los medicamentos requeridos por los pacientes con VIH y por los pacientes en general. Hablo por supuesto del IMSS, instituto que se jacta de brindar una atención de calidad a sus usuarios, cuando su realidad es otra.

Llegamos, junto con Felipe, a Ser Humano, gracias a la recomendación de una enfermera del Hospital General (HG), quien nos propuso como una opción más viable esta asociación debido al mal trato que en el HG les brindaban a los afectados por el VIH.

Felipe comenzó su tratamiento con revisiones médicas y terapias psicológicas que, por supuesto, tenían un costo simbólico comparado con las tarifas que manejan psicólogos y médicos particulares. Cuando Felipe estaba ya en fase terminal, las terapias eran familiares, y el psicólogo, Miguel Ángel de León, jamás nos hizo sentir culpables por la enfermedad de mi tío, mucho menos atacándonos a través del "chantaje mental y la fe", como asegura Molina que ocurrió en su caso.

Los medicamentos se vendían, sí, pues no imagino a ningún organismo que exista por la gracia divina, y los donativos del patronato y las cuotas de recuperación no eran suficientes, aunque sí prescindibles, pues en el momento en que mi familia no tuvo los medios económicos para pagar la atención de mi tío, Ser Humano exentó del pago a Felipe.

Las visitas domiciliarias de los médicos Víctor y Arnulfo, y el doctor De León, tenían un costo simbólico, y cuando no hubieron los recursos, el cobro se suspendió más no sucedió lo mismo con las visitas.

La atención y la buena voluntad --perdón, pero no encuentro, o mejor dicho, no existen los calificativos idóneos para describir las acciones de todo el equipo de Ser Humano hacia nosotros-- no podrían ser puestas en duda por mi familia o por mí.

No pretendo entrar en confrontación con Carmen, pero sí era necesario relatar nuestra experiencia en Ser Humano que es contraria a lo vivido por la familia Molina.
 
 

Sergio Burgos Nava