El grupo veracruzano cumplirá 25 años
de existencia
La transformación del medio provoca que el son
se urbanice: Mono Blanco
ARTURO CRUZ BARCENAS ENVIADO
Veracruz, Ver., 9 de marzo. El
grupo veracruzano de son Mono Blanco lleva más de dos décadas
realizando una labor que algunos consideran de difusión y otros
de rescate de los ritmos tradicionales regionales. Le han grabado temas
algunos grupos como Molotov, cuya versión de El fin del mundo
gustó y desde entonces es buscado, por aquello de la curiosidad
de conocer al o los autores de esa canción apocalíptica.
Habla
Gilberto Gutiérrez, autor de la citada canción, quien en
entrevista en el café La Parroquia habla del resurgimiento del son
jarocho: "Algunos de los que interpretan de manera tradicional están
yendo a la escuela, y otros están acercándose a los soneros.
Eso es positivo para la música mexicana. Para nosotros, que estamos
ligados a una tradición.
"El son está viviendo un proceso de urbanización,
y eso se debe a la transformación del medio, que está dejando
de ser rural. Hay músicos que son rurales, pero llevan más
vida urbana. Algunos están inclinándose por otros géneros,
pero para todos hay espacio. A algunos les será más sano
ir al son jarocho que al jazz; no llegarán a ser soneros de abolengo.
Podría decirse que sí hay una moda, pero eso yo lo vería
más como una cuestión positiva. Yo crecí escuchando
a Miguel Matamoros, Pedro Infante, El Charro Avitia, Paco Michel,
y todo lo que llegó después.
"Lo que yo compongo tiene que ver totalmente con el son
jarocho. Ahora hay muchísimos fandangos, hay quienes los organizan;
también encuentros de jaraneros. Se nota, y lo que a mí me
costó 10 años aprender, quizá a otros sólo
les llevó tres. Yo me inicié en el son casi a los 20 años,
pero otros se relacionan a los ocho, o a los 10, y con otra dinámica.
Mientras haya búsqueda, aunque no me guste, está bien. Algún
día le darán al clavo, y vendrán más cosas,
pero la tradición seguirá siendo el eje de todo".
El resurgimiento del son
Añadió que en Veracruz hay mucho talento,
músicos que han llevado el son a un nivel muy alto. "Sí hubo
un periodo de decadencia, y en esta nueva época se empieza a ver
un desarrollo diferente. Hay muchachos que están tocando cosas tremendas.
Lo más importante es que ahora podemos documentar todo eso. Acabo
de ir a una reunión en Puerto Rico, y vi gente que es virtuosa en
la manera de tocar su instrumento.
"Nosotros, como Mono Blanco, acabamos de cumplir 25 años,
pero el proyecto nos llevó un poco más. Esto hay que verlo
como proceso. En Cuba llevan muchos años, abierto por el desarrollo
acelerado, y aquí hay gente usando instrumentos que modifican en
su número de cuerdas."
Explica que Mono Blanco nació en la ciudad de México
en 1977. En 1979 ya tenía relaciones con don Arcadio y el señor
Vega, fundamentales en el fandango, quienes a su vez recordaban a otros
fandangueros en Minatitlán, Santiago Tuxtla y otros tantos pueblos,
"los cuales recorrimos y donde pedimos apoyo. Con base en el apoyo local
fue como hicimos varias cosas. Nos ayudaban con la tarima y el sonido,
las sillas y otras cosas".
El mejor premio
-¿Qué piensas de los premios?
-Si hablamos de los Grammy y todas esas cosas, pues, haciéndole
caso a la vox populi, eso tiene que ver más con intereses
de las disqueras. Aparecen discos premiados, que no trascienden. Hay reconocimientos
a nivel local que, igual, generan mucho descontento. El mejor premio lo
da el público.
"Cuando uno está comprometido con su quehacer no
piensa en los premios; sólo en las cosas propias, en la tradición.
Mucho de lo que ganamos lo retribuimos a la tradición. Hay impuestos
que nosotros pagamos pero muchos de ellos, en las comunidades, no entienden
por qué hay que pagar impuestos. No entienden eso de que, si les
tocaban 10, pues ahora sólo les tocan ocho. El apoyo a la tradición
necesita de un apartado, por ahí, para que los músicos tradicionales
no pagaran impuestos".
-¿Cómo salió la canción de
que el mundo se va a acabar?
-Estaba aquí, en Veracruz, y con otros, como Memo
Salamanca, usábamos el término de son con son, por la relación
del son cubano y el veracruzano, y empecé a trabajar esa pieza.
Compongo preparando primero la estructura armónica... la siento
y voy pensando en lo que quiero decir. Se me ocurrió eso de "se
va a acabar", y seguí con las coplas, el estribillo. La terminé
de componer en Estados Unidos.
"La pieza cayó muy bien. Molotov hizo una versión,
que no es mi onda, pero la respeto. Ellos están en otro boleto.
Además, no me gusta ver las cosas más allá de lo que
son. Abrimos un concierto de Café Tacuba y a varios chavos les gustó."
-¿Le tienes miedo al desgaste físico de
un fandango?
-No, porque hay un desgaste físico con una recarga
espiritual. Uno sale de los fandangos ahora sí que en calidad de
cadáver, pero el espíritu sale lleno de gusto.
"Los fandangos reflejan el espíritu de la gente,
alegre. La pobreza, que implica una condición de tristeza, aquí
también tiene un espacio para la alegría. El fandango es
muy rico. Lo que sí debe entenderse es que no es fácil que
las comunidades acepten que unos chilangos vayan y quieran meter
a un bailador. Para nosotros es un ritual, una dinámica de éxtasis.
Muchos chilangos se han vuelto fandangueros, pero sí ha habido
un abuso de gente que se ha metido a dar talleres. Enseñan unos
pasos, pero no el concepto del fandango."
-¿A qué le tira Mono Blanco?
-A grabar un material con son tradicional y otro para
celebrar el 25 aniversario del grupo. Hemos hecho cosas en Pentagrama,
pero pensamos en hacer algo con una compañía más grande.
-¿Los alburean por el nombre del grupo?
-Es un nombre con varias lecturas. Aplicamos la mercadotecnia,
porque si nos poníamos un nombre tradicional luego nadie nos hubiera
recordado. Probamos nombres y así nos anunciamos en varias presentaciones.
El nombre como tal tiene un bagaje cultural. Hubo sitios donde no ponían
batería porque creían que éramos un grupo de rock.
Nos anunciaban como Puño Blanco, Moño Blanco, Mundo Blanco...
Pero el nombre no se olvida.