Lunes 11 de Marzo de
2002 |
Capos del narcotráfico en Puebla |
Con la detención de Benjamín
Arellano Félix, el sábado pasado, y Miguel ángel
Trillo Hernández, en octubre de 2001, sumadas a los
informes que difundió la Procuraduría General de la
República (PGR) en el sentido de que en diciembre estuvo
Joaquín Guzmán Loera en la ciudad de Puebla, se pone de
manifiesto que en los últimos meses la capital del
estado ha servido de escondite y base de operaciones de
los dirigentes de los carteles de Tijuana y Sinaloa, dos
de las principales organizaciones de narcotraficantes que
hay en el país. Funcionarios federales y estatales han manifestado que estos delincuentes escogieron Puebla por ser una ciudad tranquila, sin problemas de narcotráfico, en donde difícilmente hubieran sido buscados. Sin embargo, la realidad puede ser otra: que los capos de estas agrupaciones criminales hayan estado pagando protección a un servidor público -de cualquiera de los tres niveles de gobierno- para poder desarrollar sus actividades ilícitas con toda libertad. Por eso, es necesario que el gobierno del estado y la PGR profundicen en las investigaciones y esclarezcan por qué éstos delincuentes escogieron la Angelópolis para ocultarse y seguir dirigiendo organizaciones dedicadas a la producción y venta de enervantes. Si únicamente se da una explicación elemental y no se llega al fondo de este asunto, se corre el riesgo de que en Puebla, tal como ocurre con algunas entidades del noreste y el sureste del país, el narcotráfico se convierta en el principal problema de seguridad pública e incluso de inestabilidad social. |