Académicos contra la instrucción enfocada sólo al empleo
A partir de la reforma que se dio en la UdeG -y en general en el país desde hace poco más de dos sexenios-, la línea que predomina en la formación académica es preparar a los jóvenes para que se enganchen al mercado de trabajo. Pero esa tendencia empieza a ser cuestionada.
Un grupo interdisciplinario del Departamento de Estudios Ibéricos y Latinoamericanos -del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH)- de la UdeG desarrolla una investigación y foros de análisis para reflexionar "desde qué posiciones se está construyendo el conocimiento en América Latina".
"No se trata de una vuelta al pasado, sino de abrir una discusión sobre para qué estamos aportando, investigando, produciendo conocimiento", señala Ricardo Romo Torres, maestro en sociología y participante en el proyecto.
Hay una exigencia "ética y política en términos de explorar formas de solidaridad que contrarresten el embate neoliberal, que hace hincapié en el individuo. Si no son las instituciones educativas donde se produzca conocimiento y profesionistas que busquen la construcción de formas más solidarias de relación, donde no nos sean indiferentes los diversos grupos sociales, entonces Ƒcuál es la función de las instituciones educativas públicas?", apunta Mónica Gallegos, maestra en economía e integrante del grupo.
Los académicos explican su proyecto:
Es entendible, dicen, que las instituciones privadas busquen producir cuadros que van a satisfacer las necesidades del sector privado, "pero como institución pública somos financiados por la sociedad. Entonces Ƒcómo explicar que los profesionistas de las universidades públicas, y sus productos de investigación, vayan a resolver las necesidades particulares?"
Nadie se opone a una buena vinculación empresa-universidad, pero "no podemos cerrarnos sólo a eso. Hoy la premisa es que los profesionistas deben servir para resolver problemas muy específicos, si no, lo están haciendo mal, no sirven".
En Harvard se desarrolla una pedagogía de la comprensión, que insiste en que ésta debe ser entendida como desempeño, lo que viene muy bien a las pretensiones operativas enunciadas en planes y programas de estudio de la universidad, explica el pedagogo del grupo.
Si ahora nos preguntaran, por ejemplo -habla un tercero-, para qué sirve lo que hacemos o lo que nos preocupa, tal vez no recibiríamos financiamiento. "Si la idea es discutir sobre las formas de pensar nuestro papel como docentes, y de problematizar las maneras que han dominado esas formas de relacionarnos con los alumnos, de organizar nuestros contenidos temáticos, quizá para algunos no somos pertinentes."
El reto, coinciden, es traducir las discusiones en contenidos programáticos, currículas que den un nuevo perfil a los egresados. Ofrecerles opciones; hay que ampliar el abanico de discusión en cada centro y las licenciaturas o los institutos de investigación. Vamos a discutirlo, no quedarnos en la imposición de que a partir de la reforma éste es el proyecto dominante.
Deseamos -hablan en plural- dar un debate académico, para que desde ese ámbito se impulsen procesos de convivencia y discusión más horizontales, que permitan formas de gobierno más democráticas en la universidad.
"Nadie quiere que la universidad vuelva a ser, en términos formales, socialista, šno!, porque para el grueso de la comunidad académica los fines políticos del grupo que tenía ese discurso se plasmaban en el ejercicio del poder y del control de la institución."
MIREYA CUELLAR, ENVIADA
