Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 13 de marzo de 2002
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Economía

MEXICO S.A.

Carlos Fernández-Vega

EL PRESIDENTE DEL Banco Interamericano de Desarrollo, Enrique Iglesias, considera que la pobreza en América Latina y el Caribe es "inaceptablemente elevada", pronostica para la región un comportamiento económico nada grato por segundo año consecutivo en este temprano siglo XXI, y se pronuncia a favor de un "globalismo humanista" que corrija los efectos "perversos" de la globalización y permita el progreso.

SENSIBLE, MUY SENSIBLE, la retórica del ex mandatario uruguayo, quien también considera que sólo "una verdadera democracia" en la región puede dar estabilidad laboral y jurídica para promover el empleo, las inversiones y el ahorro necesarios para el desarrollo en la región.

QUÉ BUENO QUE Iglesias dijo que la pobreza en América Latina y el Caribe es inaceptable y no inexplicablemente elevada, porque el BID, junto con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial -organismos que durante décadas financiaron a las dictaduras más sanfor10-153101-pihguinarias del subcontinente y ahora pretenden reivindicar a la democracia-, conocen a cabalidad las causas que han llevado a la región a acumular una de las mayores deudas sociales del planeta.

ES EL MISMO BID, con las mismas recetas y el mismo diagnóstico, pero con otros dirigentes, el que en 1991, en pleno balance de la llamada década perdida -la de los años 80- para América Latina y el Caribe, advertía: "Ninguna estrategia de crecimiento sostenido será viable para la región si la búsqueda de disciplina macroeconómica no se combina con la atención explícita y el alivio de la pobreza frente a los problemas relacionados con el ajuste y la arraigada injusticia social... El proceso de ajuste ha ejercido un impacto desigual sobre los diversos sectores de la población, castigando desproporcionalmente a los pobres, los jóvenes, los ancianos y las mujeres... Las crecientes presiones, combinadas con la aspiración de patrones de consumo muy por encima de sus medios, han impulsado a un gran número de jóvenes hacia la delincuencia, el abuso en el consumo de drogas y la violencia".

TAL "COMBINACION" NO pasó de ser una petición, desde luego, y a lo largo de la década pérdida los organismos financieros internacionales enfocaron sus esfuerzos a imponer su draconiano programa de "ajuste estructural" para que la macroeconomía luciera bella y rozagante, y el correspondiente al pago de la deuda externa, con lo que las economías latinoamericanas quedaron secas y los presupuestos sociales fueron a parar al basurero. Los gobiernos latinoamericanos, aplicados que son, se dedicaron a seguir, milimétricamente, la línea trazada.

PARA REFRESCAR LA memoria, en 1991 la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) dio a conocer parte del precio pagado por la región durante la década perdida: la proporción de pobres en la región aumentó de 33 por ciento en 1980 a 45 por ciento en 1990. La intensidad de la pobreza, "medida como la divergencia que existe entre la línea de pobreza y el ingreso medio de los pobres", aumentó de 34 por ciento en 1980 a más de 50 por ciento a finales de la década. Para pagar el costo social de la deuda externa, se necesita, a precio actual (1990), 35 por ciento del PIB latinoamericano, si se toma como medida el crecimiento sostenido de las décadas de los 60 y 70. El PIB cayó 11 por ciento en el periodo; la deuda externa se duplicó, al pasar de 222 mil 497 millones de dólares a más de 450 mil millones (en 2001 ascendió a 817 mil millones de dólares) y pagó, por concepto de servicio del débito (capital e intereses), casi la misma cantidad, es decir, 450 mil millones de dólares.

ADEMAS, LA TASA de desempleo abierto urbano se redujo de 10.7 a 9.5 por ciento, pero esto se explica porque el empleo informal creció 56 por ciento; el poder adquisitivo de los salarios mínimos se redujo 30 por ciento; las reservas internacionales acumuladas sumaron poco más de 27 mil millones de dólares, mientras la fuga de capitales superó los 189 mil millones de dólares; el gasto gubernamental destinado al sector salud se desplomó en cerca de 15 por ciento del PIB regional; los precios de los principales productos de exportación de América Latina cayeron en poco más de 29 por ciento, destacando los casos del azúcar (53.3 por ciento), estaño (62.7), petróleo (48), cacao (51.7) y café (42.1); el costo del ajuste recayó sobre en los trabajadores, cuya participación en el ingreso se desplomó en casi 10 por ciento.

LA REGION SE convirtió en la más inequitativa en lo que a distribución del ingreso se refiere, destacando el caso chileno y el mexicano. Diez años después de ese "corte de caja", la situación no ha variado.

PARA 2001, EL BID pronosticó que la economía de América Latina y el Caribe crecería en alrededor de 4.5 por ciento. En los hechos, sin embargo, avanzó cerca de uno por ciento, por debajo de la dinámica poblacional. Para 2002, la estimación es de cero por ciento o, para utilizar el lenguaje de la institución, el año "será poco propicio y de crecimiento lento". Habrá que esperar a 2003, siempre y cuando no aparezca algún inconsciente que juegue con la caja de cristal.

IGLESIAS CONSIDERO QUE el "decepcionante desempeño de la economía regional durante 2001 se derivó de la desaceleración sincronizada en los tres grandes del planeta (Estados Unidos, la Unión Europea y Japón), los atentados del 11 de septiembre y la vulnerabilidad financiera en América Latina y el Caribe, que se agudizó en la segunda mitad del año''. Este ciclo recesivo, agravado por la caída de precios de las materias primas como el petróleo, el azúcar y el café, "causó desempleo y aumento de la pobreza y la marginación", tal como ocurrió en la década perdida.

LO ANTERIOR, SIN embargo, no doblegó a los democráticos gobiernos latinoamericanos, que "resistieron la tentación de responder a esta situación dando marcha atrás" a los "ajustes" ya realizados.

QUÉ BUENO, PUES, que el presidente del BID, Enrique Iglesias, dijo que la pobreza en la región es inaceptable y no inexplicablemente elevada, porque 20 años después de "ajustada", "modernizada", neoliberalizada y globalizada, América Latina, en el arranque del siglo XXI, tampoco va a registrar crecimiento económico, "pese a las señales de reactivación en Estados Unidos".

Las rebanadas del pastel:


AMÉRICA MOVIL SE apresta a vender su participación de 49 por ciento en Cablevisión, mediante una colocación de acciones en la Bolsa Mexicana de Valores, de acuerdo con un despacho de la agencia Reuters. El 51 por ciento de Cablevisión pertenece al Grupo Televisa y 49 por ciento al consorcio del empresario más rico de México y América Latina, Carlos Slim Helú. La oferta pública podría obtener entre 250 y 270 millones de dólares, de acuerdo con estimaciones de analistas. Con este movimiento, Cablevisión se quitaría de encima una restricción antimonopolios del gobierno que le impide ampliarse fuera de la ciudad de México.

[email protected] / Fax: 55 45 12 53

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