FUSILERIAS
Alfredo C. Villeda
El libro, bajo el acecho de la publicidad
LA PUBLICIDAD ACABA de tener una entrada triunfal en uno
del templos sagrados entre los sagrados: el libro. ¿Estará
a punto de caer uno de los últimos bastiones? En Gran Bretaña
y en Italia, los autores Fay Weldon y Luigi Malerba armaron el escándalo.
La primera acaba de publicar The Bulgari connection, obra en la
que cita una docena de veces la marca joyera Bulgari. Al principio sólo
se trataba de escribir un texto destinado a los clientes de la célebre
tienda, pero la autora no se limitó y decidió hacer una novela.
EL
ITALIANO, A su vez, no desconoce los caminos de la publicidad. Antiguo
director de una agencia en la materia, propuso a la editorial Mondadori
insertar en su más reciente libro, Città e dintorni,
un encarte. Así, justo a la mitad de estos relatos de viaje por
Roma y Grecia, el lector se topará con 12 páginas financiadas
por la telefónica Omnitel. A fin de cuentas, ese compendio de ''ideas
para cambiar el mundo'' salpicadas de citas de Nietzsche y Flaubert sólo
busca vender teléfonos celulares.
YA EN 1990, la joven escritora Corinne Lellouche publicó
un libro de cuentos, Mi vida es una obra de arte, bajo un sello
que ella había creado, Editions de la Rue de l'Ouest, en el que
insertó cuatro páginas de publicidad al comienzo y al final
del recuento con las firmas Guerlain, Cartier, Mercedes y Alain Mikli,
a 5 mil francos la página.
LA EDITORA DE la casa Haper Collins, Patricia Parkin,
encontró el libro de Weldon ''eminentemente publicable'' y descartó
todo carácter inmoral en el hecho de lanzar al mercado un texto
''patrocinado'', en tanto que la autora, de 70 años, asegura: ''Escribí
ese libro con mucho placer y estaría lista para firmar con Armani''.
EL CASO DEL italiano, en tanto, preocupa a Luciano Bosio,
directivo de la agencia Carat consultado por la revista Lire: ''La
efectividad de ese proceder es por lo menos dudosa, porque la publicidad
se acepta en donde uno acostumbra verla''.
AL FINAL DE cuentas la editorial Mondadori no se preocupa
por hacer un mal negocio, ya que pertenece al emporio mediático
del primer ministro Silvio Berlusconi y el escándalo ya logró
el objetivo de la publicidad: acrecentar la visibilidad de una marca. Pese
a que empiezan a surgir varios casos, el libro parece que aún gozará
de un buen tiempo sin publicidad, sobre todo porque cuenta con un aliado,
el lector, consciente de que las páginas son de los pocos templos
todavía no arrasados por ese huracán llamado Pub.