Luces, rayos láser, sonoridad impecable y animación caracterizaron el concierto
Gorillaz reunió a niños de 5 a cuarenta y tantos
PATRICIA PEÑALOZA ESPECIAL
Cerca de 6 mil 500 niños de entre cinco y cuarenta y tantos años le entraron al juego músico/visual del multinacional crew animado de Gorillaz la noche del lunes en el Palacio de los Deportes: 40 por ciento de chavitos y pubertos, además de patinetos, veinteañeros cool, adultos cuidando prole, bailaron, gritaron, agitaron manos, mientras miraron absortos una pantalla durante dos horas con la certeza de que detrás de aquel escenario plano se alojaba una banda cuasianónima de humanos tocando en vivo.
Luces, rayos láser, animaciones, sonoridad impecable adelante, rebotadero de sonido más allá de 40 metros. Cerca de 20 temas y tres historias cortas en animación sin música, quedaron para la euforia colectiva. De los integrantes originales del disco, sólo estuvieron en vivo Damon Albarn y el productor Dan Nakamura. Dos pantallas rectangulares de tela, alineadas de modo vertical, sobre las cuales se proyectaron infinitas imágenes de los personajes 2D (voz y teclados), Murdoc (bajo), Russel (batería) y Noodle (guitarra), fueron el centro de atención. Las rolas sonaron potentes. "Helloooo... is anyone there?!", fue el primer grito de batalla de esta agrupación virtual con la canción M1A1... Y es que era justamente esa la pregunta entre los asistentes: Ƒhabrá alguien detrás de los trozos de tela?, Ƒirán a ponerle play al disco mientras vemos imágenes? Pero fue respondida en cuanto el tema levantó en intensidad, pues luces intermitentes reflejaron las siluetas de los músicos de carne y hueso tras las pantallas. Instantes después fue más que evidente: hay redobles, inflexiones vocales y manuales, que sólo pueden ser emitidas en vivo. Pero el chiste aquí era entrarle al juego de la imaginación.
Cuando se consideró que ya habían hecho tiempo para que se llenara la plancha, comenzó el show. Se apagan las luces y todos gritan, saltan; los chavitos presencian tal vez su primer concierto. Las caricaturas durante las rolas no cuentan historias, no son video-clips sino aleatorias imágenes de los personajes, superpuestas, intercaladas con letreros declaratorios: Dark pop, Zombies and painkillers, Shoot to ill, Kiddie Frightener, frases que definen su propuesta: pop oscuro, alegre pero con atmósferas fantasmales y sentimientos existenciales.
Loops, secuencias, ruiditos, ecos y delays al por mayor. Tocan Tomorrow comes today, Slow country, y 5/4. Vienen Starshine, Man research, Soundcheck, Double bass, Re-hash... El MC improvisa y entre sus rimas canta en español: "así me gusta bailar, me gusta cantar, con Gorillaz", para soltar Clint Eastwood.
Tocan Drácula, un thriller-reggae con melódica-dístor, incluido en el nuevo disco G-Sides (temas alternativos al disco original) y otra nueva más. El público explota ahora con 19/2000 y la movidísima Punk. A modo de encore, un letrero dice en inglés: "Han sido una gran audiencia y nosotros una banda fantástica". Tras los aullidos de rigor, "regresan" y el MC presenta al único personaje con crédito humano: "And now, Ibrahim Ferrer!" con el tema ƑQué pasa contigo?, cuya voz sí es grabada, aunque no la música. Se despiden con una segunda versión de Clint Eastwood, en la que el coro es sólo cantado por el público.
Mientras los asistentes disfrutan de esta especie de absurdo, la cronista percibe que cualquier concierto, aun con personajes visibles, es virtual... ƑO acaso el vocalista y/o los músicos advierten los rostros, las almas, de su público? ƑNo es verdad que los fans ven en los músicos a entidades sobrevaluadas, personajes y no personas? Aquí las reglas son inusuales, como lo es el mundo de las caricaturas; lo importante son la música, de modo abstracto, y la vida que cada quien quiera darle a los monitos. Como una crítica al culto a la personalidad, al estrellismo existente, el show de Gorillaz es todo un himno animado al anonimato.