Lleva más de 30 mil copias vendidas de
su producción Arias de ópera, ¿y... por qué
no?
Mi voz salió de todas las mujeres que llevo
dentro, dice Tania Libertad
Asegura que cuando escuchó la grabación
no pudo reconocerse, ''no sé quién fui''
La cantante afirma que en su vida artística
ha tenido tres nacimientos, ''este disco es el tercero''
FABRIZIO LEON DIEZ
Tania Libertad es una cantante diferente luego de haber
grabado Arias de ópera, nombre del disco que lleva como subtítulo
¿y... por qué no? Lo particular de esta grabación
no sólo es la estética que logra con la voz esta cantante
que se ha dedicado a la música popular latinoamericana y a los ritmos
negros del Perú, sino que esta producción había vendido
más de 30 mil copias en pocas semanas, sin promoción mayor,
y cuesta entre 60 y 70 pesos.
Tania Libertad concede a La Jornada una entrevista
con características capicúa y de razones palindromas, porque
afirma que no obstante el enorme reconocimiento que ahora tiene, a la par
de las comodidades económicas, quiere repetir aquellas giras artísticas
por toda la República Mexicana, como cuando inició su carrera
en México, en los años 80, acompañada de dos músicos
(los hermanos Rivarola) tocando en decenas de plazas, en pueblos, escuelas
rurales y teatros. "Me entusiasma más pensar en eso que cantar en
Bellas Artes", afirmó. Una entrevista capicúa porque cuando
se lleva a cabo es el día 20 del segundo mes del año 2002
y los comensales, al reparar en ello, celebran a las 20 horas el hecho
escuchando a la protagonista cantar la segunda canción del disco
Arias de ópera, su segunda más reciente producción.
Al
final de la plática en su casa, ella canta, como lo hace prácticamente
siempre que se lo piden, sólo que ahora Tania canta ópera
y lo hace en forma tan espontánea que llora de la emoción
cuando finaliza L'amour est un oiseau rebelle, de La Habanera
de Carmen, de Bizet (la rola número dos del cd). Ella
canta en la noche, luego de una enorme sobremesa donde el aplauso se lo
llevaron un exquisito ceviche y un tequila de sabor tan exclusivo como
la voz de esta cantante peruana mexicana.
Para entender la importancia de este periodo, Tania Libertad
hace un recuento existencial, que califica de "nacimientos artísticos"
a tres momentos en su vida y que culmina con la producción del disco
de ópera y uno más, llamado Costa negra (de proxima
aparición en México), grabado en París y en Africa,
del cual hablaremos en otra entrega.
Primer nacimiento
''Soy artista desde los cinco años de edad y a
los siete ya cantaba boleros. No canté canciones políticas
al inicio, lo primero fueron boleros y la música tropical. Después
le entré al rock. Cuando abordé la canción política
yo ya era una artista y me gustaba salir a ser encantadora al escenario,
bien vestida, y eso nunca lo perdí de vista, ahí es donde
vienen los primeros conflictos. Conversando, tiempo después, con
compañeros de generación, de profesión y de vocación,
me han confesado que me rechazaban por muchas cosas; entre otras cómo
me vestía, y traer músicos afinados. Acuérdate que
en esa época entre más desafinado, mejor. Así era
la canción de protesta.
-¿Había un rechazo a ese repertorio que
tú cantabas, porque era impuesto?
-No. Yo me sentí muy gobernada en el Perú,
porque provengo de una familia muy extraña. Mi padre fue un hombre
que era ateo y anarquista, pero por otro lado tenía un lado terriblemente
ortodoxo. Era el dictador de la casa y por eso crecí con una confusión
terrible. Luego, entre los 11 y 13 años de edad me enfrenté
a una sociedad con doble moral, donde los artistas éramos gente
de cuarta y las mujeres, en una sociedad horrorosamente machista, y más
para mí, que provengo de una familia de ocho hermanos, donde siete
son hombres, más un padre dominante, imagínate. En ese sentido
el escenario fue muy duro, porque tenía que hacerle caso a mi papá,
quien quería que cantara una cosa mientras la sociedad peruana quería
otra. Es cuando en Lima, durante un festival, canto una canción
del poeta Juan Gonzalo Rosé, quien decidió hacer canción
popular luego de que había sido deportado tres veces del país
por comunista. La interpreté por casualidad y se volvió una
canción popularísima; se llama Tu voz. A partir de
ahí empiezo a vincularme, muy jovencita, con toda la intelectualidad
peruana por medio de este poeta.
''En esa época empiezo a tener una ideología
de izquierda. Era marxista por la práctica, no por la teoría,
como normalmente les sucede a todos. Mis hermanos fueron obreros y mi madre
enfermera de un hospital obrero, y veía todo lo que pasaba ahí.
A ella le pagaban con un kilo de arroz y medio kilo de carne a la semana
y con eso vivíamos. Yo cantaba en los teatros y me pagaban muy poquito
dinero a los siete u ocho años de edad, y entonces, cuando me vinculo
después con los intelectuales, empiezo a entender lo que son la
sociedad y los gobiernos comunistas y socialistas y la cantidad de corrientes
de izquierda. Estudiando en la universidad viene otro conflicto, porque
todavía seguía dependiendo de mis papás, más
emocionalmente que económicamente, porque a esas alturas ganaba
dinero para mí y para toda la familia. Estaba en la casa de mis
padres y a la vez estaba bajo los conceptos de una sociedad de doble moral
gobernada por regímenes que no sabíamos si eran de izquierda
o de derecha, y de 20 mil partidos. Eran todas las izquierdas del mundo
y cada organización tenía 20 miembros en su partido; te estoy
hablando de los años entre el 75 y el 78, cuando intenté
venir a vivir definitivamente a México. El conflicto era que estaba
confundida. Imagínate qué tanto no los entendía que
un día aparecí cantando el himno de China en un teatro con
la cantante de ese país que venía con el circo y al día
siguiente canté lo mismo ante los pro soviéticos; no me había
enterado de que los rusos y los chinos habían roto relaciones, entonces
me escupían y gritaban... era horrible. Yo me fui del Perú
en medio de toda esa confusión. Para mí fue muy duro todo
ese enfrentamiento. Llegó un momento en el que dije auxilio y me
compré un pasaje para venir a México."
-Cuéntame ese día de tu llegada.
-No, te voy a decir el día de mi salida del Perú
y cuál fue la gota que derramó el vaso, en el año
78.
"Estaban los candidatos en una especie de grupo político
que iba a hacer la nueva constitución peruana. Había peleado
mucho en el Perú porque me tomaran en cuenta sin ser militante.
Nunca tuve carnet de ningún partido político, ni me afilié,
porque les encontraba peros a todos. En esa época gobernaba Velasco
Alvarado, del cual todos estábamos orgullosos, porque por primera
vez íbamos a pasar a la historia con un gobierno militar socialista.
Los partidos comunistas y socialistas tenían mucha presencia en
el Perú y era amiga de todos ellos, pero nunca me seleccionaban
para formar una delegación de visita al extranjero. Quería
ir al festival de los jóvenes en Berlín y no me tocaba boleto,
entonces eso me fue creando un resentimiento. Pensaba que si cantaba hasta
el himno chino, iba a la embajada de Cuba a sus recepciones y a todos los
festivales de solidaridad, me tenían que invitar a los festivales
internacionales, pero ni un boleto de avión me tocaba, ni de barco,
porque algunos así se iban. Empecé a desencantarme. En esa
época existían los congresos mundiales de la juventud y nunca
iba. Me fui alejando y recluyendo. Ese tipo de retiro me da de rato en
rato, curiosamente antes de lo que yo llamo mis nacimientos. Me has hecho
acordar de algo importante."
Segundo nacimiento
En una madrugada de noviembre de 1999, en Cancún,
luego de un concierto de Tania Libertad, en un bar, la cantante nos confesaba
su hartazgo del ambiente artístico y una serie de pensamientos contradictorios
que la llevaron a revelar su intención de retirarse. Por supuesto
que no se refería a dejar de cantar, y los presentes no entendimos
a qué obedecía su pensamiento. Ahora, años después,
con este relato, lo explica.
"Era una cantante muy popular en Perú y de repente
me retiré un tiempo para pensar y para finalmente viajar a México.
Poco antes de eso me llamaron del Partido Comunista peruano, para lanzarme
como candidata a diputada para la formación de la asamblea que formaría
la nueva Constitución. Dije que no, porque sentí que me estaban
usando. Cuando quise ir a un festival no me incluyeron, pero ahora querían
un nombre más o menos conocido para ganarse un lugar en este constituyente.
Ahora sí querían el nombre, pensé, para que la gente
vote por mí. Pero como siempre he sido muy educada, les dije, inventando,
que no, porque me iría del país para vivir en México
y lo tuve que cumplir, porque allá la gente va y te investiga hasta
que sepa la verdad. Tuve que comprar mi pasaje y viajar. Ya no podía
vivir con toda esa cosa que se da entre los partidos de izquierda. Si cantaba
valses, que no, porque eso no era comunista, mientras mis padres querían
que saliera en la televisión en los programas dominicales. A esas
alturas ya me había radicalizado y era la telonera del dirigente
de toda la sección de los obreros. Frente a la plaza pública,
con 20 mil gentes, cantaba A desalambrar, antes de que hablara el
líder sindical. Me fui para huir de todo eso. Entonces así
caigo aquí, mi primer nacimiento Perú y mi segundo nacimiento
artístico México.
"Cuando llegué aquí tuve que hacer antesalas.
No traje discos, fotos, nada. Sólo decía que me dejaran cantar
y si les gustaba me contrataran. Lo hacía en todos lados donde me
pusieran, hasta que a Alicia Rocha, quien era la que hacia la programación
en aquel proyecto llamado Fonapas, y a quien le agradezco mucho, le dije:
'mira, no te voy a dar un disco, ni propaganda y fotos. Si me vas a contratar
escúchame y dime dónde tengo que cantar'. Terminé
cantando en la fiesta de despedida de soltero de Alfredo Elías,
quien era director de Fonapas en 1980, para que Alicia Rocha me oyera junto
con mis dos músicos, que me traje de Perú. Ahí inició
aquel proyecto que tanto me dio, porque conocí el país y
se me formó un público que hasta la fecha me sigue. Por aquellos
días trataba de aprovechar donde se impusiera un silencio para cantar.
Nos metíamos a todos lados, y si en las fiestas se les olvidaba
cambiar el disco yo sonaba la guitarra y nos metíamos. Fue una época
maravillosa.
-¿Lo sigues haciendo?
-Tengo esa costumbre. Si no me piden que cante me enojo.
Soy una especie de ser extraño... pero bueno, vayamos al tercer
capítulo, el tercer nacimiento.
''Aquella reflexión que hice cuando nos vimos en
Cancún efectivamente era producto de una depresión. Al decir
me retiro temporalmente me refería a ponerme del otro lado de la
orilla. Tomar distancia de lo que había hecho. Llevaba desde los
cinco años de edad cantando y de no parar nunca y eso te crea una
especie de óptica a donde no te das cuenta de la dimensión
de lo que estás haciendo. No hablo de que sea más grande
o más pequeña, no estoy dando un tamaño a nada, sólo
que no sabes si estás haciendo poco, lo justo o mucho dentro de
la música y te malacostumbras a un público que siempre te
va a halagar, elogiar y a pagar lo que tú pidas. Estaba sobresaturada
de mis propios proyectos y necesitaba tomar esa distancia, además
de que el destino juega un papel muy importante. Creo enormemente en el
destino, muchísimo; somos una parte de lo que hacemos, pero otra
parte está allá y no la puedes cambiar, de otra manera no
podría explicar el porqué de donde nací, que es un
pueblo olvidado del Perú en la Costa Norte, dentro de una familia
pobrisíma, y el ahora verme sentada en esta sala de mi casa.''
-¿Pero sin llegar a creer en la suerte?
-No creo en la suerte, eso es muy distinto. Hay veces
que se confunden. Me reconozco como una gente que es producto absolutamente
del esfuerzo personal, nunca tuve frente a mí a ese maravilloso
genio que esperaba en mi vida.
-¿Cómo Emilio Estefan?
-Nunca voy a tener un Estefan en mi vida; primero porque
no se me da y segunda porque no quiero. Ya me hice a esta cultura y si
no hago todo el esfuerzo me siento mal. Por eso viene este replantamiento.
Cambiar de músicos, buscar nuevos sonidos, personas y situaciones.
Mi tercer nacimiento es este momento.
Tercer nacimiento
Tania Libertad nos recibió en su casa ubicada en
el sur de la ciudad. Ha invitado a Julio Rivarola y a Alonso Arreola, un
par de músicos amigos, y a Miguel Nieto, el empresario que la ha
acompañado en múltiples aventuras artísticas. De manera
discreta, su representante Myreida Garza sigue atenta la conversación
y le afina el cabello a la artista cuando la fotografiamos mientras canta
poseída por su privilegiada voz que fuerte se reproduce en el estereofónico,
haciéndose eco de una pista propia que acaba de descubrir y le gusta
mucho. Los comensales callan y ella en los silencios habla sobre su voz
cantando arias de ópera. Al terminar la Casta diva, de la
obra Norma, de Bellini, con los ojos perlados por las lágrimas,
Tania Libertad concluye con esta arbitraria retrospectiva.
-¿Qué significa lo que estás cantando?
-No sé. Cuando yo terminaba de grabar estas canciones
me ponía a oírlas y me quería reconocer y no podía.
No sé quién fui.
-¿No eres tú?
-No... probablemente. No me preguntes. Seguramente la
vida me reservó para este momento; es la magia, porque siempre he
querido hacer una cosa buena. La magia es lo mejor. Te enseña a
transformar la vida; lo aprendí desde que era niña y desde
mis carencias. Cuando me faltaba algo me lo inventaba y eso era magia,
o sea, este disco me lo inventé. No me preguntes de dónde
sale porque no te voy a poder responder. Sólo sé que tuvo
que ser el momento correcto, no el que me pidió el director de la
orquesta, ni el ingeniero; fue en el que yo quise, cuando lo sentí.
Ahora que escucho este disco digo: '¿cómo puedo hacer esto,
de dónde salió?' Salió seguramente del destino y la
rencarnación. Salió de todas las mujeres que llevo adentro...
soy todas las mujeres.
-¿Qué trabajo costó?
-El mismo trabajo de alguien que quiere aprender a caminar
o escribir. Fue un reto enorme. Empecé a oír a las grandes
cantantes, más allá de toda la técnica que recibí.
A mi maestro de canto le dije: 'no quiero que me enseñes a cantar
como los que cantan ópera, quiero que mi voz de cantante popular
tenga la fuerza necesaria para realizar este proyecto'. Sólo eso,
y mis ejercicios vocales eran para no ser cantante de ópera. Más
bien rechazaba un poco ese canto, porque no lo conocía, pero por
otro lado sentía que era como un miedo muy fuerte. Intuía
que el día que cantara esto me iba a cambiar la vida. Y sucedió.
Luego llegó la propuesta de Carlos Slim, en septiembre del año
2000. Me pidió cantar y tardó en convencerme como cuatro
meses y de ahí hasta febrero de 2001, cuando grabamos la orquesta
con la producción de Marco Antonio Morel y la dirección de
James Dembster, con la Camerata de las Américas. Yo no me sabía
las arias, por lo que le pedí a Olivia Gorra cantar para mí
y seguirla, más o menos, en las respiraciones. Estaba al lado de
ella. Sin cantar la iba siguiendo. Una gran ayuda la de Olivia Gorra, una
súper soprano mexicana. Cuando tengo las pistas y las oigo en mi
casa y tengo que aprendérmelas me invade una cobardía horrible,
porque empiezo a acomplejarme y porque, al margen de la voz guía
de Olivia, oía a otras cantantes, como Montserrat Caballé
o María Callas, e inicio una obsesión. Apuntaba todo, cómo
respiraban en cada canción, las entonaciones, etcétera. La
idea era no aprendérmelo, sino tratar de entender cómo era
el lenguaje, y sentí que no podía compararme con ninguna
ellas y a entender la magnitud de esas diosas.
''¿A quién invoqué?, no lo sé.
Alguien vino en mi ayuda, porque estuve terriblemente angustiada por haber
aceptado algo que no iba a poder cumplir. Es tener la sensación
de un deportista, me imagino, que se compromete a ser el ganador de la
medalla de oro en los 100 metros y cuando va a entrenar se da cuenta de
que no va a llegar ni en el vigésimo lugar. Estuve durante cinco
meses sintiéndolo y llorando. Es tan fuerte esto... es horriblemente
fuerte. Hermoso y pleno. Es de las cosas más fuertes que me han
pasado en la vida y no lo puedo explicar, porque además cada canción
es un drama siempre de heroínas... de mujeres.''
Así es como Tania Libertad ahora canta ópera.