La Jornada te ofrece 80 pases dobles para la
premier
Retrato de un asesino, cinta sobre un criminal
que desea reconocimiento social
CESAR GÜEMES
Retrato de un asesino es el segundo filme del creador
de comerciales para televisión Andrew Dominik, neozelandés
de nacimiento y emigrado desde niño a tierras australianas. La cinta
muestra la historia de Mark Brandon Chopper Read, un hombre apenas
al margen de la ley que sueña con ese singular reconocimiento de
ser el peor criminal del mundo. El problema es que hasta ahora sólo
ha sido acusado de un caso serio, del cual por cierto fue absuelto. Consiguió,
sin embargo, que lo encerraran en el área de máxima seguridad,
en donde alimentó su fantasía, se llenó el cuerpo
de tatuajes, logró que un amigo le mutilara las orejas para salir
del señalado espacio y dedicarse a vivir de sus libros de memorias.
Los crímenes del peor asesino en serie del cual
se tenga noticia (además del llamado Demonio de Tasmania,
quien se ganó el apodo a pulso y a fuerza de manejar con destreza
sus armas homicidas) pertenecen al Chopper, pero están solamente
en sus libros. Si fracasas como criminal, bien puedes dedicarte a vender
mentiras, pudo ser el lema de Brandon Read, quien con enorme acuciosidad,
detalle y humor narra cómo fueron cometidos todos y cada uno de
los 19 crímenes sangrientos que se atribuye a sí mismo. Esta
conducta, que no es sino una variante de la neurosis común en un
mundo competitivo y masificado, puede pasar de la simple anécdota
a la real tragedia de un varón como el Chopper: adquieres
el reconocimiento de los medios, sí, pero no a partir de hechos
realizados en el mundo sino en algún confín de tu cerebro,
donde se aloja la fantasía.
La cinta se enfrentó a un serio problema: contar
lo que de verdad había ocurrido o atenerse a la versión de
los hechos del propio Chopper. Salomónicamente optaron por
ofrecerle al público mitad y mitad, echando mano de recursos técnicos
precisos para diferenciar visualmente la realidad y la que sostiene a toda
costa Mark Brandon en sus libros.
Medias verdades
Andrew Dominik decidió, según señaló
en un texto que acompaña el estreno del filme, que la cinta narrara
sólo una parte de la vida del Chopper (apodado tan pomposamente
porque, según él mismo afirma, gustaba de cortar los dedos
de los pies de sus víctimas, lo que jamás ha podido comprobarse).
Y aunque no se cuente todo lo que a Mark Brandon le habría encantado,
lo cierto es que Dominik lo sacó de una especie de limbo: una cárcel
más, de nuevo por un delito muy menor y que en nada se parece a
los "horrores" que narra en sus escritos. Si bien alcanzó notoriedad
y obtuvo una muy buena venta de ejemplares, desde el interior: las
confesiones de Mark Brandon Read, hoy el volumen es inconseguible si no
es en las librerías de viejo en Melbourne. El resto de su obra,
medianamente cuantiosa para un hombre que no se dedica profesionalmente
a escribir sino a convencer a las autoridades de su país de que
es un criminal de primera, es una variante cada vez más hilarante
aunque verosímil de lo que fue su primer éxito.
Chopper, retrato de un asesino, será pronto
en México, como ha ocurrido en otros países, una cinta de
culto: para ser un asesino en serie y "gozar" del "reconocimiento público"
que tal conducta trae aparejado, no es necesario cometer prácticamente
un solo crimen, ni siquiera pasarse una luz en rojo: es preciso echar mano
de la imaginación y convencer tanto como sea posible al público
de que, como señala la máxima de Mark Brandon Read, no vale
la pena preocuparse por la realidad si ésta interfiere con un buen
relato.
La Jornada, Quality y Arthaus Films tienen 80 pases
dobles para la premier de esta cinta, para las primeras personas que vengan
a nuestra redacción con el recorte de esta nota.