El pretexto fue que las naciones de la OCDE debían reducir su déficit público presupuestal
Drástica disminución de la ayuda a países pobres, señalan 36 ONG internacionales
Se aleja más la meta de reducir a la mitad la pobreza para 2015 El Consenso de Monterrey, ''un fracaso'' Necesario, un liderazgo que estructure el financiamiento
DAVID CARRIZALES Y ENRIQUE MENDEZ CORRESPONSAL Y ENVIADO
Monterrey, NL, 19 de marzo. Representantes de 36 organizaciones no gubernamentales de Africa, América, Asia, Europa y Oceanía, que conforman la red La Realidad de la Ayuda, expusieron aquí que no obstante que la economía de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) creció al doble en 40 años, en la última década disminuyó su asistencia a los países pobres.
Esta caída, afirmaron, pretende explicarse con el argumento de que tienen una ''necesidad urgente'' de reducir el déficit público presupuestal, de ahí que su actitud se puede resumir en la frase: ''más ricos, pero más malvados''.
Martha Arias, de Intermón Oxfam de España; Bárbara Kalima, de Afrodad, Africa, y Tony Tujan, de la organización IBON, de Filipinas, entre otros representantes de la sociedad civil de los cinco continentes, presentaron el reporte La realidad de la ayuda 2002, en el que se analiza la asistencia internacional de los países ricos a las naciones subdesarrolladas.
Al dar a conocer la evaluación sobre la ayuda que los países ricos otorgan a las naciones menos favorecidas, las organizaciones Interaction, de Estados Unidos; TWN, de Malasia; Kepa, de Finlandia; MS, de Dinamarca, y AGEZ, de Austria, entre otras, señalaron que el Consenso de Monterrey es un fracaso, al conferir a la ayuda extranjera y a la cooperación internacional un papel determinante en el desarrollo.
Sin embargo, explicaron, ''la sola ayuda internacional, sin la presencia de un liderazgo para estructurar las relaciones globales de financiamiento, comercio y del medio ambiente, jamás permitirá erradicar la pobreza''.
Necesarios, cambios en la política del Banco Mundial
En el informe se precisa que sin fuertes cambios en las políticas del Banco Mundial y otras instituciones internacionales de financiamiento, no podrá cancelarse la deuda para los países más pobres, ni consolidarse el compromiso para alcanzar la meta de las Naciones Unidas -establecida en los años 70- de que las naciones ricas destinen .7 por ciento de su producto nacional bruto (PNB) a la ayuda internacional.
Y si no hay un cambio fundamental en los procedimientos y prácticas, ''la ayuda internacional se podrá considerar cada vez más inútil y sólo parte de un orden establecido que tolera la pobreza'', agrega el texto.
En la presentación del análisis, Martha Arias, de Intermón Oxfam Internacional de España, señaló que el Consenso de Monterrey es una realidad preocupante, y dijo que las ONG que elaboraron el informe sobre la realidad de la ayuda internacional se sienten muy decepcionadas por la escasez de resultados que se registran en la conferencia de la ONU, y lamentó: ''Creemos que aquí se está perdiendo una gran oportunidad para afrontar realmente el problema de la pobreza''.
Según los responsables de La realidad de la ayuda 2002, el gasto para asistencia económica internacional cayó durante la década de los 90 en los países donantes ''bajo el pretexto de una necesidad urgente de reducir el déficit público presupuestal, de ahí que durante la última década la gente más pobre del mundo tuvo que aguantarse, mientras los países ricos estaban ordenando sus propias economías''.
Refirió que, según cifras del Banco Mundial, los países ricos están muy lejos de cumplir con el objetivo de reducir a la mitad la pobreza del planeta para 2015, pues no están respondiendo ni siquiera en el cumplimiento de sus compromisos.
Puso como ejemplo que los países menos desarrollados del mundo, incluyendo Sierra Leona, Nigeria, Malí y Burkina Faso, han visto reducirse a más de la mitad la ayuda per cápita que recibieron durante la última década, y eso no obstante que los líderes del G-8, que en unos meses se reunirán en Kananaskis, Canadá, han dicho que Africa debe ser una prioridad. Pero un claro ejemplo de lo contrario es que para el Africa subsahariana la ayuda económica está en su nivel más bajo desde 1984.
''Los países de la OCDE nunca han sido más ricos, pero tampoco habían sido menos generosos con los países pobres como lo son ahora, pues aunque su riqueza se ha duplicado de 1960 a la fecha, la ayuda por persona ha ido descendiendo permanentemente a lo largo de los últimos años'', puntualizó.
Dijo que la ayuda total que destinan como asistencia los países ricos de la OCDE es de 53 mil 700 millones de dólares anuales, mientras otorgan 355 mil millones en subsidios a sus productores agrícolas. Como prueba de su falta de generosidad, pese a los discursos que se emiten en contrario, señaló Arias que las naciones ricas de la OCDE apenas destinan 0.19 por ciento en promedio de su PIB, y en conjunto con otros países desarrollados el promedio de ayuda alcanza 0.22 por ciento.
Intereses específicos de los donantes gravitan sobre la ayuda
Apenas hace diez años otorgaban 0.35 por ciento, y por ahora la Unión Europea otorga 0.33 por ciento de su PIB, aunque su compromiso es alcanzar 0.39, mientras España se mantiene en el 0.22 por ciento.
Por otro lado, en el documento entregado a la prensa se expuso que el gasto dedicado a la ayuda internacional sólo está motivado por los intereses específicos de los países donantes, que canalizan fondos hacia las naciones de ingresos medios y los mercados emergentes, por encima de los países más pobres.
Y la situación se hace más preocupante cuando se comprueba que menos de la mitad de esa ayuda insignificante, es decir, sólo 31 por ciento, queda bajo control de los países destinatarios, y el resto -a causa de los mismos procedimientos de manejo y supervisión del sistema de ayuda- se gasta en las naciones donantes, que ejercen una buena parte en el pago de salarios de los consultantes de cooperación técnica, en los refugiados y los costos de estudiantes que migran hacia las naciones ricas que otorgan la ayuda.
Además de que se transfieren escasos fondos a los países pobres, sólo 24 naciones controlan más de 70 por ciento del voto de los espacios de poder del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, lo que les permite consolidar un sistema de relaciones muy inequitativo. Mencionaron como ejemplo que tan sólo en 1999, el FMI impuso a los países del Africa subsahariana un promedio de 114 condiciones en sus préstamos, las que no solamente sirven a los intereses comerciales, políticos y diplomáticos del Norte, sino que también muy frecuentemente contribuyen a la profundización de la pobreza y la desigualdad.