El hallazgo de Simón Riquelo llena de esperanzas a Abuelas de la Plaza de Mayo
Confirman identidad del hijo de la uruguaya Sara Méndez plagiado en la Operación Cóndor
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, 19 de marzo. A escasos días de conmemorarse el 24 de marzo de 1976, fecha en que se instaló en Argentina la dictadura más terrible de su historia, la confirmación judicial de que un joven que vive aquí con su familia adoptiva es Simón Riquelo, el bebé que le fue arrancado a la uruguaya Sara Méndez en aquel periodo de terror, llenó de esperanzas a cientos de abuelas que siguen en la búsqueda de sus nietos robados por los militares.
El abogado Alberto Pedroncini, quien lle-va adelante el juicio para demostrar que la sustracción de centenares de menores du-rante la pasada dictadura (1976-1983) fue una acción sistemática, dijo que la pericia dio resultados positivos en 99.99 por ciento y que la prueba de ADN realizada al joven -cuyo nombre actual se mantiene en reserva- confirma que es hijo de Sara Méndez y su compañero Mauricio Gatti, ya fallecido.
La mayoría de los niños nacidos en cautiverio en los centros clandestinos fueron arrebatados a sus madres, que luego pasaban a engrosar la lista de desaparecidos.
En un experimento perverso, los bebés eran entregados en adopción muchas veces a militares y policías, incluso a algunos que habían estado involucrados en la tortura y desaparición de los padres.
"Este juicio lo iniciamos en 1996 con el doctor David Baigún, precisamente para de-mostrar que esas sustracciones fueron práctica sistemática perversa y terrible. Dentro de este juicio se realizó ahora la pericia", precisó Pedroncini, y destacó la labor del senador uruguayo Rafael Michelini.
El legislador del centroizquierdista Nue-vo Espacio realizó una tarea detectivesca hasta llegar a la familia adoptiva de Simón, gracias a los datos aportados por el periodista Roger Rodríguez y a la confirmación de diversas pistas.
"Hoy nos reunió el juez actuante (Jorge Urso) y nos informó oficialmente, y a Sara y su actual esposo Raúl Olivera, leyendo el informe pericial", dijo el abogado, sin ocultar la emoción, mientras se comunicaba con Sara telefónicamente.
En este caso se trata de la determinación de la verdad, pero no dentro del fuero pe-nal, añadió Pedroncini, para aclarar que el caso no involucra a los padres adoptivos.
Pero el caso "permitirá avanzar en la demostración de la responsabilidad político-militar de la cúspide del sistema, responsable de una acción premeditada", experimento que recuerda los realizados por los nazis en Alemania, confió el abogado.
Sara Méndez confirmó este día a medios de prensa el resultado del examen de ADN, lo que pone fin a una búsqueda de casi 26 años en la que hubo una oportunidad en que creyó encontrar a su hijo en Uruguay, pero el resultado de los exámenes genéticos confirmó que ese muchacho no era su hijo.
En entrevista con La Jornada hace un tiempo, Sara había relatado los días en que militaba en el Partido por la Victoria del Pueblo y se refugió con su compañero en Argentina: "Creíamos haber encontrado un refugio y nunca nos imaginamos que íbamos a vivir el horror sobre el horror".
Sara tenía la captura pedida por los militares de su país. En junio de 1976 su cuñado Gerardo Gatti fue secuestrado, lo que obligó a la pareja y otros compañeros de militancia a mudarse rápidamente de un lu-gar a otro de esta capital.
Sin papeles y a punto de ser madre, Sara logró documentos falsos, y así, bajo el nombre de Stella Maris Riquelo, se internó en una clínica simulando venir del interior de Argentina. Allí nació su hijo, a quien le puso de nombre Simón Riquelo.
El 13 de julio de 1976, cuando Simón apenas tenía 20 días de nacido, un "grupo de tareas" de la dictadura llegó a la clínica, rompiendo todo a su paso.
Tanto ella como su compañera de militancia Asilú Maceiro, que simulaba ser su madre, fueron torturadas y golpeadas. Uno de los hombres del comando era el mayor José Nino Gavazzo, del ejército uruguayo, y junto a él actuaban otros represores, entre ellos el argentino Aníbal Gordon, que venía de la Alianza Anticomunista Argentina.
"Gordon me alcanzó al niño, porque quería revisar el moisés", pero luego se lo arrebataron de los brazos. "Adonde vas no podés llevarlo. El va a estar bien. Esta guerra no es contra los niños", le dijo Gavazzo.
Sara fue trasladada al centro clandestino de detención Automotores Orletti, operado por militares argentinos y uruguayos, y vio a Simón por última vez hasta casi 26 años después, hace poco, cuando el joven que ahora se confirmó es su hijo aceptó verla.
Los caminos se dividieron. En Orletti, centro emblemático de prisioneros de la Operación Cóndor, que coordinó la represión y asesinato de militantes entre las dictaduras que entonces imperaban en el Cono Sur, Sara sufrió tortura y vio cómo otros compañeros eran sometidas a ella.
El 26 de julio ella y otros uruguayos fueron llevados con los ojos vendados a Uruguay, sin que ellos supieran su destino. Allí volvieron a figurar como "desaparecidos", y fue en el Servicio de Inteligencia del ejército uruguayo donde Sara y otras mujeres escucharon sobre la existencia de unos niños y de un parto en el lugar.
Ese parto había sido el de Claudia Irurueta Goyena, esposa de Marcelo Gelman, quien ya había sido asesinado en Argentina. Allí se cruzó con la historia de esa bebé, que también sería buscada sin pausa por su familia, y su abuelo, el poeta Juan Gelman.
Mientras Sara transitaba por el horror, el niño fue llevado a una clínica de Belgrano, y trascendió que luego pasó por una comisaría y un orfanatorio. Un policía que ha-bría aconsejado a empleados de la clínica dar cuenta a la justicia de la llegada del niño obtuvo luego la tenencia del menor.
Sara quiere que el rencuentro con su hijo y el nuevo camino entre los dos se realice lejos de la prensa, y por ello pidió se respete "la necesidad de silencios y espacios".
El hallazgo de Simón fue saludado por or-ganismos humanitarios argentinos y el presidente uruguayo, Jorge Batlle, quien dijo que "todo el país debe estar contento por lo que ha pasado, fruto del esfuerzo de una madre que nunca perdió las esperanzas".