Jaime Martínez Veloz
Fidel y Bush en el Cerro de la Silla
Castro y Bush acaparan la atención en la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo. Reunir a tantos jefes de Estado y de gobierno en México es un triunfo, al margen de resultados. Será una victoria también para Castañeda, si la tragedia y la soberbia bushiana no le echan a perder el show. La primera vez que sus asesores en política exterior calaron al texano, sacándolo de la Casa Blanca, Bush agrió la kermes, ordenando desde el rancho de Fox, el bombardeo de Irak.
En la segunda ocasión en que se reunieron Bush y Fox, la tragedia del 11 de septiembre eclipsó de nuevo el esfuerzo del canciller. Ahora, la soberbia del estadunidense se hace presente en la conferencia. Considérese la advertencia de que su país sólo asignará recursos por 5 mil millones de dólares, como si de limosna se tratara. El desplante fue tal que hasta el especulador George Soros criticó la miserable aportación.
Fidel representa a un país por cuya escabrosa situación los apologistas del libre mercado lo culpan. En ningún momento denuncian el criminal bloqueo económico ni la brutal agresión terrorista contra la isla, y si piden levantar el bloqueo no lo hacen por motivos humanitarios, sino por razones estratégicas, al considerarlo inadecuado para derribar a Castro.
No hay en el mundo otro caso de un país sujeto a una permanente guerra criminal. En su tiempo, los Kennedy ordenaron matar a los hermanos Castro y al Che. El gobierno de Estados Unidos no tuvo escrúpulos en negociar con mafiosos para contratar asesinos. Por años, desde territorio estadunidense terroristas han atacado la isla y fue desatada una siniestra guerra biológica. En 1962, Estados Unidos pretendió sobornar a un asesor canadiense para infectar la producción avícola en Cuba. Contra la propaganda esgrimida, los asesores de Kennedy advirtieron sobre el verdadero riesgo que representaba Cuba para América Latina: no era el comunismo, sino el peligro real de que "la gente imitase el ejemplo cubano al darse cuenta de que era posible tomar el destino en sus propias manos".
Ahora, la agenda política de Estados Unidos jerarquiza la lucha antiterrorista, para lo cual bombas inteligentes arrasan aldeas miserables. Además de abogar por las libertades, en vísperas de los trabajos de la Comisión de Derechos Humanos, en Ginebra, Bush se dice preocupado por la falta de libertades y la violación de los derechos humanos en el mundo. Gracias a esa magnanimidad, uno esperaría las presiones estadunidense para que los rusos cesen sus atrocidades en Chechenia, por ejemplo. Sin embargo, su preocupación por los derechos humanos se limita a enemigos oficiales, como Cuba. Estados Unidos se vale de personeros que sufrieron dictaduras soviéticas, como la República Checa, con la tradición de gente como Vaclav Havel. De este sujeto basta mencionar sus convicciones seudodemocráticas, manifestadas en actos como proscribir el partido comunista en su país, tan luego llegó al poder.
El abuso de autoridad en Cuba le preocupa a Estados Unidos, pero no en Colombia, principal destinatario de ayuda militar estadunidense, y el mayor violador de los derechos humanos en el hemisferio, por crímenes del Ejército y paramilitares. Esa nación sufre una guerra debido a la intervención estadunidense so pretexto de la lucha antinarcóticos. Sin embargo, el involucramiento guerrillero en la protección de sembradíos de coca se acompaña de la inexistencia de cultivos sustitutos para el campesinado, junto a la hipocresía del mayor consumidor mundial de drogas.
Sobre los millones de adictos en Estados Unidos y la doble moral de su clase política, es interesante la versión de Counterpunch, una revista de California. Según un ex compañero de Bush en Yale, el ahora mandatario habría sido un regular cocaine drug dealer; de ser cierta la historia, se entiende su negativa a responder si se vinculó con drogas antes de 1974. Es claro que Bush teme que alguien lo exhiba, de ahí que niegue de manera tajante su relación universitaria con las drogas.
En ese contexto, un Bush arrogante, con ideas cortas y grandes intereses hegemónicos, será contrastado con el Fidel curtido, que aún representa el sentir de los desesperanzados del mundo, es decir, de la mayoría en el planeta, consciente de que a pesar del terrorismo en su contra, el pueblo cubano resiste porque defiende los logros de su revolución, de la cual están orgullosos. Los dos polos en la cumbre del Cerro de la Silla están representados por Bush, el de los ricos, y Fidel, el de los pobres.