Jorge Camil
Salinas y Zedillo: el cuento de nunca acabar
Con motivo de la cumbre de Monterrey sobre financiación para el desarrollo, El Universal invitó a Carlos Salinas de Gortari y a Ernesto Zedillo a presentar sus puntos de vista. Este último publicó un ensayo técnico relacionado con la interdependencia como clave para la seguridad global, mientras Salinas utilizó la oportunidad para descalificarlo y presentarlo, una vez, más como el autor del "error de diciembre". No perdió tiempo, y en forma inteligente justificó de inmediato apartarse del tema anunciando desde el título de su ensayo la ironía que significaba hablar de desarrollo en un país donde los bancos han dejado de financiar el crecimiento.
En "ƑDesarrollo sin financiamiento?" Salinas, quien ha aprendido a escribir con claridad y soltura -y que si decidiera despojarse de la amargura del exilio, de la trillada nomenclatura y de la ambición política, podría encontrar lugar como un formidable analista e investigador que ayudaría a fortalecer nuestra incipiente democracia-, apunta dos motivos para el estancamiento de la economía mexicana, y en ambos casos le atribuye la autoría a Ernesto Zedillo.
Advierte que para 2000 la "casi totalidad" de los bancos privados había pasado a manos extranjeras, y que los pocos recursos disponibles estaban comprometidos para pagar las "deudas ocultas" que dejó la administración zedillista. En el tema de la nacionalidad de la banca privada mexicana se compara con Zedillo y sale bien librado. Nos recuerda que durante su gestión se establecieron candados legales para impedir que las principales instituciones de crédito pasaran a manos extranjeras, y se fijó un tope para la penetración foránea en el sistema financiero en su conjunto. Zedillo canceló esas restricciones legales, revela empuñando la espada de matar, y "entregó los bancos mexicanos a los extranjeros". Como consecuencia los bancos han reducido sus préstamos al sector privado, de 10 por ciento del PIB en 1994, a uno por ciento en el momento actual. Y en cuanto al tema de las "deudas ocultas" resulta ocioso mencionar que se trata del viejo, pero candente tema del Fobaproa, aunque el hábil calificativo de "ocultas" deja abierta la puerta en la mente del lector para imaginar algún tema siniestro aún no revelado.
Sin embargo, Salinas guarda sus mejores y más objetivos argumentos para el tema del Fobaproa. Y aunque como economista no abunda en el delicado tema de las deficiencias jurídicas, se refiere con precisión a "los cuatro aspectos fundamentales del escándalo producido por el rescate bancario": el salvamento discrecional de los bancos (realidad innegable), el monto de los pagarés emitidos por el gobierno para absorber las carteras vencidas de los bancos (100 mil millones de dólares), la falta de autorización del Congreso y la ironía de unos pagarés con rendimientos que superaban las utilidades normales de operación, y que por tanto mataban el incentivo de financiar el desarrollo. (En cuanto a las deficiencias jurídicas, baste recordar que los pagarés originales emitidos por Fobaproa eran títulos de créditos multimillonarios suscritos por un "contrato de fideicomiso" -al que se pretendió otorgar características de persona moral- y avalados por el gobierno federal en violación de la Ley General de Deuda Pública.)
Pero Salinas pierde la objetividad al olvidar que el problema de la "extranjerización" de la banca privada, y el mismo rescate bancario, plagado de defectos políticos, jurídicos y administrativos, fueron generados por la privatización al vapor del sistema financiero. Los bancos, que él vendió a inversionistas ambiciosos sin ninguna experiencia financiera, y desregulados durante su administración, se volvieron patente de corso ofrecida al mejor postor. Aún así, Salinas pide que se "llame a cuentas" a Zedillo y a José Angel Gurría, "antes de que prescriban los delitos que se les podrían imputar". Finalmente, se esfuerza por enemistar a Vicente Fox con Zedillo, al convertir al actual Presidente en víctima de su antecesor. Para Salinas, la inseguridad, el desempleo y la falta de crecimiento son problemas heredados injustamente por el hombre que, habiendo iniciado su gestión en 2000 con un "notable nivel de popularidad", hoy tiene un saldo adverso en las encuestas de opinión. Con todo, es exagerado culpar a Zedillo por la inseguridad, afirmando que "utilizó las procuradurías para persecuciones políticas" (una clara referencia al caso del hermano Raúl). De ser así, Ƒpor qué el gobierno democrático de Vicente Fox, que ha limpiado supuestamente la "podredumbre de la PGR" denunciada durante su campaña electoral, tampoco ha podido erradicar el flagelo de la inseguridad?