Martes 16 de abril de
2002 |
Salud La epilepsia y Rafael n Antonio Cruz López |
La epilepsia es una
enfermedad que se expresa o manifiesta por medio de
ataques o crisis, estas duran entre uno y cinco minutos,
son aislados, repetidos en intervalos no predecibles que
surgen como resultado de alteraciones en el metabolismo
de células cerebrales que trastocan la armonía de la
actividad. Hasta donde se sabe, no causan lesión
demostrable en el intelecto de quien la padece, pero de
alguna manera y de siempre se ha señalado a los epilépticos,
y sufren generalmente de rechazo al ser considerados además
incapaces. Alomeón de Crotona, médico griego, señaló que en el cerebro se encuentra el sitio del pensamiento y de la razón. Los romanos consideraban de mal agüero la presencia de crisis epilépticas durante los comicios y cuando ocurrían se suspendía el evento; por supuesto que la razón era más que justificada por que Julio Cesar fue epiléptico y se le llamó por ello mal comicial. También se le atribuyó a las fases de la luna la aparición de las crisis epilépticas y a los enfermos se les dijo ser lunáticos. En el Evangelio según Mateo se refiere que en el monte Tabor Jesús anunció a cuatro de sus discípulos su destino, al descender fue interpelado por un padre, le pidió que curase a su hijo, quien por ser lunático se quema y se hiere con las piedras al caer. Rafael Sanzio, la expresión suprema de los artistas de Renacimiento, originario de Urbino, Italia, nació y murió en un viernes santo de 1483 y 1520, respectivamente; su padre Giovanni dÕSanti, pintor de la corte de Urbino, guió sus primeros pasos a la pintura y lo introdujo al palacio para que apreciara las obras de Piero della Francesca y de Pietro Perugino. Murió su madre en 1493 y su padre un año después, al parecer Perugino lo acogió en su taller para aprender y trabajar. Desarrolló tal habilidad en el arte que en 1504 se le envió a Florencia a conocer la cuna del arte, vivió la pugna entre Leonardo, Miguel çngel y los papas, uno pintor, otro escultor, realizaban las batallas, de Cascina el uno y de Anghiari el otro, ya habían pintado el uno la Gioconda, y el otro esculpido el David. El joven Rafael, un maestro de provincia que creía haber hecho mucho, comprendió que estaba lejos, la verdad lo desvanecía ante la crónica florentina, pero su grandeza lo tornó discípulo, estudió, se esforzó para adquirir modernidad y llegó al asentamiento clásico que fue su característica, percibió y afianzó las leyes de la armonía, la simetría y la euritmia que después plasmaría en todas sus composiciones: proporción, disposición geométrica, el centro de su obra la construcción humana de la que surgirá el centro de atención, todo para mostrar el arte y su expresión como principio elemental. En 1508 le dieron a decorar cuatro cámaras del Vaticano y se asienta su maestría que lo llenará de honores y favores. En 1514 a la muerte de Bramante, es nombrado arquitecto de San Pedro y modifica felizmente el trazo original cambiando la forma de la basílica que era una cruz griega por una cruz latina. La obra póstuma de Rafael se titula la Transfigurazione, es una pintura que expresa el momento en que Jesús resucitado se manifiesta ante Pedro, Santiago y Juan; lo dramático de la obra es que toda la expresión del grupo surge de la revelación o el éxtasis de un niño que está sufriendo una crisis o un ataque epiléptico. |