ASTILLERO
Julio Hernández López
EL PRESIDENTE FOX no lloró ni prometió que defendería la verdad como un perro. Simplemente dijo algo parecido a la letra cancionera: "si en algo te ofendí, perdón". Pero siempre en condicional, nunca aceptando la comisión plena de algún agravio. La verdad, reiteró el mandatario, es que él no ha mentido, pero si alguien creyera que dijo mentiras haciéndolas pasar por verdades, entonces, hombre, para qué discutir, pues basta con un usted perdone y sanseacabó.
EL SENADO, MIENTRAS TANTO, liberó al canciller Castañeda de la ingrata tarea de buscar y rebuscar en su agenda un huequito para darles alguna cita a los latosos legisladores, quienes llegaron al extremo de considerar que ya no es interlocutor válido ante ellos y que por tanto lo desinvitaban a comparecer para informarles de los destrozos que anda haciendo por doquier. Ya con más tiempo disponible, el secretario de Relaciones Exteriores no tuvo mejor cosa para matar el ocio que dedicarse a hablar en noticiarios electrónicos para salir al paso de las acusaciones que en su contra se van sumando y que han ido produciendo el extraño maleficio de que su nariz de madera crezca cada vez más, incluso, desde luego, a la hora de presentar disculpas similares a las de su subordinado en jefe.
LOS PERDONES Y las disculpas aparecen tan sospechosos y precarios como una suerte de apoyos que el presidente Fox ha comenzado a recibir. El pasado martes, por ejemplo, el nuevo presidente de los transportistas relacionados con el turismo, Roberto Alcántara, le dijo en una cena que "ninguna autoridad moral tiene quien mantiene a su pueblo en la opresión, al margen de los derechos humanos, de pretender provocar división entre los mexicanos". No tuvo a bien el gran promotor de la democracia que es el presidente Fox preguntarse si las palabras del representante camionero llevaban tras de sí el aval de un pasado ajeno a trastupijes con el sistema priísta, o si acaso una parte de la miseria y la opresión de los mexicanos no se ha debido a los actos de corrupción entre el Estado y los grandes beneficiarios del autotransporte federal de carga y, en este caso, de pasajeros. "Creo que Roberto lo ha puesto muy bien -agradeció Fox-. Debemos colocarnos por encima de intereses personales y de grupo, a la altura del momento histórico que vivimos juntos, dialogando, acordando, unidos por México".
AYER, EN GUERRERO (estado donde sigue manteniendo gran fuerza uno de los principales caciques del gremio del transporte, Rubén Figueroa), Vicente Fox escuchó al gobernador priísta René Juárez hablarle en términos elípticos, como si hubiera línea de Los Pinos para no mencionar por su nombre a Castro ni al conflicto con Cuba, pero sí expresar algún tipo de apoyo al Presidente mexicano. En el sur, dijo Juárez, "usted también tiene amigos que lo respaldan a usted y a su decisión de enfrentar los problemas de la nación con valentía". El mandatario nacional aprovechó tal señalamiento (que lo mismo puede servir, como decían antes, para un barrido que para un fregado) para darle las gracias al gobernador guerrerense por ese difuso respaldo, y "a muchos gobernadores, del PRI y del PAN, que nos llamaron para expresar la misma solidaridad" (šnombres, nombres!, demanda esta sección, sentada en gayola, que se pregunta si "la misma solidaridad" quiere decir, exactamente, las medias tintas de René Juárez).
NO PARECERIA NECESITADO el presidente Fox de permitir que se pudiera suponer (malpensados nunca faltan) que tales apoyos son inducidos, pues, a partir de los apabullantes resultados que muestran diversas encuestas de opinión presentadas por medios electrónicos, cualquiera debería pensar que los incidentes con Cuba son verdaderas minucias anecdóticas (como lo han dicho Elizondo y Castañeda) y que solamente están reforzando la popularidad del Presidente y de su política exterior.
A MENOS, YA ENTRADOS en los terrenos de las suspicacias, que el Presidente también se preguntara, como muchos otros mexicanos, cuáles son exactamente las garantías de confiabilidad que ofrecen tales medios electrónicos con sus sistemas de medición de los ánimos masivos a partir de llamadas telefónicas. En el priísmo los apoyos se organizaban mediante acarreos matraqueros; es posible que en la etapa superior de ese priísmo que es el foxismo los apoyos se organicen mediante la simple manipulación de los presuntos resultados de esas encuestas para las que no hay IFE vigilante y sí concesiones retirables o recientemente confirmadas que podrían mover a miedo o agradecimiento.
ƑPODRIA, ENTONCES, confiarse en otro organismo, por ejemplo la Secretaría de Gobernación, que suele nombrar interventores para cuidar el recto desarrollo de concursos y otro tipo de sucesos mediáticos electrónicos? Difícilmente, si se recuerda cómo Santiago Creel, descompuesta la figura, ávido de mostrarse ante el jefe máximo (Fox, no Castañeda) como porrista confiable, hizo sonar su voz como matraca en Pachuca, Hidalgo, para lanzar preguntas de respuesta previsible a un auditorio de jóvenes congregados por Televisa en el encuentro denominado Espacio 2002. El charro que inició la cabalgata de gobernadores norteños (que luego sería cerrada por otro jinete de mayor rango, esposa en ancas) preguntó con aires de aquellos maestros de ceremonias de mítines priístas que pedían a los campesinos que levantaran sus sombreros cuando llegara el candidato en turno: "ƑQué le dijo Castro al presidente Fox? ƑQue la conversación iba a ser confidencial, privada?" (Un sí colectivo, convencido, que podría haber llegado hasta La Habana, contestaba a su interrogación.) "En segundo lugar, Ƒle agradeció Castro, sí o no, al presidente Fox por la forma decorosa, y utilizó la palabra decorosa, como lo había tratado?" (Otro sí emocionado le respondía, quedándose la audiencia con las ganas de que el embravecido orador de Bucareli les preguntara de qué color era el caballo blanco de Napoleón Castañeda. Olvidaba, por cierto, este tecleador, que está por organizar un negocio de encuestas telefónicas de opinión a gusto del cliente, mencionar que la transformación del apacible Creel en el terrible Santiago fue la pregunta de un estudiante que a la letra decía: "ƑQué se siente trabajar para un gobierno que le ha mentido al pueblo de México en el caso de Cuba?")
PREGUNTAS POR DOQUIER, ciertamente, como las que se hace este tecleador al ver, durante los días recientes, en su correo electrónico, múltiples mensajes de críticos que le endilgan falta de patriotismo, traición a los ideales del cambio y exhortos a apoyar al Presidente de México ante las ofensas provenientes del extranjero. Dado que ciertos argumentos parecerían provenir de la misma máquina tortilladora, púsose el autor de esta astillada sección a pedir al mayor número posible de quienes tan airados le escribían que le dieran testimonio de existencia real (un teléfono, no una cuenta de Internet que cualquiera puede dar de alta con el nombre que quiera). Algunos de ellos dieron pronta muestra de vida real, pero otros más (la mayoría) hicieron pensar a este pinchurriento escribano que nuevamente se ha puesto a funcionar la maquiladora de las famosas cadenas de comunicación destinadas a hostigar a tecleadores incómodos.
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