Leonardo García Tsao
Rollo animado
EEl estreno de Despertando a la vida significa una rara exhibición de una película experimental en nuestra convencionalísima cartelera. Debida al tejano Richard Linklater, cuya obra se ha conocido en México de manera muy esporádica, se trata de un trabajo de animación para adultos, en la medida que su tema es una reflexión existencial en tono onírico.
Suena raro y lo es. La película fue filmada con actores y luego convertida a dibujos animados por medio de una versión digital del método llamado rotoscoping, que calca las imágenes. El resultado es estilizado en extremo y sirve para ilustrar el extraño mundo onírico en el que se mueve el anónimo protagonista (Wiley Wiggins), joven cuya interacción con diferentes personajes da pie a una serie de discursos sobre diversos aspectos de la existencia del hombre, como son su estado de conciencia, libre albedrío, evolución y capacidad de ensueño, entre otros.
La película discurre entre esos episodios sin ningún impulso narrativo fuera de la idea de que el protagonista es incapaz de salir de su sueño. En varias ocasiones, siente que despierta, pero un signo, como la incapacidad de leer la hora en su reloj digital, le indica que sigue instalado en el onirismo. (Por ello el título original es un irónico juego de palabras. Waking Life es un término que significa "vida consciente" pero también puede ser traducido como Despertando a la vida.)
El resultado es al mismo tiempo interesante y aburrido, valga la contradicción. A veces la exposición de los personajes -por ejemplo, cuando un auténtico profesor de filosofía de la Universidad de Texas habla del existencialismo francés como una doctrina positiva- revela una postura interesante; pero en muchas otras tenemos a representantes de la contracultura tirando netas que suenan francamente a rollo de pachecos.
Igualmente, la animación se presenta en un inicio como una propuesta llamativa: los trazos gruesos no son estables sino permanecen en un estado sinuoso, ondulante. En ocasiones los rostros humanos conservan mucho del detalle fotográfico; en otras se reducen a las líneas esquemáticas de una caricatura. (Aun así se puede reconocer a los actores Julie Delpy y Ethan Hawke, repitiendo a sus lelos personajes de Antes del amanecer, la fallida comedia romántica del cineasta.) Linklater juguetea también a apoyar la verborrea con algunas ilustraciones literales. Sin embargo, la novedad se desgasta a la larga. Como sucede con la mayoría de las películas actuales, Despertando a la vida se hubiera beneficiado de una duración más corta.
Con todo, Linklater ha tenido el mérito de mantenerse independiente a su manera, explorando temas que le son personales (en cambio, vean cómo se ha echado a perder la carrera de su paisano Gus Van Sant). Despertando a la vida comparte con sus mejores logros a la fecha -su ópera prima Slacker (1990) y SubUrbia (1996), nunca vistas aquí- ese intento por retratar el limbo existencial de su generación. Esa idea de un protagonista atrapado en su sueño, condenado a escuchar disquisiciones filosóficas sobre el ser humano, ciertamente habla con elocuencia de una necesidad de echar raíces ideológicas, de encontrar algún amarre a una existencia que amenaza con quedarse flotando a la deriva.
(Debemos reconocerle a 20th Century Fox la decisión de estrenar la cinta, a pesar de su nulo potencial comercial. Los interesados deberán apresurarse a verla pues su paso por la cartelera será demasiado efímero.)
DESPERTANDO A LA VIDA
(Waking Life)
D y G: Richard Linklater/ F. en C: Richard Linklater, Tommy Pallotta/ Dirección de arte: Bob Sabiston/ M: Tosca Tango Orchestra/ Ed: Sandra Adair/ I: Wiley Wiggins, Ethan Hawke, Julie Delpy, Robert C. Solomon, Adam Goldberg/ P: Line Research/ Detour Filmproduction para Thousand Words y The Independent Film Channel Productions. EU, 2001.
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