Exposición del fallecido artista en el Museo Cuevas
Insuficiente, el lugar conferido a la pintura de García Ponce
Su hermano Carlos, coleccionista compulsivo de su obra
ARTURO JIMENEZ
No obstante que al pintor Fernando García Ponce nadie le ha negado la calidad de su obra, todavía no se le ubica de manera suficiente en el lugar que le corresponde dentro de la plástica mexicana del siglo XX.
Más allá de rigideces conceptuales, García Ponce es considerado una de las figuras importantes de la ''generación de la ruptura", al lado de creadores como Manuel Felguérez, Lilia Carrillo, Alberto Gironella o José Luis Cuevas.
Esos y otros planteamientos surgieron durante la mesa redonda En torno a la obra del maestro Fernando García Ponce, realizada el martes en el Museo José Luis Cuevas, en la que participaron las críticas de arte Raquel Tibol, Teresa del Conde y Lelia Driben, así como uno de los hermanos del pintor, Carlos, promotor de su obra en el Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán, en Mérida.
Esta mesa se lleva a cabo en el contexto de la exposición Fernando García Ponce en García Ponce, inaugurada el pasado 4 de abril, que concluirá a mediados de mayo. La muestra, que incluye 21 obras de mediano y gran formato en técnica mixta, acrílico y óleos, es además parte de las celebraciones por los diez años del Museo Cuevas.
Su genealogía es él mismo: Del Conde
Las tres críticas de arte se dieron a la delicada tarea de rastrear las diversas y posibles influencias en la pintura de García Ponce, quien nació en Mérida en 1933 y murió en la ciudad de México en 1987, e intentaron ubicarla en el contexto de la plástica de su tiempo.
Teresa del Conde dijo que, más allá de las posibles genealogías externas de Fernando García Ponce, sobre todo alguna vertiente abstraccionista, ''la principal genealogía es él mismo".
Del Conde agregó que ella no lo puede desvincular de su hermano Juan García Ponce y que si Fernando era un ''pintor compulsivo", Carlos, el otro hermano, era un ''coleccionista compulsivo" de su obra. Eso, agregó, impidió de algún modo una mayor difusión de su trabajo en el mercado del arte, en lo que coincidieron Lelia Driben y Raquel Tibol.