Parte de las actividades de clausura del 18
Festival del Centro Histórico
Reditan manuscrito de recetas culinarias del siglo
XVIII
Destaca Cristina Barros el valor representativo de la
cocina criolla en la Nueva España
En 1999 se publicó la primera edición
de la obra, heredada al padre Luis Avila, a fines de los 60
MARIANA NORANDI
En el contexto del 18 Festival del Centro Histórico,
este sábado se llevó a cabo en el restaurante El Cardenal,
situado en la calle de San Ildefonso 32, la presentación de la segunda
edición del Manuscrito Avila Blancas, subtitulado Gastronomía
Mexicana del siglo XVIII.
Esta obra perteneció a la familia de Luis Avila
Blancas, ex sacristán mayor de la Catedral Metropolitana. A finales
de los años 60, cuando fallecen los padres del canónigo,
éste hereda el manuscrito y lo guarda tan celosamente que acaba
olvidándolo durante muchos años.
A
principios de los 90, entre Avila Blancas y la familia Briz, propietarios
de los restaurantes El Cardenal, nace una gran amistad a raíz del
apoyo que estos últimos ofrecieron en la restauración de
unas obras de arte de la catedral que Avila estaba dirigiendo. Un día
de aquellos años, mientras el sacerdote buscaba unos papeles en
su casa, se topa con aquel manuscrito de recetas de cocina que había
heredado hacía más 30 años y que nunca había
vuelto a ver. Inmediatamente se le ocurre que sus amigos restauranteros
debían conocerlo. Los Briz muestran tanto interés en la obra
que acaban comprándosela.
El libro era una maravilla, pero necesitaba de un experto
en temas gastronómicos, editoriales y lingüísticos para
entender a fondo todo lo que escondía. Fue entonces cuando se pensó
en la doctora Guadalupe Pérez San Vicente. Esta investigadora realiza
un profundo estudio de la obra, actualiza el castellano antiguo, redacta
un prólogo y le pone un título al manuscrito.
Así pues, en 1999, este recetario ve la luz a través
de la publicación que hace la familia Briz con la casa editorial
Bigar. En su primera edición se habían imprimido mil ejemplares,
pero fue tan cálida la acogida entre los amantes de la gastronomía,
que el pasado noviembre se volvió a editar. Este sábado,
dentro del Festival del Centro Histórico, esta redición se
presentó ante un grupo numeroso de personas. El acto contó
con la participación de Marcela Briz Garizurieta, propietaria de
El Cardenal; Sol Rubín de la Borbolla, directora de la coordinación
del patrimonio cultural y turístico del Conaculta; Cristina Barros
y Marco Buenrostro, estudiosos de la cocina mexicana, correctores de la
segunda edición del manuscrito y colaboradores de La Jornada,
además del padre Luis Avila Blancas, heredero de la obra.
Briz Garizurieta leyó el prólogo de esta
segunda edición, del cual ella es coautora, y en el que rinde homenaje
póstumo a la labor de la doctora Guadalupe San Vicente, quien falleció
después de haber realizado el estudio del manuscrito.
Gastronomía, parte de la identidad cultural
Asimismo, en el prólogo se destaca la necesidad
de seguir investigando la historia gastronómica mexicana por ser
parte fundamental en nuestra identidad cultural. En su intervención,
el padre Avila Blancas recordó cómo heredó el libro
y dijo que lo cedió a la familia Briz por la gran amistad que los
une. Igualmente trasmitió su alegría por esta segunda reedición
que posee una valiosa reproducción facsímil.
Sol Rubín de la Borbolla destacó en pocas
palabras la trascendental labor investigadora de la doctora Pérez
San Vicente. Asimismo citó una frase de ella en la que recalcaba
la importancia de la gastronomía en los estudios culturales e históricos
de una sociedad: "si en una sociedad desaparecieran todos sus libros exceptuando
los de cocina, podríamos reconstruir con ellos buena parte del perfil
de esa sociedad".
Marco Buenrostro realizó una completa e interesante
recreación de la época en que fue escrito el manuscrito.
En su reconstrucción histórica hizo hincapié en las
pésimas condiciones en que se escribía en la Nueva España.
Era difícil adquirir papel, el manejo de las plumas no era fácil
y el trabajo editorial era poco común. Por otro lado, se supone
que el Manuscrito Avila Blancas fue escrito por mujeres porque eran
las únicas que poseían el saber culinario en aquella época.
Ello añade mayor valor histórico a la obra,
ya que en la Nueva España eran pocas las mujeres que sabían
leer y escribir. La presentación acabó con la ponencia de
Cristina Barros. La investigadora remarcó en su exposición
que este manuscrito posee un gran valor en la historia de nuestra gastronomía,
pero no es representativo de la cocina mexicana del siglo XVIII, sino únicamente
de la cocina criolla de aquella época.