Exposición de la artista en la Biblioteca
de México
Herir la tela es una necesidad para Rosario
Giovannini
Utiliza el políptico porque todas las personas
''estamos formadas de varias piezas'' que se pueden articular a placer
MERRY MAC MASTERS
En realidad, el título de la muestra que la pintora
Rosario Giovannini expone en la Biblioteca de México, Esa pequeña
línea frontera de mis cielos, es homónimo de un políptico
a la entrada de la sala principal de exposiciones. En el cuadro de cuatro
secciones, una línea divisoria recuerda que ''el cielo que tenemos
más cercano son las nubes, aunque siempre soñamos con las
estrellas".
Para la presente exhibición ?concluirá el
16 de junio?, Giovannini fue a la Bretaña francesa, donde vive un
hijo suyo y consiguió varios libros del siglo XIII sobre el mago
Merlín. La también historiadora del arte tiene un especial
gusto por los caballeros de la mesa redonda, el rey Arturo y Lancelot.
Algo que anima la muestra son todas esas historias y cuentos que se pueden
narrar, pero que no están escritos, sino que se transmiten de generación
en generación.
Cada quien su verdad
Si
Giovannini utiliza el políptico se debe a que ''las personas estamos
formadas por varias piezas que podemos articular de acuerdo o no con nuestra
conveniencia. Depende de la inteligencia que tengamos para manejar nuestro
cuerpo y nuestra vida".
Sus cuadros, entonces, se pueden armar de diferentes modos.
''Cada quien tiene una manera de encontrar su verdad", explica.
Su forma de trabajar merece mención aparte, pues
pinta en el piso y eso implica un ejercicio gestual distinto, porque padece
de la columna. Pero lo hace así porque el material tóxico
que utiliza, el luzitrón, se chorrea.
Giovannini aprendió el uso de ese material -empleado
también por David Alfaro Siqueiros- en el taller de Mario Orozco
Rivera. A diferencia de ellos, que lo aplicaban con pistola de aire, ella
lo hace con pincel y brocha. De modo que el efecto es diferente.
Para no envenenarse, Giovannini compró su actual
casa ''nada más porque tiene un estudio en el que se pueden abrir
todas las puertas y el aire corre muy fuerte". Procura pintar lo más
cercano a la puerta y sacar la tela a la terraza para que se vaya el olor,
ya que ''mis cuadros huelen todavía un mes después".
Trabaja mucho la textura. Aplica la pintura, después
''la voy lavando para poder tener estos orificios", dice en referencia
a una de sus telas.
Repite varias veces el proceso. ''Son trabajos muy elaborados
para conseguir una piel que sea creíble o un vestido como si fuera
de piedra".
Las figuras de Giovannini son de anatomía "andrógina",
como anota la investigadora Gloria Hernández en el texto para el
catálogo.
La artista también pinta dentro de lo abstracto:
''Cuando hago una obra figurativa me agoto intelectual y físicamente.
Como tengo que seguir pintando, hago una pieza abstracta".
Influencia de Francis Bacon
Admiradora de Gérard Garouste y Ron B. Kitaj, Giovannini
dice: ''Estudio a todos los pintores para no copiarle a ninguno. Quiero
ser única en mi propuesta, pero de alguna manera soy resultado de
muchos, porque todo lo que conozco se suma en mí".
En sus inicios la entrevistada recibió influencia
de Francis Bacon, a quien tuvo oportunidad de conocer: ''Me citó
a las seis de la mañana y me dijo que no podía hablar. Toqué
y entré. Era un departamento francamente espeluznante; todo estaba
sucio, embarrado, con el piso lleno de periódicos que olían
entre excremento, comida, papel y pintura. Al trabajar Bacon le daba la
vuelta a las páginas de los diarios y las revistas con el pie. Pero
lo más impresionante fue que dentro de este caos terrible salían
unas obras maravillosas, limpias y perfectas".
Herir la tela es una necesidad para Giovannini, incluso
de tanto rayar y cortar a veces se pasa y lo rompe. Así saca todo
lo que implica vivir en el Distrito Federal.